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Hasta Qatar por México

23 de diciembre de 2022 por Alejandra Arellano

Cuatro reynosenses cuentan su experiencia en la Copa Mundial de Futbol celebrada en un estado con una cultura muy diferente a la de México, y ante la advertencia de ser castigados por desobedecer sus leyes.

 

Ni las restricciones que se anunciaron previas a la Copa Mundial de Futbol 2022, ni los castigos que se infringirían por desacato a la ley, ni los altos costos de sus productos y servicios, ni tampoco la distancia que se tendría que recorrer hasta llegar a Qatar, impidieron que los fanáticos del balompié y seguidores de la Selección Mexicana viajaran hasta aquel estado árabe para echarle porras al equipo.

Se decía que los desobedientes recibirían una serie de azotes, pero peor aún, que no podrían tomar bebidas alcohólicas, lo que sorprendió a la raza mexicana, sobre todo a la del norte, –que todo lo acompañan con una chela o la chela los acompaña a todos lados–. Sin embargo, no fueron motivos para desanimarlos, esperanzados de que San Memo Ochoa les hiciera el paro y terminar levantando la copa.

Incluso hubo quienes hipotecaron sus casas, vendieron propiedades, pidieron prestado, y algunos hasta perdieron o renunciaron a su empleo, con tal de apoyar al equipo mexicano.

No sucedió así con las mujeres, quienes fueron las menos en Qatar, de acuerdo a Oscar Alexandre y Jesús Ulloa, dos aficionados reynosenses que no dudaron en estar sentados entre los 88 mil 966 espectadores que recibió el Estadio llamado 974, por el número de contenedores con los que fue construido.

PROHIBIDA LA VENTA DE ALCOHOL

La afición mexicana acostumbrada a festejar el triunfo como la derrota con una bebida alcohólica en la mano, se quejó por la prohibición de la venta de ésta.

No obstante, se exageró con la mala información, ya que tanto Oscar como Jesús aseguran que en el estadio, en las calles y en los lugares especiales para los qataríes no se puede tomar, pero sí se consume en restaurantes, bares y hoteles, incluso se organizó un Fan Fest donde no había limitaciones en la compra de alcohol.

Mencionó Jesús que en el estadio se vendían cervezas sin alcohol, pero además se habilitó una área Hospitality (VIP), y los que podían accesar tenían permitido tomar dos horas antes del partido y una hora después, por lo que ya “entraban bien enfiestados”.

Sin embargo, la cerveza tenía un costo de 260 pesos mexicanos, por lo que no era muy accesible para la mayoría de los turistas.

Oscar Alexandre, por su parte, agregó que los lugares nocturnos cerraban entre las 3:00 y 3:30 de la mañana, pero los mexicanos se estaban portando bien… dentro de lo que cabía.

“El juego de Argentina va a ser un buen examen. La gente se nota que le tiene miedo a la autoridad, están tratando de comportarse”, reconoció.

DE ABAYA Y SHORT

Entrevistados vía telefónica, Alexandre y Ulloa coincidieron en señalar que el turismo femenino rondaba en alrededor de un 10%. En esta cifra se incluye Becky Loera y Carolina Rivera, así como las parejas mujeres que acompañaron a Ulloa y a sus amigos. Becky aseguró que seas o no aficionada al futbol, vivir la experiencia de un mundial es inexplicable.

La minoría de mujeres hace suponer que sus fanáticos esposos prefirieron viajar solos, el número de aficionadas no es mayor al de los hombres, o bien se imaginaron que las limitaciones de los usos y costumbres árabes les exigirían vestir con la abaya y el hiyab.

De acuerdo a la percepción de estos reynosenses, nada mas alejado de la realidad, pues coincidieron que las pocas visitantes de otros países vistieron como lo suelen hacer, con shorts y camisetas de tirantes, pantalones de mezclilla y blusas. Incluso las brasileñas que suelen usar poca ropa, no fueron recluidas en ningún santuario ni sometidas a intensas jornadas de oración.

Tampoco hizo el frío que se anunció, ya que la temperatura rondaba entre los 35 grados centígrados por la mañana, por lo que la ropa ligera era la más adecuada.

Agregó Jesús que aun cuando el número de turistas mujeres fue escaso, su presencia provocó cierto “descontrol” en los hombres árabes, atraídos por su forma de ser.

Entre esa minoría extranjera, apenas se veían algunas mujeres qataríes con la abaya, otras con la abaya y el hiyab, y las menos con la burka.

Era más común encontrárselas con un pañuelo tapándose la cabeza y el cabello, vestidas con pantalón o falda larga a juego con una blusa.

Pero si se pretendía visitar una mezquita o palacio gubernamental, las turistas sí deberían cubrirse el cabello.

Los hombres qataríes son más versatiles en su forma de vestir, aunque es muy común verlos con la abaya (túnica larga), la kufiyya (paño cuadrado sujetado por una banda o aro) o un turbante.

Los códigos de vestimenta tradicionales siguen respetándose, tanto por los hombres como por las mujeres más tradicionales, pero ya hay quienes han adoptado a su forma de vestir la ropa usada en los sistemas capitalistas.

Las clases sociales más altas lucen perfumadas, incluso de traje, y llevan su reloj Rólex y su pluma Mont Blanc.

UNA MUJER POR CUATRO HOMBRES

De acuerdo a cifras del Banco Mundial, la población de Qatar en 2021 es de 2 millones 930 mil 524 personas, de las cuales el 25% son mujeres. Esto es, uno de cada cuatro habitantes del país es mujer.

No hay una explicación oficial por la diferencia tan grande entre el número de hombres y de mujeres en Qatar, pero podría atribuirse a la gran cantidad de inmigrantes que acuden al país para trabajar, según el Instituto de Política Migratoria.

Oscar Alexandre considera que la sociedad de Qatar es muy educada y le tiene mucho respeto a sus costumbres y a la autoridad. Un lugar con una mayoría de inmigrantes en busca de trabajo, provenientes de Pakistan, Egipto, Uganda, Congo, Jordania y otros países cercanos.

SIN CULTURA DEL TURISMO

Tanto para Jesús Ulloa como para Óscar Alexandre y Becky Loera la ciudad de Qatar no estuvo preparada para recibir a tantos turistas, les falló la logística a pesar de tener una infraestructura impresionante y haber dedicado más de 12 años en construir edificios, hoteles, restaurantes, hospitales, farmacias y tiendas para atender a los visitantes extranjeros.

“Les faltaba la cultura del turismo que hay en otros países, tuvieron muchas deficiencias”, consideró Oscar.

Sin embargo, tanto Jesús como Oscar, Becky y Mario Chávez coincidieron en señalar que los empleados se esmeraron por dar un buen servicio y un trato cortés y amable.

“Se construyeron edificios como hoteles tipo “Infonavit” a precios “económicos para albergar a los turistas.  El costo de una habitación sencilla era de 2 mil 200 pesos la noche, pero hubo hoteles que cobraban hasta 500 mil pesos por día. Había de todo en la viña del Señor”, consideró Jesús.

Agregó que han sido doce años en los que los qataríes se han estado preparando y adaptando la ciudad para esta copa mundialista, incluso todavía se observan obreros trabajando en algunas construcciones.

Reconoció que “el acceso al metro y para tomar un taxi es complicado”, pero le sorprendieron las tarifas de cobro de los Uber que son muy bajas: 50 pesos mexicanos en largas distancias.

Por su parte, Becky se quejó de tener que hacer largas caminatas para llegar a los sitios turísticos.

AFICIÓN MEXICANA

Vestidos como el Chapulín Colorado, con sombrero de charro, penachos aztecas, máscaras de luchadores, con la bandera en alto o envueltos en ella, los mexicanos en Qatar se diferenciaron por su humor y creatividad.

Según Oscar Alexandre trataron de portarse bien, aunque en uno de los partidos mas esperados Argentina-México ya traían ‘pique’.

Del 20 de noviembre al 18 de diciembre, tiempo en el que se realizó la Copa del Mundo, Qatar le dio la bienvenida a alrededor de cinco millones de turistas procedentes de diferentes continentes, de los cuales más de 80 mil fueron aficionados mexicanos.

Tan apasionados al futbol que hubo quienes hasta hipotecaron su casa o renunciaron a su trabajo para estar en Qatar y mostrarle su apoyo al tricolor mexicano. Y aunque no se cumplieron sus pronósticos, orgullosos portaron la camiseta verde hasta en su regreso a casa.

 

Categoría: Reportaje

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