
Un perro nunca juzga y siempre demuestra lealtad y amor desde la sinceridad más profunda. Quiere sin reproches y celebra con la familia, para ellos no existe la venganza o el rencor.

La lealtad de los perros hacia los seres humanos no es obra de la casualidad. Para éstos la familia es su manada y la adoptan como propia.
Los peluditos de cuatro patas domesticados descienden de los lobos que el hombre acogió y domó con comida y refugio a cambio de convertirlos en sus perros guardianes. Esta relación recíproca permanece en sus genes y su lealtad es crucial y un subproducto de ella, por lo que logran crear un vínculo muy especial con las personas. Para que esta relación permanezca las mascotas deben sentirse protegidas ante cualquier peligro, y de manera incondicional se convertirán en compañeros de vida.
Además de amigos, tienen el poder de ayudar a sus “dueños” a superar problemas emocionales y psicológicos: estrés, depresión, tristeza, enojo, soledad, etc., incluso los sacan de casa para acompañarlos a correr por la calle, por lo que garantizan su bienestar emocional y físico.
Los perros despiertan en el ser humano el verdadero significado del compromiso, la reciprocidad, la lealtad y el amor incondicional, a veces, imposibles de experimentar de humano a humano.