• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
  • Saltar al pie de página

Edición Impresa

Top

Top

La Revista

  • Sociales
  • Eventos
  • Entrevista
  • Reportaje
  • Espectáculos
  • Columnas
  • Edición Impresa

Andando, sanando y a Dios rezando

9 de mayo de 2023 por Susana Valdés Levy

Si bien las enfermedades y trastornos mentales pueden afectar a todos por igual, sin distingo de raza, género, religión o posición social o económica, este último factor, que concierne a la economía, hace una enorme diferencia; no solo por lo que cuesta tener acceso a la salud mental (existen instituciones públicas y gratuitas que atienden estos casos), sino porque quien padece un trastorno o desorden mental necesita contar con suficientes recursos al menos para darse el tiempo de sanar, si es que su condición tiene cura.

La gran mayoría de las personas vive al día y a veces, ni siquiera al día: cargan deudas, pagan renta, servicios, transporte y todo lo que básicamente se requiere para vivir, a partir de un salario que depende de un empleo o de un oficio. Un montón de gastos fijos que no esperan a nadie. Así que, si llegaran a sufrir depresión, ansiedad, insomnio, alguna adicción o cualquier otra forma de perturbación en su salud mental como bipolaridad, personalidad limítrofe, traumas, fobias, manías, o sencillamente estrés extremo, etc., simplemente no pueden hacer una pausa para sanar… deben sanar sobre la marcha, llevando su padecimiento a cuestas y sin poder detenerse para tratar de recuperarse.

Es sumamente difícil obtener una incapacidad con goce de sueldo por motivos de salud mental y por tiempo indefinido, sin que esto repercuta en su estabilidad y permanencia laboral.

De este modo, la salud mental se convierte en un lujo solo para quienes cuentan con ingresos garantizados para subsistir por cuanto tiempo sea necesario, sin caer en la miseria. Quienes viven al día no pueden darse el “privilegio” de atender sus problemas de salud mental bajo un protocolo terapéutico adecuado.

Por eso no es extraño que tantas personas vayan por la vida semi-funcionalmente a punta de medicamentos…ansiolíticos, antidepresivos, somníferos, estabilizadores del ánimo, ya sean restringidos o no, recetados o auto-medicados, adquiridos de forma legal o clandestina….todo para poder seguir “correteando la chuleta” día tras día,  mientras que la sombra de las enfermedades mentales se cierne sobre sus cabezas….para ellos no hay tal cosa como “time-out”.

Sin duda es un gran avance que hoy en día se pueda hablar de padecimientos mentales sin el despiadado estigma que había hasta hace poco. Sin embargo, el reto ahora es poder verdaderamente “democratizar”  el acceso a la salud mental.

En ese aspecto hay mucho trabajo por hacer, empezando por la cobertura de seguros de gastos médicos para tratamientos psiquiátricos, derechos laborales que protejan a quienes requieren de atención médica o incapacidad temporal indefinida, programas de salud pública suficientes para brindar atención y seguimiento a pacientes ambulatorios o que requieran de internamiento, y muchas cosas más.

Por lo pronto, la gran mayoría de las personas que sufren algún problema de salud mental, deben ir -en algunos casos como bombas de tiempo- andando, sanando y a Dios rezando.

Categoría: Columnas

Footer

Síguenos en:

TOP · Derechos Reservados 2020 ©

Nuestros Sitios

  • Hora Cero Web
  • Hora Cero Tamaulipas
  • Hora Cero Encuestas
  • Hora Cero Nuevo León
  • Revista Top
  • Revista Doctors

Sitios de Interés

  • El Universal
  • Diario Milenio
  • El Mañana de Nuevo Laredo
  • El Diario de Laredo
  • El Norte
  • La Jornada
  • En Río Bravo
  • La Prensa

  • Sociales
  • Eventos
  • Entrevista
  • Reportaje
  • Espectáculos
  • Columnas
  • Edición Impresa