El nacionalismo de la postrevolución privilegia a la china poblana considerando su presencia y traje como símbolos de la nación. Con los años, su fama llega tan lejos que personajes de la talla de la bailarina rusa Anna Pavlova ejecuta el jarabe tapatío con zapatillas de ballet y el vestido tradicional.
FOTOS JLEAL
Mientras se gestaba la Revolución Mexicana, debido a la situación que atravesaba el país bajo el Porfiriato, el traje de china poblana, ya con lentejuelas y motivos de flores, resultaba ganador para caracterizar y distinguir a México, después de una convocatoria lanzada por el presidente Porfirio Díaz.
Unos años después, así como se celebraba la culminación del conflicto armado, el general Álvaro Obregón, mandatario de la nación entre 1920 y 1924, decretaba que la imagen del charro y la china poblana representan al país, por lo que se convirtió en símbolo de la feminidad mexicana.
A través de los años, celebridades tanto mexicanas como extranjeras han vestido el traje de china poblana como elemento de identidad nacional, dándole difusión. Entre ellas: la marquesa Calderón de la Barca, la bailarina rusa Anna
Pavlova, quien con zapatillas de ballet y el vestido tradicional ejecutó el jarabe tapatío; las divas de la pantalla grande y de las artes escénicas como María Conesa, Mimí Derba, María Félix, Lucha Reyes y María Caballé.
Incluso ha sido inspiración de diseñadores extranjeros como Jean Paul Gaultier, quien ha creado sus propios diseños con un estilo contemporáneo.
Pero fue durante el siglo XIX cuando más se lució por parte de las castas, en especial las mestizas y mulatas.
Sin embargo, en lo que concierne a la figura de la china poblana, va más allá de una representación de un traje o una mujer vestida con este atuendo, pues se trató de una princesa hindú que vestía su propia indumentaria y fue raptada y vendida a un comerciante.
Entonces, ¿de dónde surge el nombre de “china poblana”? Algunos señalan que a las empleadas domésticas y, a las cocineras de origen mestizo se les llamaba “chinas” en lengua quechua, y “poblana” por ser de pueblo y no de Puebla.
Se cree también que surge por la casta china a la que pertenecía su esposo, porque así se les apodaba a los que venían de Manila o por su forma de vestir, con colores brillantes y adornos de chaquira y lentejuelas.
CATARINA, LA CHINA
Aunque aún hay personas que consideran que se trata de una leyenda, su historia se remonta hacia 1621, cuando Diego Carrillo, el virrey marqués de Gélves, solicitó para su servicio a una joven china con la peculiaridad de que fuera tan exótica en palacio como un papagayo en su jardín.
Se cuenta que al sur de la India vivía una princesa llamaba Mirra (o Catarina), la cual fue abandonada por sus padres a la edad de diez años. Expuesta a toda clase de peligros, la pequeña fue raptada por unos piratas y encerrada en una bodega. Se escapó pero fue recapturada y vendida como esclava a un comerciante que vivía en Puebla de los Angeles, casado con Margarita de Chávez. Al no poder tener hijos la adoptaron como ahijada y servidumbre.
La belleza de “La china”, como en ese tiempo llamaban a Catarina, la hizo muy popular en la ciudad, además de que se distinguía por una muy particular forma de vestir: saya, manto y toca, formaban su indumentaria.
Al morir su padrastro ella queda en libertad pero en la pobreza.
Vivía en un convento y comenzó a tener visiones, por lo que consideraban que estaba loca.
Pero muchas personas creían que Catarina era una profetisa, incluyendo al obispo de Puebla, los sacristanes de la Compañía de Jesús y todos los jesuitas del lugar.
Catarina se casó con un esclavo de nombre Domingo Juárez y falleció a la edad de 82 años. En su funeral fue venerada por el pueblo. Los poblanos la consideraron una santa hasta que en 1691 el tribunal de la Santa Inquisición prohibió la reproducción de cualquier acto de veneración hacia ella.
EL ATUENDO
El traje de china poblana, por ser una pieza lujosa y elaborada, fue usado por las damas de la corte y la alta sociedad, pero al ser una prenda más de origen popular no trascendió en esta clase social.
El traje de china poblana inicialmente se componía de una camisa blanca escotada y de mangas cortas, de muselina blanca con encajes, holanes y bordados en punto de cruz de seda de colores. La falda estaba confeccionada en tres franjas de seda; la primera de color gris adornada con espiguilla dorada; la segunda, con paliacates azules, cinta dorada y en las puntas flecos plateados, y la tercera con encaje plegado y puntas de la misma seda gris. La falda tenía como característica ser muy amplia y podía variar sólo para enriquecerla y darle mayor realce, por lo que se permitía que se le anexaran galones dorados, flecos o lentejuelas de oro y plata.
La falda podía ser de color rojo bordada de lentejuelas, con raso verde o blanco, zapatillas de raso brillante con o sin medias.
Además, como accesorios, llevaban una mascada de seda al cuello y rebozo terciado sobre el pecho, con puntas hechas de macramé caídas a la espalda, así como collares de oro y de coral, y grandes arracadas de plata u oro.
El cabello también las diferenciaba del resto de la población, largo, de color negro; lo dividían en dos partes formando con cada una de ellas una trenza que enrollaban simulando una corona o chongo. O bien, lucían sus largas y gruesas trenzas entrelazadas con listones. Los tocados eran de papelillo, coral y oro.
Con el paso del tiempo, los bordados del traje de china poblana, inspirados en los trajes de las campesinas españolas, se han enriquecido, principalmente en los corpiños. Las blusas ahora incorporan finas chaquiras de colores brillantes. La falda se cubre con lentejuelas de color oro y plata para destacar el águila del escudo nacional, que luce como motivo principal.