Más allá del motivo religioso por el que surgió y de considerarse una prenda mestiza por excelencia, el rebozo con el tiempo fue considerado un accesorio de distinción, incluso, en 1931 para celebrar el IV Centenario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, muchas damas de la ciudad potosina asistieron a misa con sus mejores rebozos.
En castellano el nombre del rebozo parece sugerir el acto de cubrirse, arrebujarse, envolverse con alguna ropa o embozarse, lo que literalmente quiere decir “cubrirse el rostro por la parte inferior hasta la nariz o los ojos, con la capa u otra prenda de vestir.
En septiembre, cuando los mexicanos celebran las fiestas patrias, el rebozo no puede faltar y es uno de los accesorios que más brilla en las fiestas.
En verde, blanco y rojo, como la bandera, o en colores fuertes como el fucsia, el amarillo, el naranja y el azul… evocan el esplendor y alegría de un México que todo puede ser menos gris.
El rebozo, prenda mestiza por excelencia, a través del tiempo se ha convertido en un accesorio que va más allá del motivo por el que surgió, esto es, religioso.
Las principales casas de moda tanto en México como en otros países han rendido tributo a una prenda artesanal por excelencia, mientras que personajes ligados a la cultura como Frida Kahlo hicieron de esta prenda su muy particular forma de vestir, continuando con una costumbre que se
niega a morir.
Diseñadores de la talla de Lydia Lavin, Aida Walls y Carla Fernández han lucido sus creaciones en pasarela, así como los museos han colocado los rebozos en sus principales vitrinas para exhibirlos como una obra de arte.
Sin embargo, las piezas realizadas en telares, una a una, con un diseño único en Guanajuato, Veracruz, Michoacán, Tlaxcala, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí, el Estado de México y Guerrero, entre otros Estados de la República Mexicana, se mantienen vivas, al alcance de quienes reconocen su valor y saben apreciar el talento de los artesanos que heredaron de sus ancestros este trabajo único en el mundo.
HISTORIA
Con el paso de los años el rebozo se ha convertido en una prenda complementaria que bien puede usarse en su forma original o darle variaciones para lucirlo de diferente manera, mostrando su versatilidad.
Su historia se remonta al año de 1572 y se habla de esta pieza en la obra “Historia de las Indias”, escrita por el fraile dominico Diego Durán.
Nació de la necesidad que tenían las mujeres mestizas de cubrirse para entrar a los templos. Los tejedores entonces aprovecharon el telar prehispánico para tejer rebozos de algodón y más tarde de seda y de lana.
Las indígenas acostumbraban a hilar con huso o malacate las fibras que empleaban para tejer. Del mismo modo, trabajaban la seda y la lana sin abandonar el ixtle ni el algodón blanco ni el de color coyuebe, de origen prehispánico.
El uso del rebozo se hizo pronto muy popular. Lo hicieron suyo primero mestizas y, poco antes de terminar el siglo XVI, negras, mulatas e indígenas.
DE SEDA FINOS
En Santa María del Río, en San Luis Potosí, célebre por la elaboración de rebozos de seda tan finos que pasaban por un anillo, fue fundado por guachichiles y otomíes. Estos últimos fueron reconocidos como espléndidos
tejedores.
Para 1764 se cuenta que las familias adineradas de aquí, durante la bendición del templo de Nuestra Señora del Carmen de la misma ciudad, vestían las antepuertas y balcones con preciosas colgaduras, cortinas de rico damasco y apreciables paños de rebozo.
El uso del rebozo ha sido de lo más variado. Mientras damas de alcurnia lo utilizaban dentro de sus casas, las mujeres del pueblo no salían a la calle sin él. Para ellas era abrigo, monedero, cuna, tendedero, pañuelo y mortaja. Era además uno de los “trapos de cristianar” más solicitados y las religiosas, en su vida claustral, usaban el de color azul y blanco, que no debía tratarse de otro más que el de “hilo de bolita”. En contraste, al ocurrir una riña de vecindad, el rebozo pasaba a ser arma de combate. Por último, la mujer otomí tenía la cándida costumbre de mojar la punta de un rebozo en el agua de la fuente cuando recordaba a su novio.
Una distinguida dama potosina, mandó hacer en Santa María una de las llamadas de barbilla para obsequiarlo a Victoria Eugenia de
Battenberg, reina de España, con motivo de su matrimonio con el rey
Alfonso XIII. En 1931 para celebrar el IV Centenario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, muchas damas de la ciudad asistieron a misa con sus mejores rebozos.
Para la ocasión se vistieron rebozos muy finos, algunos de ellos vistosos por sus decorados especiales, distintos de los tradicionales. Las mujeres de las mejores casas de San Luis Potosí los mandaban hacer con los motivos que ellas querían según el evento, o bien los compraban ya hechos y de la mejor calidad. Estos últimos eran de los tejidos, diseños de los propios artesanos, como el de barbilla, el pinto abierto o el palomo que tenían gran demanda y eran de los que más se hacían.
Muchos de los que mandaban hacer eran ametalados, es decir tejidos con hilos de seda, algodón y plata como el rebozo de la virreina que está decorado con paisajes bordados con seda, a lo largo de los lados tiene una cenefa con técnica de amarrado y las orillas rematan con un cordoncillo de seda bordado a mano que hace juego con los adornos del rapacejo.
OBRAS ARTESANALES
La primavera de 2015 espera recibir la exposición “Hecho en México”, la cual ha sido un éxito en Europa.
Los rebozos mexicanos han sido considerados obras de los artesanos mexicanos y de reconocidas diseñadoras quienes los han llevado a los aparadores de los museos del mundo.
Tal fue el caso de la exposición “Made in México” en el Museo de Moda y Textil de Londres, donde el rebozo tipo chal que usaba Frida Kahlo fue uno de los más aplaudidos.
La muestra se basó en el rol que la moda ha jugado promoviendo la cultura mexicana alrededor del mundo desde el siglo XVII hasta hoy, destacando el papel que desempeña el rebozo como símbolo de identidad mexicana.
La exhibición del rebozo mostró más de 50 obras originales de artistas, fotógrafos, y diseñadores de moda contemporáneos mexicanos y británicos.
Nombres como Francisco Toledo, Graciela Iturbide, Carla Fernández, Zandra Rhodes y Kaffe Fassett ofrecieron sus trabajos inspirados en el rebozo y la moda mexicana.
“Made in Mexico” contó con la colaboración del Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, el Museo de Textiles de Oaxaca (México) y de colecciones privadas que nunca antes habían sido mostradas en público.
SABIAS QUE…
• Los orígenes de esta prenda se remontan a la época colonial, momento en el que los artesanos mexicanos recibieron las influencias de los mantones bordados y las mantillas de calidad procedentes de España.
• No se sabe con exactitud en qué momento comenzó a tejerse el rebozo, pero en la literatura del siglo XVI ya se encuentran las primeras referencias escritas de su existencia.
• El rebozo, cuya creación y producción al día de hoy sigue siendo artesanal, se convirtió desde entonces en un elemento principal de la china poblana, el traje tradicional de la mujer en México, erigiéndose como símbolo de identidad del país.
• El significado que adquiere se hace vital en la cultura mexicana, ya que se trata de un elemento que acompaña a la persona en el viaje entre la vida y la muerte: el rebozo desde el nacimiento utilizado como mochila que porta al bebé.
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