
Salir a comer deja de ser una rutina cuando la compañía transforma cada bocado en memoria. En esta edición de Ruta Gastronómica recorrimos mesas que propician la charla, las risas y esos silencios que sólo un buen plato sabe acompañar. La experiencia fue, sobre todo, el compartir: conjugar sabores con historias compartidas entre amigos y familia.

Probar nuevos platillos fue una excusa para encontrarnos fuera del día a día. Cada mesa sirvió como escenario para pequeñas celebraciones: brindis sinceros, anécdotas que resurgen y gestos que acercan. La gastronomía dejó de ser solo alimento; se convirtió en motivo para renovar la amistad y crear recuerdos.

Al final, lo que perdura no es sólo el sabor, sino la sensación de haber vivido algo distinto.

Esa es la esencia de la ruta: salir juntos, probar, comentar y volver a casa con una nueva historia para la sobremesa.




