ÑAM ÑAM
por CYNTHIA ROBLES WELCH
Una de las relaciones más importantes del ser humano es la que tiene con el alimento, porque de esta forma se nutre y puede mantenerse vivo y con salud.
Considero que lo que me ha ayudado a mantener sana esta relación es, primero, aprender a escuchar mi cuerpo y enseñarle a mi familia a
hacerlo.
Si nos conectamos con el cuerpo observamos lo que le pasa cuando probamos o comemos algún alimento, nos va diciendo con sus reacciones por donde irnos, suena raro pero para mí así ha sido en los últimos seis años y me he sentido muy bien.
Bombardeados por todos los medios de difusión con publicidad que nos vende la idea de que lo práctico nos ayuda en nuestro estilo de vida, vamos como zombis repitiendo patrones y enfermándonos de generación en generación, creyendo que la mayoría de nuestras enfermedades son genéticas, y aunque no soy experta lo que sí puedo decir es que al cambiar hábitos y romper “tradiciones familiares” adaptando medidas más saludables, esas enfermedades a las que somos propensos pueden dejar de aparecer o sobrellevarse cuando
detonan.
En la última conferencia que me tocó impartir, se me ocurrió preguntar si alguien tenía algún remedio en la bolsa para el malestar estomacal, éramos casi 200 personas y puedo
jurar que más de la mitad me ofrecieron al unísono pastillas rosas y de colores.
No es fácil, vivimos tapando todas las señales del cuerpo con pastillas, azúcar entre otras sustancias.
Para percibir la señal de la saciedad lo ideal es darle valor al ritual de la alimentación y concentrarte en el momento de la comida, libre de cualquier distracción y, si es posible, hasta ambientarlo con música suave que te acompañe durante este momento tan importante para el cuerpo.
La relación con el alimento para mí es sagrada, incluso tengo todo un ritual cuando voy de compras y cocino: sentarnos en familia y con amigos a disfrutar.
No suelo servir los alimentos al centro de la mesa porque provoca que te conectes con tu saciedad y puedas entender más fácil la señal de que estás satisfecho. Me gusta que cada quien se sirva lo que necesita.
Cuando comes en tu trabajo, puedes lograr tener tu ritual sin distracciones, sólo hay que buscar la forma y el tiempo. Si para socializar y tener intimidad lo encontramos ¿Por qué no para alimentarnos?
También hay que masticar y disfrutar el alimento para ayudarle al organismo a que lo reciba de la forma necesaria y responda como se
requiere.
Otra recomendación es comer lentamente. Suelta el tenedor en cada bocado para que la señal llegue al cerebro en tiempo y puedas lograr entender el signo de saciedad en el momento que tu cuerpo te lo mande, así tú sabes decir hasta aquí.
Aconsejo además no dejar pasar mucho tiempo entre las comidas fuertes. Hacer dos tiempos de snacks, uno a media mañana y otro a media tarde para mantener la energía continua pero, sobre todo, no llegar a las comidas fuertes enloquecida de hambre y así evitar los atracones.
En las reuniones sociales estamos acostumbrados a comer sin parar en agradecimiento a las atenciones de los anfitriones, y éstos, a su vez, pretenden llenar de comida a los invitados como si fueran barriles sin fondo. En este caso sugiero ser transparentes y agradecidos. Aprender a decir no, es de suma importancia.
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