Hoy quiero compartirles cómo fue que me convertí en la persona que soy. Mi proceso en el mundo del bienestar se detonó a causa de un padecimiento llamado endometriosis, cada vez más recurrente en mujeres y adolescentes.
Los doctores tardan alrededor de siete años en promedio en diagnosticarlo de manera certera. Este fue mi caso, además de varias operaciones de la matriz sin sentido, con falta de ética y una negligencia que me llevó a quedarme con una matriz mutilada. En este andar, donde los caminos eran sinuosos y sin información, decidí tomar las riendas y me convertí en una mujer “cuestionadora”. Aprendí a velar por mis derechos y los de la familia a partir de investigaciones profundas, largas noches de lectura y conversaciones con expertos de la salud que atendían la enfermedad con una visión integral. No fue un camino fácil pero lo primero fue abrir mi mente y tener paciencia, disposición al cambio y a la transformación.
En este punto quiero compartirles que ninguna dieta mágica, ningún detox purificador por sí solo y ninguna meditación aislada me sanaron. En definitiva le atribuyó mi sanación a un conjunto de momentos de aprendizaje que me costaron, pero a los que he abierto la puerta con ganas de que las cosas sucedan, con apertura desde el corazón hasta el alma. Mi recomendación para todo aquel que tiene ganas de tener una vida plena llena de luz y energía es el compromiso con uno mismo.
¿Cómo empezar?
Cada persona tiene su momento a solas. Hay que darse espacio para estar con nosotros mismos, y escuchar nuestro cuerpo y corazón. En esos espacios aprende a sentirte y a enfrentarte. Asume cuál es tu situación para después empezar a trazar los caminos. Los amigos son una parte fundamental en este proceso, busca una personas que te soporte compartiéndole tus planes de transformación hacia una vida con bienestar. Escribe y diseña tú mismo el camino que quieres seguir, debes acércate con los que saben y tener la suficiente apertura para escuchar y recibir.
Hoy puedo decirles que después de diez años de empezar mi transformación hacia el bienestar y el amor, hay cosas y situaciones que me permito disfrutar al máximo, como el estar con mi pareja y mi familia, además de permitirme espacios para redescubrirme. Lo que más agradezco en la vida es haber aprendido a poner altos y no repetir situaciones, ni aceptar lo que no quiero o me hace daño. Perdonar y amar son los verbos que habría que tatuar en nuestros corazones.
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