Para la coach en salud y mamá crudivegana, Gabriela
Millán, debe haber un equilibrio entre lo que se come, piensa y siente. Sin embargo, después del nacimiento de su hija Mia crece el interés por entender el funcionamiento del cuerpo y la alimentación saludable.
Tres semanas antes de la fecha programada para su nacimiento, Mia abrió por primera vez sus ojos; sus papás, Gabriela y
William Millán, abrazados a ella le dieron la bienvenida.
A las pocas semanas, la bebé mostró ciertos problemas que los preocupan, por lo que deciden llevarla a consulta médica.
Después de varios estudios los resultados revelan un soplo en el corazón, una artería de más, eccema crónico, daños respiratorios y digestivos.
Los esfuerzos por aliviarla se intensifican y aún con el desalentador diagnóstico clínico, Gaby, su mamá, está convencida de que los cambios alimenticios durante su embarazo son los que provocaron que el organismo de la niña sufriera estas alteraciones.
Gabriela siempre ha sido una mujer sana, de familia deportista y buenos hábitos.
Desde más joven corría y las frutas y verduras siempre estaban dispuestas en la mesa.
Sin embargo, durante los meses de gestación empieza a tener antojo por la carne, que no era su plato fuerte y ciertos productos que generalmente no consumía.
En el momento no le sorprendieron estos cambios, pues en la mayoría de las mujeres embarazadas suceden ciertas alteraciones tanto en lo que comen como en su carácter, estado de ánimo y peso.
Con apenas un mes de edad, a Mia le empiezan a brotar ronchas en el cuerpo, en la cara y en el cuero cabelludo. El pediatra le dice a Gaby que a través de la leche de pecho le está transmitiendo la enfermedad, por lo que le receta a Mia cremas, las cuales, en lugar de ayudarla a mejorar, la empeoran.
Para entonces, la niña no podía siquiera dormir, pues al no hablar expresaba su dolor llorando.
Gaby, en su afán de encontrar una solución, empieza a investigar las causas del padecimiento y confirma sus sospechas: es consecuencia de un problema intestinal.
Preocupados porque la salud de Mia no mejoraba, acuden con el especialista y viajan rumbo a Monterrey donde el diagnóstico sigue siendo desalentador.
“Tanto en México como en Estados Unidos las recomendaciones de los doctores eran las mismas: medicinas, cortisona, esteroides y nebulizaciones de por vida”.
Una existencia con medicamentos para Mia, no es lo que quieren sus padres, por el grave daño que le van a causar a su organismo, así que Gaby, su mamá, decide profundizar en los temas de alimentación natural y medicina alternativa.
El primer paso es hablar con su esposo para que ellos sean el ejemplo para Mia. Gaby empieza consumir principalmente frutas, verduras y agua, evitando cualquier tipo de carne, lácteos, granos y productos procesados.
Apenas habían pasado algunas tres semanas del cambio de alimentación y la pequeña, sorprendentemente, tuvo un cambio radical.
Su salud mejoró notablemente y Gaby se convirtió en una mamá crudo vegana, gracias a los beneficios que pudo obtener de los alimentos naturales. Mia aprendió, por su parte, a comer “verde”, sano, porque entiende y reconoce que de otra forma, las ronchitas en su cuerpo pueden volver a aparecer.
UNA VIDA SALUDABLE
Las noches en vela para Mia y sus padres desaparecieron cuando las frutas y verduras empezaron a ser parte de su menú.
Gabriela Millán reconoce que su hija es su motor y fuente de inspiración para realizar este cambio de vida.
“Soy una mujer que se apasiona con lo que hace y no descanso hasta cumplir mis propósitos, más aún cuando se trata del bienestar de mi familia”, aseguró.
Su papá fue maratonista y un ejemplo de fortaleza y constancia; su mamá tenía el hábito de ejercitarse y sus hermanos jugaban futbol americano. Gaby, a muy temprana edad ensayaba ballet, tap y hawaiano además de que practicaba algunos deportes.
De adolescente corría por satisfacción personal, vivía en el Estado de México y debido a la altura del lugar, el esfuerzo para alcanzar sus metas era mayor.
“Lo hice por gusto, porque correr me daba una sensación de libertad al estar en contacto con la naturaleza”, comentó.
Además, platicó que viene de una familia restaurantera por parte materna, lo que sembró en ella la semilla para cultivarse en el fascinante mundo de la comida.
Reconoció que también tiene la influencia de sus dos abuelas en cuanto a gastronomía, la sazón de la comida de Sinaloa y la del sur de México.
Gabriela Millán estudió gastronomía en Monterrey en el Instituto Culinario de México (ICUM), aunque antes ya había tomado algunos cursos de alta cocina con Patty Rocatti.
Su padre, reconoció, la desalentaba, porque no consideraba que ser chef fuera una profesión. No obstante, al poco tiempo tuvo la oportunidad de vender los flanes y pies que hacía en una de las cadenas de su familia, en el “Pollo loco” de Monterrey.
La cocina era un gusto para ella y además empezaba a ganar dinero, lo que la motiva aún más. Se le despierta entonces la idea de estudiar administración.
“Por un lado mi mamá con el negocio de los restaurantes y, por el otro, mi papá con el de las finanzas”, mencionó.
El diseño gráfico también la atrajo, pero por las circunstancias se inscribió en la Universidad Bancaria para estudiar Derecho y Finanzas con la finalidad de apoyar a su padre en los negocios.
“Estaba muy consciente de que ser la hija del dueño me exigía tener los conocimientos necesarios para poder llevar el mando. Ocupaba el cargo de gerente y tesorera, por lo que no podía permitirme fallar”, comentó.
PLANES DE BODA
Mientras administraba el negocio de su padre, se daba tiempo de organizar la fiesta de su boda.
El día esperado llega y se casan, pero William y ella, a los tres meses, reciben la noticia de que serían padres. Su vida se iluminó desde entonces.
Como cualquier mujer en ese estado, su preocupación era no engordar, así que acudió con una nutrióloga
que no la satisfizo, pues le pidió seguir una dieta para el sobrepeso.
Debido a que Gaby tenía conocimientos sobre alimentación saludable, prefirió seguir sus propios consejos.
“Mi cuerpo me pedía comida que no acostumbraba. Sabía que durante el embarazo el metabolismo se alteraba y no desistí a esos antojos, por lo que mi niña nació con ciertas complicaciones”, reconoció.
Además de estos cambios, de recién casada se falseó un pie causándole un esguince, así que ya no pudo continuar haciendo ejercicio, sus largas corridas tenían que hacer un alto, y aunque durante la gestación el cuerpo se relaja y no se siente dolor, el tobillo seguía dañado.
AGÜITA DE COCO
Después de contraer matrimonio y el nacimiento de Mia, su vida y la de su esposo cambió por completo. Gaby había adoptado nuevos hábitos alimenticios, pero ahora la niña tenía que aprender que su comida sería muy diferente a la de los demás. ¿Cómo lograrlo? Era el nuevo reto.
Enseñarla a dar sus primeros pasos se complementó educándola a comer sano, que su paladar se acostumbrara a las frutas y vegetales crudos, pero que les hallara sabor y que en lugar de un refresco tomara agua de coco o jugos.
Así que los estudios sobre nutrición y medicina alternativa empezaron a ocupar la mayor parte de su tiempo, también aquellos en los que pudiera entender el funcionamiento del cuerpo y su reacción ante la comida, las emociones y el medio ambiente.
De esta forma, realiza una formación en consultoría Holonómica y Trofología, está certificada en Educación en Ciencias de la Salud y Nutrición, así como en Ciencias de comida cruda y artes culinarias, Herbolaria, Medicina China Tradicional y Ayurveda, y es coach en salud, además de terapeuta en la Organización Donnato de la O, nombre del maestro fundador, autor e innovador en el desarrollo de la Consultoría Holonómica.
Actualmente imparte cursos de cocina práctica y teórica, técnicas de elaboración de jugos y alimentos naturales.
“La presentación de platillos es un tema importante, ya que de la vista nace el amor”, dijo.
Su experiencia en este campo ha permitido a Gaby compartir sus conocimientos con la gente a través de pláticas que ofrece tanto en México como en Estados Unidos.
Para ella las enfermedades están relacionadas con la alimentación, las emociones, los pensamientos, los ejercicios, el alma y el espíritu; deben estar en equilibrio, en armonía para que el cuerpo funcione correctamente.
“Cuando se consume un alimento o se bebe un líquido se produce una reacción química en el cuerpo… Igualmente hay reacciones ante las emociones, la práctica de ejercicios…”, refirió.
El nuevo estilo de vida que adoptó la familia Millán les ayudó a hacerle frente a una enfermedad de la que Mia sólo recuerda cuando en una fiesta consume en exceso lo que ella llama “mugrero”, esto es, productos procesados que no congenian con la naturaleza de su comida.
También Mia ha tenido que aprender la forma de responder sin que le afecten los comentarios de sus compañeros de escuela y amigos.
“No ha sido una tarea fácil, incluso la he tenido que cambiar de colegio a uno que se adapte a su forma de vida”, reconoció.
Pero como las adversidades deben transformarse en enseñanzas, la mamá crudivegana reflexionó que durante este proceso entendió que no sólo se trataba de ayudarse como familia sino compartir con los demás esta experiencia
¿Cómo puedo contribuir a dejarle un mundo más fácil y llevadero a mi hija?, ¿Cuál es mi misión en la vida?, ¿Cómo quiero trascender?, se preguntaba.
“Entendí que mi misión es servir a la gente, transmitirle mis conocimientos, curarlos. Hacerles entender que la condición natural de las personas es estar saludables, que las enfermedades se generan por lo que se come, por las emociones, por lo que decide cada persona sentir y estar cargando”, aseguró.
Reconoció que puede haber familias que estén atravesando por momentos difíciles, alguien enfermo quizás, pero que lo pueden ayudar a través de una buena alimentación.
“Es un trabajo de mucho amor, dedicación, respeto a la naturaleza, porque el entorno tiene mucho qué ver con la felicidad de cada persona. Para mí esto no es un negocio, es dejar un legado, es el amor a mi hija, a los demás”, señaló.
Reconoció que una alimentación basada en los elementos que nos brinda la naturaleza, hacer ejercicio y cultivar el espíritu es la mejor manera de vivir la vida plena y feliz.
Mia es una niña prematura que nació pesando cinco libras. Actualmente tiene tres años y medio, un cabello rubio muy largo, es muy activa y comer
saludable… fue su medicina.
• Formación en consultoría Holonómica y Trofología.
• Certificación en Educación en Ciencias de la Salud
y Nutrición.
• Certificación en Ciencias de comida cruda
y artes culinarias.
• Certificación en Herbolaria, Medicina China
Tradicional y Ayurveda.
• Coach en salud.
• Terapeuta en la Organización Donnato de la O.
• Actualmente imparte cursos de cocina práctica
y teórica, técnicas de elaboración de jugos y alimentos
naturales.
clase_editor@horacero.com.mx
Tels. 929.75.85 al 87. Ext. 106