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Betsabé, Eva y Jael Tres facetas de la mujer

16 de marzo de 2022 por Susana Valdés Levy

Si tuviera que describir la naturaleza femenina a lo largo de la historia, tomaría como referencia la tesis de Laurel Thatcher Ulrich. La historiadora usa a tres íconos bíblicos para hablar del rol de las mujeres: Betsabé, quien se ocupaba de las tareas y responsabilidades económicas y administrativas; Eva, para la seducción, la sexualidad, la reproducción, y la crianza y, finalmente, Jael, la guerrera, la formadora, violenta y heroica. Todas estas funciones ejercidas desde el nacimiento hasta la muerte, a lo largo de las vidas de las mujeres de todos los tiempos, de todas las clases y en todos los lugares del mundo. La mujer simbólicamente es cabra, es serpiente y es leona.

Ya sea dentro de contextos conservadores, o puritanos y aún en ambientes más liberales, las mujeres a lo largo de la historia han tenido que construir sus vidas y forjar sus destinos con estricta observancia de códigos morales, sociales y religiosos, algunos hechos por contratos escritos y otras veces bajo el rigor de otros no escritos, llenos de exigencias y expectativas casi sobrehumanas sobre lo que “debía ser” el comportamiento de las mujeres.

Debemos tomar en cuenta que esto es un análisis de roles, y que de acuerdo a la sociología, un “rol” es el resultado de la suma total de patrones culturales asociados con un estatus particular que incluye actitudes, conductas y valores dictados y acatados por la sociedad en general. Si bien es cierto que las mujeres de cada época y lugar aceptaban dichos patrones y los pasaban de generación en generación-de madres a hijas-, también resulta claro que son las mujeres quienes los han ido transformando, rompiendo paradigmas y patrones preestablecidos, no sin pagar por esos cambios una alta cuota de estigma, dolor, sacrificio, condena e incluso la vida.

El común denominador para las mujeres de todos los tiempos que empujan a una evolución social ha sido siempre la desigualdad, la exclusión y la violencia. El piso no es parejo para la legítima convivencia y competencia de género; competencia que, mientras más real se vuelve, más produce exclusión y violencia contra la mujer que ante los ojos de muchos hombres (y a veces ante otras mujeres también), ella deja de ser “sierva” para convertirse en rival, sin pasar siquiera por el grado de compañera en grado de equidad.

Ni siquiera en el aspecto biológico podemos ver un piso parejo si consideramos que la edad reproductiva y la edad productiva de la mujer suceden prácticamente al mismo tiempo enfrentando a la mujer a un equilibrio difícil de conseguir ¿Ser Eva o ser Betsabé o ser Jael? Increíblemente, las mujeres han encontrado la forma de ser “multitask” y dominar las tres funciones con eficiencia a pesar de obstáculos y adversidades.

Alguna vez escuché a alguien decir que “En el siglo XXI, las mujeres son cada vez más mujeres y los hombres también”. Sin querer ser “sexista”, esto solo significa que los estrictos roles de género van desdibujándose poco a poco. Demasiado lentamente, diría yo… vamos emparejando el piso y apurando el paso.

Categoría: Columnas

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