Son apenas pasadas las 5:00 a. m. del 12 de agosto 2025. Puse el despertador muy temprano para levantarme a ver el cielo que presenta un espectáculo cósmico que rara vez se puede observar a simple vista: la conjunción de Venus, planeta del amor, la belleza y el placer, que se une a Júpiter, regente de la prosperidad, la fe y el optimismo.
Se puede ver con toda claridad. ¡Es precioso! Desde nuestra posición terrestre, la conjunción de estos dos planetas parece una danza en la bóveda celeste, aun nocturna, despejada y oscura, mientras que todos los demás planetas del sistema solar se alinean alrededor en una coreografía maravillosa.
No sé si estos movimientos planetarios en realidad influyan en la energía que nos gobierna o no. Tampoco sé si Mercurio, ahora ya no retrógrado, hará que todo fluya mejor en nuestro mundo y en nuestro diario vivir.
Solo sé que lo que hoy observé en el cielo antes del amanecer, ha valido la pena de madrugar. Me hace consciente de que todo es cuestión de perspectiva… desde aquí, así se ven ahora las cosas acomodadas en el cosmos, y es hermoso.
Esta llamada “conjunción” nos ofrece una lección digna de reflexionar: la mayoría de las veces las cosas no son como se ven.
Es claro que Venus y Júpiter no están “juntos” ni más cerca el uno del otro de lo que suelen estar en el contexto de nuestro sistema solar. Es solo que, desde nuestra posición en el espacio, así se ven hoy, como si se hubieran juntado.
Lo mismo sucede con muchos acontecimientos en la vida, que desde un ángulo se ven de un modo y, si nos movemos un poco, la misma escena se ve completamente distinta. Con otro enfoque, todo cambia; hasta nuestros juicios y testimonios sobre ciertos acontecimientos y personas.
A veces vale la pena tratar de ver las cosas desde distintos ángulos, para comprobr o desmentir que son como parecen ser o si solo es nuestra percepción desde nuestra posición.
Por lo pronto, deseo que el portentoso gigante Júpiter y el bello y fulgurante Venus que hoy, para nosotros los seres terrícolas, aparecen “juntos” en el cielo como emisarios de fuerza y amor respectivamente, llenen nuestro día con la armonía, la buena voluntad, la energía y el afecto que tanta falta nos hacen.
