En el Maratón de Aguas Abiertas Bacalar 2018, destaca por segundo año consecutivo.
Sobresalir en competencias de natación ha sido una experiencia que le ha dado grandes satisfacciones a Margarita Escobar de Rodríguez, al conseguir estar en los primeros lugares por dos años consecutivos.
La “mujer de hierro” demostró que está de vuelta con la misma energía pues el año pasado ocupó el primer lugar en el Reto “Isla a Isla” de Cancún a Isla Mujeres y ahora un segundo lugar que en el 5k en Quintana Roo, le costó un gran esfuerzo al fallecer su hermano Javier Escobar Cantú durante la competencia.
El 17 de junio estuvo presente en el Maratón de Aguas Abiertas de Bacalar 2018, donde asistieron mil 500 nadadores, logrando el segundo lugar en los 5 k en su categoría de 55 y mayores con un tiempo oficial de 2:03:10 horas.
Aunque pudo haber logrado el primer lugar, una confusión en una de las vueltas a los muelles, le hizo retrasar sus tiempos, en la justa deportiva efectuada en Quintana Roo, donde compitieron sus hermanos Javier y Lucía.
Nadar codo a codo entre miles de nadadores al mismo tiempo es una experiencia que exige a los mejores, un ejemplo que les dio su padre Jesús Escobar Rocha, reconocido maratonista de la ciudad que estuvo presente en maratones de Nueva York, Boston, Madrid y París, el mismo que les sugirió a sus hijos realizar un deporte para cuidar la salud.
“Mi papá estaba listo cada fin de semana en una competencia o un maratón cada seis meses, desde chico hizo ciclismo, natación, todos los deportes. En casa era obligatoria la natación y teníamos que escoger otro deporte; cada semana también
íbamos a competencias”, expresó.
Margarita dejó unos años el deporte, para volver a la actividad a los aeróbics con una certificación de Egos Gim en la colonia Petrolera.
Quien fungiera como directora de Paidos Club, en la colonia Vista Hermosa, después se mudó a McAllen para retomar con decisión lo que más le gusta, ahora que disponía de tiempo libre.
“Empecé a trotar hace 5 años por la calle Segunda, con cinco, seis y fui incrementando las distancias hasta los diez, al principio lo hice para mantener mi mente ocupada y olvidar la ausencia de mi padre”, aseguró.
Después de 40 años sin nadar, dicen que lo que bien se aprende no se olvida, y ella optó por acudir a la alberca municipal como a una privada del Cimarron Club en McAllen para probar su fuerza muscular.
LUCÍA LOS ANIMA A COMPETIR
Su hermana Lucía fue quien motivó a sus hermanos a participar en competencias de natación, tal y como lo hacían cuando eran adolescentes.
“Ponle que quedé en tercer lugar”, dijo bromeando pues terminó en lugar 13 en Bacalar, aunque el año pasado fue cuarta en Cancún-Isla Mujeres.
A ella y a su “segunda mamá” Margarita, como se refiere de cariño, las une el deporte y saben que deben practicarlo con frecuencia para seguir activas y sobre todo tener una buena salud.
Apenas el año pasado Lucía y Margarita fueron a Cancún el 15 de junio, fecha que coincidía con el aniversario de bodas de sus papás.
“Me sorprendí cuando al final logré el primer lugar, pero tengo buena resistencia. Y es que yo sólo me sintonizo, me pongo mis audífonos y no me causa un gran esfuerzo nadar una, dos o cinco horas con tranquilidad, yo me concentro y me desconecto para hacer las repeticiones de brazadas”, dijo quien estudiara psicología.
Ahora este año competir ante mil 500 nadadores significó un gran reto, luego de que el en el 2017 lo hiciera ante 250, entre tanta gente la condición era usar una gorra, brazalete con un chip y un salvavidas de protección.
Después de hospedarse en Mahahual, a una hora de distancia, en un día muy lluvioso, decidió junto con sus hermanos no abandonar la competencia internacional. A ella le anotaron el número 204 con un marcador, a Lucía el 205 y Javier 203.
“No podías pasar con el brazo derecho las boyas para no ser descalificado, Bacalar es una laguna de 42 kilómetros de largo, pero con la lluvia de ese momento no se veía nada”, dijo.
En diferentes partes del recorrido a los nadadores se les pide “marcar” su chip, pero hay situaciones que ocurren inesperadamente y no está contemplado que sucedan.
‘MARCA’ POR SU HERMANO JAVIER
Margarita hace en 18 minutos un kilómetro en alberca, pero a mar abierto tuvo sorpresas que le hicieron perder tiempo.
Su hermano Javier acostumbraba hacer 15 minutos por kilómetro, su tiempo era 1 hora 15 minutos para la prueba de 5 kilómetros, mismo que ella hizo pero que se equivocó de ruta al irse hasta la meta con otro grupo de nadadores.
“Cuando voy en ese tramo al dar la vuelta, me pego a un grupo, después espero espacios para cerrar, pero cuando acuerdo se desvían y salen a la meta a los dos kilómetros y medio. Después cuando saco mi brazo veo que era 1:15 minutos en el reloj y grito mi número; era el tiempo que hubiera hecho mi hermano Javier, pocos minutos después había muerto mi hermano”, recordó.
Como no era su tiempo correcto, la hicieron regresarse a la competencia y perdió más de 10 minutos al haber errado de muelle.
Margarita afirmó que de no haber fallecido de un infarto al miocardio, Javier hubiera conseguido un buen lugar, como en competencias anteriores.
Estaba tan conectado con su hermano que al nadar no sabía quien iba a su lado, no veía a los nadadores, sólo tardaba un microsegundo para tomar aire cuando los lentes se le empañaban.
Después venía una ola, un competidor podía estorbar, por lo que siempre hay que estar concentrado en la carrera. Es tan dura la competencia que muchos la abandonan, tal vez porque se apanican, les dan un manotazo en el movimiento o tragan agua y no saben qué hacer.
NO ESTABA AL FINAL
Cuando Margarita llega a la meta, le parece extraño no ver a su hermano Javier, como también a su mamá Margarita Cantú de Escobar, o a sus cuñadas que les lanzaban porras cuando terminaban sus competencias.
Ella sabía que deberían de estar ahí. No los ve y se pone a buscarlos entre los más de mil 500 participantes, con otros mil 500 de invitados que acudieron para ofreecerles su apoyo.
Les dijo a sus hijos Héctor Javier, Margarita y Marcela, como a su esposo Everardo Rodríguez Plata que mejor le hablaran después de las 12:00 del mediodía porque no se permitía usar celulares dentro del agua.
Entonces pensó “qué raro que no veo a mi gente”. Estaba la cuñada de su cuñada y le avisa que se llevaron a Javier porque se sentía mal.
“Eso no puede ser”, entonces se empieza a bloquear y después de batallar para comunicarse, le hablan por teléfono y le dan a conocer fríamente la noticia: “Javier abandonó la carrera, falleció”, para ponerse a gritar como loca y lo peor, tenía que darle la noticia a Lucía.
Lucía afirmó que llegó con miedo a la competencia, no había entrenado lo suficiente y presentía que algo malo iba a suceder.
“Javier siempre nos echaba porras al final, me alentaba oir su voz y esta ocasión no lo escuché. Me decía Lucesita, de cariño. Entonces le echabas más velocidad para hacer un mejor tiempo. Fue un hermano muy bueno con todos. A él lo veo en mucha paz, en armonía, siempre nos llevamos muy bien desde chicos”, dijo conmovida.
Era una persona muy dedicada a su trabajo, siempre estaba dispuesto a dar un consejo. Fue diácono de la Iglesia San Cristobal Magallanes, casado con Beatriz Ruiz de Escobar con quien tuvo dos hijos: Alberto y Jimena.
Para Margarita su buen resultado no vale nada por la pérdida irreparable de su hermano.
“Me sentí incompleta, ya era más el dolor que teníamos, que lo que habíamos hecho en la competencia. No nos importaban las medallas, ni nada. Nos hace mucha falta nuestro hermano Javier”, agregó.
Al parecer los médicos le pidieron a Javier abandonar la carrera, pero él se opuso porque quería llegar a la meta.
Fue un deportista que hacía ejercicio con frecuencia, ejemplo que les dio su padre Jesús para que dieran siempre a “todo lo que da”.
Esta competencia la hubiera ganado Javier tranquilamente. El año pasado quedó en segundo lugar en 7K en su categoría de 50 años, porque el ganador del primero hizo 1:55 horas.
Javier Escobar tenía un promedio de 1:20 horas en sus entrenamientos en albercas de McAllen, “la tenía más fácil”, aseguró Margarita.
Aunque acongojada con la noticia, su hermana Lucía la abraza fuerte y le arranca una leve sonrisa. Su madre no acudió a la entrevista, la anima a seguir el consejo de su padre, porque la vida es como una carrera de natación, la meta aún se vislumbra lejana y hay que luchar por estar siempre en los primeros lugares.
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