Hace algunos años acudí a una conferencia en la que se hablaba del éxito, y decían que, la definición del éxito es algo muy personal ya que no significa lo mismo para todos. Entonces, contaron la historia del magnate Bill Gates…y como a grandes rasgos yo ya me la sabía (o eso creí) pensé en salirme de la sala para evitarme el aburrimiento de tener que escuchar una “receta de cocina” para llegar a la cúspide del éxito.
Pero me detuve, porque el orador en turno empezó a contar su propia historia en relación a Gates. Atrapó mi atención cuando dijo que un día decidió enviar su currículum a Microsoft aplicando a uno de los puestos más altos de la compañía, nada más por no dejar, ya que estaba convencido de que a pesar de haber tenido una excelente educación académica, una importante trayectoria laboral, talento y mucha experiencia, no le había ido bien. Así que nada perdía con enviar su “impresionante” currículum, mismo que, no sería extraño, si terminaba en el basurero (igual que él).
Para su sorpresa, le llamaron para una entrevista y cuando llegó lo pasaron de inmediato a una oficina donde estaba el mismísimo Bill Gates. El magnate le dijo sin rodeos: -“He visto su currículum y es muy bueno, aunque debo decirle que recibo cientos, si no es que miles de currículums iguales o mejores. Los currículums profesionales suelen ser una especie de catálogos de logros y triunfos acomodados en orden cronológico, en los que las personas presentan su lado infalible e impecable. Esto está bien, para empezar, pero es ahora que quiero conocer de usted lo más importante: Dígame, ¿cuál o cuáles han sido los fracasos más grandes y los errores más garrafales que usted haya cometido en su vida, y cómo los superó, o qué ha hecho al respecto? Dígamelo con confianza y cuente con mi confidencialidad.
El aplicante sintió como si estuviera frente al paredón. ¿Cómo iba a hablar ante este empresario de sus secretos más oscuros, de sus más dolorosos tropiezos, de sus demonios? Guardó silencio por un rato y luego de aclarar su garganta contó su historia: Era hijo de un padre alcohólico (que era también ingeniero), su madre los había dejado cuando él era un adolescente, en su etapa de adulto joven a finales de los años 60’s usaba drogas psicodélicas; su hermano mayor había vuelto de Viet-nam mutilado y con trastorno post-traumático de la guerra, motivo por el cual estaba internado en una clínica psiquiátrica; había vivido en la calle y lo único que le gustaba eran las matemáticas. En resumen, él se había hecho cargo de su padre durante los episodios de delirio alcohólico, atendía la casa en ausencia de su madre, fue por su propio pie a una clínica pública para rehabilitación de adicciones, atendió a su hermano y lo visita con frecuencia en la clínica psiquiátrica, y en sus pocos tiempos libres leía libros de matemáticas y sistemas electrónicos. Fue como pudo a la escuela pública, y consiguió una beca para entrar a la universidad donde se graduó con honores en Ingeniería de Sistemas. Tuvo varios empleos, algunos buenos, pero ahora estaba desempleado.
-“Eso no es todo”- dijo con humildad, – “El más grande problema fue que poco después me casé y sin darme cuenta, comencé a repetir los mismos errores, -como si yo hubiera absorbido todo lo que había visto y vivido. Comencé a beber y a maltratar a mi esposa hasta que me dejó y se fue con mi hijo. Yo sufría ataques de ansiedad y pánico como si yo hubiese ido a la guerra, perdí lo poco que había logrado y caí en una depresión severa…llegué a pensar que la vida no tenía sentido y que era mejor morir. ¡Nadie merece vivir el mismo infierno dos veces!…Yo ya no tenía nada, solo aquel libro de matemáticas que decía en la primera hoja: “odo problema tiene solución. “Entonces, me puse a identificar las constantes, a ordenar los factores, a identificar los patrones, a analizar opciones, a despejar las variables de cada situación y, finalmente, lo resolví. Recuperé mi vida, mi salud, mi estabilidad emocional, tengo una buena relación con la madre de mi hijo y con mi hijo especialmente, visito la tumba de mi padre, localicé a mi madre y la perdoné por abandonarme, y visito con frecuencia a mi hermano…solo me falta recuperar mi profesión, pero creo que luego de todo lo que le he contado, eso no será posible. Le agradezco su tiempo, señor Gates”.
Entonces, Bill Gates le dijo: – Yo estoy buscando a personas capaces de identificar problemas, analizarlos, desmenuzarlos, resolverlos y aprender de ellos. Necesito personas capaces de gestionar una crisis por más severa que parezca y encontrar la salida, necesito personas capaces de reconocer sus fortalezas, debilidades, talentos y oportunidades, necesito personas que hayan conocido el fracaso y la adversidad, personas que hayan sabido sobrevivir a las tormentas y a los naufragios de la vida. El éxito amigo, no es no tener problemas, no es no cometer errores, el éxito es saberlos ver, corregir, resolver y aprender implementando soluciones. Así que usted amigo, desde hoy, queda contratado y es parte del equipo de alta dirección de Microsoft. ¡Bienvenido!
En esa conferencia aprendí que en la gran mayoría de las veces, el problema más grande que tenemos somos nosotros mismos, y solo nosotros mismos lo podemos resolver. El éxito es lograrlo.