El sabor dulce siempre estuvo presente en su paladar. Desde niño Erick Morales Pasarán fue atraído por el olor a pasteles y galletas que cocinaba su mamá; su amor por la cocina viene de familia, se lo inculcaron también sus abuelas.
Desde entonces, y a su escasa edad, se dio cuenta que su vocación debía estar sazonada con estos ingredientes y decidió tomar la sartén por el mango y graduarse como chef.
Con el tiempo su madre inició un negocio familiar al que se integró mientras estudiaba la preparatoria, encargándose de la elaboración de pasteles, galletas y empanadas.
“Cuando estaba en la universidad hice empanadas para vender… primero fueron diez hasta que llegó la ocasión en que me compraron trescientas empanadas en una semana con ayuda de mi mamá. Con ese dinero pagamos deudas, pagué mi escuela y me hice de un equipo más grande de cocina”, recordó.
Cursó sólo un año de la carrera de Administración de Empresas Turísticas en la Unitec, pues prefirió continuar sus estudios en el Instituto Culinario de Norteamérica y estudiar la licenciatura en Administración Gastronómica.
“Desde que pisé por primera vez la escuela de cocina supe que no me había equivocado y ahí empezó mi ímpetu por querer hacer cada día más”, mencionó.
Comentó que durante el primer semestre de la carrera participó en un concurso en el que obtuvo el primer lugar.
Fue un logro importante en su vida, pues había competido con los estudiantes más avanzados del instituto.
GRANDES SATISFACCIONES
Cuando habla de su profesión su rostro refleja la pasión y el amor que le tiene a la cocina.
Señaló que hace algunos años tuvo la oportunidad de trabajar en “Sopexa Groupe Marketing International Alimentaire Vin & Art de Vivre”, un área de la embajada francesa responsable de importar a México productos de aquel país.
También tuvo la suerte en 2006, con tan sólo 24 años, de ser el chef sustituto y responsable de preparar la cena francesa para el hotel casa en el festival Humani