Una exposición de dibujos que lleva al espectador a una reflexión sobre el espacio urbano y la configuración de las ciudades en México.
Rolando Jacob presentó en la galería académica del Parque Cultural Reynosa la exposición “Menos es más”, un proyecto de dibujo que hace una reflexión en torno a la imagen cotidiana de la ciudad mexicana, al entorno urbano sin un diseño determinado y a la denominada por Bernard Rudofsky como arquitectura sin arquitectos. Tomando como base la contraposición ideológica entre dos maneras de entender y de crear la ciudad. Por un lado la arquitectura hecha por profesionales en la materia: diseñadores y urbanistas; por el otro la arquitectura cotidiana, realizada por el ciudadano de a pie, que surge como una solución inmediata a sus propias necesidades de espacio. Después del coctel de presentación el 4 de mayo a las 19:00 horas, los asistentes apreciaron los trabajos que en base a una investigación sobre el movimiento moderno arquitectónico en la primera mitad del siglo XX, se conformó una lista de diez proyectos emblemáticos que se consideran hitos en la configuración de la vivienda contemporánea; por ejemplo la Villa Savoye de Le Corbusier, la Casa Farnsworth de Mies Van der Rohe o la Glass House de Philip Johnson. Por otro lado, se tomó registro fotográfico de viviendas ubicadas en colonias populares de las ciudades de Monterrey y Reynosa. Los dibujos expuestos fueron el resultado de contraponer ambas referencias: lleva a cabo el ejercicio de crear paisajes imaginarios en los cuales las grandes obras maestras de la arquitectura moderna se han encontrado siempre ubicados entre viviendas comunes de cualquier colonia popular mexicana. ¿Cómo sería una casa de Le Corbusier si hubiera estado siempre habitada y además fuera partícipe de las ampliaciones, remodelaciones y reconfiguraciones que sufre una vivienda mexicana común en el transcurso de su vida útil? “Menos es más” responde a esta pregunta por medio de imágenes que invitan a hacer una reflexión sobre nuestro propio espacio urbano, la configuración de las ciudades en México, la autoconstrucción cotidiana, el legado del modernismo europeo en nuestro país y la influencia del mismo en la actualidad.
EL AUTOR
Rolando Jacob es originario de Reynosa, estudió arquitectura y artes visuales en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y más tarde el máster en Investigación en arte y creación en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.Aunque su trabajo parte generalmente del dibujo, también abarca otros medios como la pintura, la instalación o el video. En sus líneas de investigación se interesa por el papel que tienen los diversos acontecimientos sociales en la configuración de la arquitectura y el paisaje urbano que nos rodea, así como en las posibilidades de representación estética de los mismos. Ha presentado su trabajo de manera colectiva en diversos museos, galerías y espacios independientes de México, España y Estados Unidos, entre los que se encuentran el Centro de las Artes de Monterrey, el Antiguo Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México o el Matadero en Madrid. También ha sido beneficiario del programa Jóvenes Creadores 2014, del Programa de Estímulo a la Creación (PECDA) Tamaulipas 2015 y ganador de mención honorífica en la XI Bienal Femsa. Desde el 2009 es codirector del espacio independiente de arte NoAutomático en la ciudad de Monterrey, donde actualmente vive y trabaja, compaginando la producción artística con la arquitectura y el diseño. El último estertor de la arquitectura moderna aconteció, de acuerdo a Charles Jencks, el 16 de marzo de 1972 a las 15:00 horas, con la demolición del conjunto habitacional Pruitt-Igoe de St Louis Missouri. El fallido plan urbano diseñado por el arquitecto norteamericano Minoru Yamasaki en 1951 pretendía ser un alivio para la población de escasos recursos, afectada colateralmente por la guerra. Inspirado en las “máquinas de vida” de Le Corbusier, el lugar terminó por ser un espacio socialmente estigmatizado, el cual, como la impostura del metarrelato progresista, cedía el paso a partir de su consecuente dispersión. Simbólicamente, al tiempo que todo lo sólido se desvanecía en el aire, la posmodernidad iniciaba. Pero la modernidad no ha dejado de pulsar del todo. Su presencia es más que palpable en ocasiones como ruido de fondo y en otras más como condición primordial. La propuesta de Rolando Jacob se instala en esta vía, donde la modernidad ha adquirido una especie de suspensión animada, no como en el caso del proceder histórico, sino como una transmodernidad inesperada, una síntesis imposible, por tanto, de la historia en nuestro presente, una pervivencia de los restos cadavéricos del pasado, que retornan en una contemporaneidad convulsa, que no compone sin más un mosaico de datación diversa, sino que lo integra en un dinamismo redivivo y mutante. A pesar de mantenerse en el ámbito de la ficción, el proyecto aborda el reflejo del subdesarrollo propio y relocalizable en el territorio latinoamericano, con el que política, económica y culturalmente, se coexiste de manera cotidiana.
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