Existen diferentes tipos de apegos emocionales que a lo largo de nuestra vida vamos experimentando. No necesariamente significa que sea malos o dañinos, sucede solo así cuando afectan nuestra conducta en relación con los demás, ya sea en el aspecto familiar, laboral o sentimental.
La dependencia que se establece entre personas, situaciones o cosas con las que se acostumbra a vivir día a día y que da por hecho que siempre estará ahí, representa un apego emocional, pero: ¿qué pasa si de pronto nos cambia la vida y toma un giro diferente a lo que veníamos experimentando estos últimos años?
En cuanto a las personas, en el caso de una separación (divorcio) o muerte de la pareja, los hijos o familiares que de pronto ya no estarán presentes. Respecto a las situaciones puede tratarse de la rutina laboral o una enfermedad que modifica las actividades diarias, mientras que las “cosas” refieren al estatus social o económico.
Así que un cambio repentino de estas actividades o rumbo de nuestra vida, sí afecta nuestra parte sentimental debido al apego emocional que nos hacía dependientes de una rutina, una estabilidad familiar o económica, y nos puede trastocar en el día a día.
Como ejemplo cito un paciente en mi consulta privada por el tema de separación de su pareja (matrimonio). Me llamó la atención un comentario que me hizo de “sentirse perdido” después de muchos años de matrimonio. Puede ser que al inicio en lo que asimilas la situación no encuentres el rumbo de tu destino más próximo, y en el proceso de “acomodar” las ideas puede ser que tengas esa sensación de no tener un “norte,” hacia donde dirigir el barco.
Con el paso de los días terapéuticos, el paciente fue encontrando nuevas oportunidades de “reinventarse” y fue cambiando sus actividades, rutinas, se dedicó más tiempo a él, compró ropa nueva, se concentró más en el trabajo y en su superación profesional, y con el tiempo y muchas ganas, logró superar ese apego emocional.
Pero, ¿cómo supero un apego emocional?
Primero, déjame decirte que aunque así lo parezca, el mundo no se detiene ni se acaba por una situación así, recuerda que a veces necesitamos vivir estás experiencias para hacer diferentes cosas, salir de nuestra zona de confort, cambiar de hábitos; impulsarnos a sacar lo mejor de ti mismo (a), o para dejarnos una enseñanza que nos haga evolucionar como seres humanos.
Un diamante primero tuvo que ser tallado muchas veces para lucir tan bello como lo conocemos, y para lograrlo fue necesario la manipulación de su exterior para poder resaltar su brillo interior. Así somos los seres humanos, en ocasiones necesitamos de esas pequeñas sacudidas para saber de qué estamos hechos.
El camino para la recuperación no es fácil, pero tampoco imposible. Las cosas fáciles ya están hechas; las difíciles no cualquiera las hace. Empieza por cambiar de hábitos, busca personas que sumen, que traigan buena vibra, que tengan optimismo; proponte metas a corto y mediano plazo, que sean alcanzables; dedícate tiempo para hacer tus hobbies predilectos; reúnete con amistades; come sano, lee un libro; haz cosas que te hagan sentir bien a ti y piensa en ti por el momento, no tiene nada de malo ser egoísta por un tiempo en lo que logras reinventarte.
Recuerda que cuando naciste llegaste solo a este mundo y venías desnudo, con el tiempo te fuiste haciendo de todo lo que posees, entonces regresa al inicio y date cuenta de que lo más importante cuando naciste era justamente tu vida y todos celebraron por ello, ¿por qué no habrías de celebrarlo tú?
Ahora tienes la oportunidad de comenzar de nuevo, más fuerte, más sabio, más experimentado y con más tiempo libre para dedicártelo. Muchos le llaman egoísmo, yo le llamo amor propio.
Ningún mensaje llega por casualidad, si estás leyendo esto, seguramente era porque lo necesitabas. ¡Ánimo, sí se puede!