Cada año, ya sea por la Navidad o porque esperamos la llegada de los Reyes Magos o Santa Claus, la base del pino se ve rodeada de regalos que después de la cena, o muy de mañana el 25 de diciembre o el 6 de enero, esperamos con emoción para abrirlos.
En algunas ocasiones no es lo que estábamos esperando pero igualmente los recibimos con gusto.
Las caras de sorpresa cuando los abrimos y dentro de la caja está ese reloj, celular o suéter que tanto anhelábamos nos provocan euforia.
Cuando sucede lo contrario quizás la satisfacción no es la misma, pero valoramos la intención al habernos considerado.
Gente de sociedad del Valle de Texas y Reynosa recuerdan aquel momento en el que recibieron su mejor regalo en Navidad.
LA CASITA DE MUÑECAS
Ana María Ballí cuenta su historia. “A través de mi vida he recibido todo tipo de regalos en Navidad, algunos inesperados (puesto que yo había pedido otra cosa) y otros que llenaron mi vida de juegos y alegrías, pero uno de los que más me gustó y disfruté fue una casa de muñecas de mi tamaño, en aquel entonces tendría diez años de edad. Mi prima Kotty Calzado y yo nos divertíamos aquí hasta el día que ya no cupimos. Se convirtió en nuestra casa: ahí cocinábamos y dormíamos, era nuestro escondite y lugar favorito. Nos subíamos al techo y les dábamos unos conciertos a nuestros hermanos que desde abajo nos aplaudían y vitoreaban con la condición de que al final les daríamos ‘pingüinos’ y refrescos como premio por escucharnos. Sin temor a equivocarme es uno de los mejores regalos navideños que mis padres nos dieron a mí y a Gaby, mi hermana menor. Una bella época en la ciudad de Río Bravo, donde mi casita fue lugar de muchas reuniones, planes, sueños y travesuras. Ese año Santa Claus le atinó… yo quería mi propia casita”.
LA BICICLETA ROSA Y AZUL
“La víspera de Navidad del año 1990 tenía 6 años y recuerdo perfectamente que habíamos buscado por cada rincón de la casa los juguetes (por si Santa Claus los había guardado por ahí) pero como no tuvimos éxito, el siguiente plan fue tenderle una emboscada a Papa Noel. Detrás de un biombo nos escondimos hasta que nos quedamos dormidos. La mañana siguiente nos despertamos gritando: “¡Ya es Navidad!” y corrimos a la sala.
Recuerdo que estaba llena de juguetes y emocionados descubrimos que cada uno teníamos una bicicleta esperando por nosotros. No se me olvidan sus colores: rosa y azul pastel con ruedas blancas. Fue una Navidad muy divertida, ¡y vaya que sí nos sorprendieron mis papás!”, expresó Angie Vilchis.
EL CORVETTE DE BARBIE
Para Melissa Roux el mejor regalo de Navidad fue el corvette rosa de la muñeca ‘Barbie’. Apenas tenía tres años y estaba en casa de sus abuelos cuando de manera sorpresiva llegó un Santa Claus a mitad de la cena de Navidad que su abuela contrató. Con su característica carcajada, “Ho, ho, ho…”, apareció de pronto. Melissa temblando de miedo soltó en llanto, pero después se le pasó el miedo y se subió a su corvette del cual no la pudieron bajar en toda la noche.
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