Por medio de diferentes organismos sociales y filantrópicos, Nora Iris ha desempeñado una generosa labor a beneficio de los demás, que ha sido reconocida a través de los años.
Ejemplo de trabajo y servicio ha sido la vida de Nora Iris Cantú de Valdés, quien desde muy pequeña contó con el modelo a seguir de sus padres, Laureano Cantú Cantú y Trini De Luna de Cantú. Ambos se conocieron en Reynosa después de que él llegara de Nuevo León.
Vivió una infancia feliz a su lado, fue una niña afortunada que no tuvo carencias y eso le permitió prepararse y cursar una carrera técnica. Tiene cinco hermanos que son su adoración: Lauro, Sergio, Jaime, Nazario y Edith Cantú De Luna. Su papá fue agente aduanal, mientras que su mamá dejó la carrera como maestra rural para dedicarse a su hogar.
UNA INFANCIA FELIZ
Sus padres fueron miembros del Club de Leones por lo que su vida social inició a muy temprana edad. Además, le inculcaron el amor por el servicio y fue así como nació su gusto por el voluntariado, ayudar a quien más lo necesita y las actividades sociales.
Viajó continuamente con sus padres a diferentes convenciones del club en el interior de México y Estados Unidos, por lo que su niñez y adolescencia no fue la misma a la de cualquiera de su edad.
Nora Iris inició sus estudios en Reynosa en el Colegio Allende, continuó la secundaria y la preparatoria y, al terminar, partió a Estados Unidos para prepararse como secretaria y contadora bilingüe.
Perteneció al Comité de Cachorros del Club de Leones de Reynosa, conformado, en la década de los sesenta, por señoritas que desarrollaban diferentes actividades para recaudar fondos en apoyo a obras de beneficio.
Organizaban reuniones especiales como la llamada “Fiesta del suéter”, gracias a la moda que impuso César Costa. En esta celebración se contaba con un jurado calificador que decidía cuál era la mejor y más bonita prenda. Incluso, en una ocasión invitaron al actor y cantante a que presentara su espectáculo.
Los primeros bailes se realizaban en la terraza del Casino Reynosa, donde ahora está ubicada la Casa de la Cultura. Después se construyó el casino Club de Leones con una cúpula abierta. Para inaugurarlo se llevó a cabo la coronación de Diana Rendón, compañera de Nora Iris en el Comité de Cachorros, pero ese día hubo una tormenta que arrasó con el escenario. Después de pensarlo dos veces, los organizadores decidieron finalmente iniciar el evento sin trono pero con reina.
Cuando Nora Iris fue reina del Club de Leones en 1965 la cúpula fue cerrada, por lo que su coronación se llevó a cabo con todo el glamour que en aquel tiempo se acostumbraba en esas fiestas. Se contó con la presencia de artistas como Pedro Vargas y Dacia González, quienes le colocaron la corona. El socio Nelson De Coss era el encargado de montar escenografías espectaculares para estas ocasiones.
Desde jovencita Nora Iris fue muy apegada a las actividades religiosas. Servía a las Luisas de Marillac, un grupo de señoritas que trabajaba para ayudar a personas de la tercera edad. Cada Luisa tenía a su cargo atender a algunos ancianos: les llevaban despensas a sus casas, procuraban su salud, entre otros detalles. Antes de casarse cuidaba a unas damas muy conocidas de la ciudad: las señoritas Menchaca.
La diversión de aquellos años, comparada a la de hoy, era muy diferente. Después de asistir a misa el punto de reunión era la nevería “Casino” que estaba en la plaza principal. Ahí disfrutaba las tardes conversando con jóvenes de su edad.
UNA HISTORIA DE AMOR
Hablar de su historia de amor resulta un poco difícil para ella, pues su esposo Santos Valdés Revilla, falleció hace unos meses.
“Fue muy lindo vivir a su lado. Me tocó vivir con un hombre ejemplar, inteligente, alegre y divertido. Le gustaba mucho cantar y hacer deporte. Siempre veía el lado positivo de las cosas”, dijo.
Se conocieron cuando ella tenía apenas nueve años y el 12. Santos llegaba con su familia procedente de su natal Saltillo, Coahuila y se mudaron justo frente a la que era su casa por la calle Guerrero, en el centro de la ciudad.
Cuando Nora Iris ingresó a la secundaria “José de Escandón”, Santos se graduaba. “Nos hicimos novios desde muy niños. Esto debe ser un secreto para que no lo sepan mis nietos”, comentó entre risas.
Después de que Santos terminara la secundaria se fue al Estado de Coahuila a estudiar la preparatoria en el Ateneo de Saltillo, para continuar en la Universidad Nacional Autonoma de México, donde se graduó como licenciado en Derecho.
Fueron diez años de noviazgo y mantenían una relación basada en el respeto.
Ella se enamoró de un hombre que además de ser alegre y practicar deporte, le enseñó a ver la vida de una manera optimista siempre con una sonrisa, pues Nora Iris era muy introvertida. A pesar de que sus padres la llevaron a clases artísticas, nunca logró despegar por su timidez.
En aquel entonces, una de las reglas que tenían que cumplir para poder casarse era que Santos terminara su carrera, así que una vez concluida y después de haber presentado su examen profesional, unieron sus vidas en 1966. Fue hasta el año siguiente que obtuvo su título, justo cuando su primera hija estaba por nacer. Tuvieron tres: Nora, Patricia y Karla, quienes son su felicidad y orgullo.
Después de contraer matrimonio se mudaron a la Ciudad de México por motivos laborales de su esposo. Ahí conoció a un grupo de mujeres jóvenes que al igual que ella eran originarias de Reynosa, con las que mensualmente se reunía para charlar y programar obras altruistas.
Cuando Karla, su hija menor, tenía cinco meses de edad y la pareja cumplía siete años de casados, su esposo sufrió un accidente automovilístico que lo dejó imposibilitado para caminar. Fue entonces cuando decidieron regresar a Reynosa.
Santos ocupó puestos públicos que llevaron al matrimonio a residir en Chihuahua, durante ocho años.
En 1998 regresaron a esta ciudad y él continuó con sus actividades como abogado y agente aduanal. Ese año adquirieron el Colegio “Reforma”, que era administrado por Nora Iris.
Santos pudo haber perdido la
movilidad de sus piernas, pero no su optimismo y alegría para continuar con su vida, inyectándole entusiasmo a su esposa.
“Tenía muchas ganas de vivir alegre, servir a la comunidad y a su Patria, pero sobre todo amaba a su familia. Fue un hombre ejemplar que a pesar de su imposibilidad siempre tenía una sonrisa”, dijo.
Nora Iris comenta que el núcleo más importante de una familia siempre será la pareja. El poder compartir su vida con un hombre tan completo y romántico ha sido una de las mejores experiencias de su vida.
“Ahora que no está conmigo me hace mucha falta. La experiencia de vivir a su lado me dejó marcada para el resto de mi vida. Su recuerdo me sostiene fuerte y lo comparto con mis hijas y nietos”, agregó.
SER ABUELITA ES LO MAXIMO
Ser mamá es sin duda una hermosa experiencia para cualquier mujer, pero Nora Iris se sentía nerviosa, pues tenía el compromiso de criar a tres personas y brindarles lo mejor, aunque ello representara eclipsar en algunas ocasiones la belleza y emociones que trae consigo la maternidad.
Sin embargo, ser abuela también ha sido una gran satisfacción que le ha dejado la vida, pues se olvida de los compromisos y se dedica a darles todo su cariño a los nietos.
“No te preocupas igual, para eso están sus papás. Yo los disfruto y que me perdonen por malcriarlos, pero como abuelita ese es mi trabajo”, comentó.
Le gusta compartir con su familia y amigas. Cada vez que tiene oportunidad organiza reuniones en su casa, pues le gusta la vibra de alegría que se queda en el ambiente.
“Esta casa fue primero de don Fausto y doña Angelita Ramírez, quienes tuvieron una familia ejemplar con doce hijos, y cuando nos mudamos aquí sentí esa buena vibra. Tengo la dicha y la certeza de que cada que organizo alguna reunión mis invitados la disfrutan mucho”, dijo.
A pesar de que le gusta realizar reuniones en su casa, la cocina no es su fuerte. Pero tiene la fortuna de contar con dos hermanos que disfrutan hacerlo: Edith y Nazario, con quienes cuenta cuando lo necesita.
“Soy más sencilla a la hora de cocinar. Prefiero sopas y calditos. No es por mi edad, sino porque desde pequeña los disfruto. De hecho, mis nietos saben que en casa de la abuela se come caldo”, mencionó.
UNA VIDA SOCIAL
Y DE SERVICIO
En 1983 Nora Iris recibió la invitación de parte de la doctora Leticia Ascencio de Lomelí para unirse a la Mesa Redonda Panamericana de Reynosa, organismo al que ingresó ese mismo año mostrando gran interés por hacer una carrera a base de trabajo y dando lo mejor de sí para llegar a ser directora, ya que una de las obligaciones como socia es llegar a dirigir el organismo.
En ese mismo año, su esposo ingresó al Club de Leones de Reynosa, por lo que ella se convertía en socia del Comité de Damas Leonas, diversificando un poco más sus actividades.
Fue tanto el esfuerzo de su esposo que llegó a ser presidente nacional del Club de Leones. Para poder cumplir los compromisos con los clubes de toda la República Mexicana, ambos viajaron nuevamente a la Ciudad de México, donde radicaron por espacio de un año.
A su regreso continuaron con otras actividades y poco tiempo después las integrantes de la Asociación de Mujeres Profesionistas de Reynosa, A.C. (Amprac) la invitaron a ser socia honoraria, pues aunque no contaba con un título profesional sino técnico, su currículum era muy completo, en el que destacaba su participación en actividades sociales y culturales.
En 2005, gracias a su trayectoria, el organismo la propuso como candidata para recibir el galardón como “Mujer destacada en Reynosa” durante el evento del “Día Internacional de la Mujer”, donde recibió honrada el galardón.
El evento es organizado anualmente por diferentes clubes sociales y de servicio de Reynosa.
Ha trabajado también en la Catequesis Especial Vicentina, pues no ha dejado de lado sus actividades religiosas. Conforme pasó el tiempo su labor en la Mesa Redonda Panamericana iba en aumento al igual que sus responsabilidades.
Desde hace seis meses es presidenta de la Asociación Nacional de Mesas Redondas Panamericanas de México, cargo con una vigencia de dos años.
No le resultó fácil llegar hasta donde está, pues la organización tiene estatutos, reglamentos y un protocolo muy estricto que se debe cumplir.
Además de demostrar trabajo, dedicación y acudir a seminarios para ampliar sus conocimientos, cada mes asiste a reuniones en diferentes estados de la República Méxicana en las que se abordan diferentes temas relacionados con la Alianza de Mesas Redondas Panamericanas.
Este 2016 se cumplen cien años de la fundación de la Mesa Redonda Panamericana, movimiento que inició en San Antonio, Texas, en octubre de 1916, pero fue hasta 1928 que llegó a México.
La primera Mesa Redonda Panamericana que se fundó fue en la Ciudad de México; la segunda en Monterrey y la tercera en Reynosa. Después otras ciudades se sumaron como Matamoros, Durango y así sucesivamente hasta llegar a 76 Mesas Redondas Panamericanas y cuatro grupos juveniles.
El principal objetivo de este organismo es apoyar a estudiantes de bajos recursos a concluir una carrera universitaria, crear bibliotecas, apoyar a la cultura y conocer los países de América no sólo en el sentido visual, sino de “viajar” al lugar para conocerlo, investigando sobre sus tradiciones, artesanías y costumbres.
Uno de los días más representativos para la organización es el Día Panamericano, en el que rinden homenaje a las banderas de todos los países de América y se conmemora el 14 de marzo.
En Reynosa el festejo se realiza en el mes de abril con un desfile de banderas y trajes típicos de los países, además de abordar un tema en una conferencia.
No se interviene en temas políticos, pues el mayor interés del organismo es apoyar la educación y la cultura de cada país.
A lo largo del camino Nora Iris ha tenido oportunidad de visitar algunos países de América como Costa Rica y Argentina en dos ocasiones. Con el cargo que desempeña actualmente su responsabilidad a nivel nacional es visitar las mesas para estimularlas y brindarles su apoyo. Asiste a sus cambios de mesa directiva, festejos de aniversario o tomas de protesta de nuevas socias.
Para finalizar, Nora Iris dice sentirse feliz de formar parte de algunas organizaciones de la ciudad en las que brinda su ayuda a los más necesitados, donde ha conocido a personas increíbles a las que puede llamar amigas y amigos.
Es por ello que invita a la gente a formar parte de alguna organización o simplemente hacer labores altruistas, pues el servicio a la comunidad deja una gran satisfacción.
“Al final de su vida disfrutarán de los recuerdos de esos días y en lo felices que hiciste a muchas personas”, dijo.
Es importante decir que Nora Iris se ha dejado regir por el lema de la Mesa Redonda Panamericana: “‘La amistad y la comprensión en nuestros pueblos de América’, estoy segura de que muchos están concentrados sólo en trabajar y se están olvidando de lo importante de esta vida que es disfrutar de los suyos, hacer otra actividad social, de ayudar a quien lo necesita y sentir esa emoción al ver una sonrisa de agradecimiento”, concluyó.
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