La receta secreta de una mujer que conquistó el mundo culinario.

El 16 de abril de 2008, un nuevo restaurante abrió sus puertas en Reynosa. Aquel día, los primeros comensales fueron recibidos con empanadas y vino, sin imaginar que estaban presenciando el nacimiento de un ícono gastronómico en la ciudad. Su nombre, Ñañas, rinde homenaje a la infancia de su fundadora, Adriana María Jiménez Cárdenas, una mujer que convirtió su pasión por la cocina en un legado.
EL INICIO DE UN SUEÑO
Adriana Jiménez comenzó en el mundo de la gastronomía preparando pasteles y postres desde su hogar. Lo que inició como una fuente de ingresos extra pronto se convirtió en una demanda constante, lo que la llevó a tomar una decisión crucial: establecer un espacio exclusivo para su
negocio. El proyecto tomó forma con el impulso de sus hijos, José Luis Velarde Jiménez y Adriana María Velarde Jiménez, quienes le sugirieron abrir una cafetería. La idea evolucionó y terminó convirtiéndose en un restaurante. Sin estudios formales en gastronomía, pero con una herencia culinaria transmitida por su madre y su abuela, Adriana inauguró Ñañas, un espacio donde la tradición y el amor por la cocina se reflejan en cada platillo.
“Sin hacer pruebas, metí un menú que, hasta la fecha, sigue casi intacto”, comparte sobre los inicios del restaurante. Ubicado en Calle Vicente Guerrero 1630, en la colonia Del Prado, en una propiedad heredada de sus padres, Mario Jiménez Saldaña y Ginoveva Cárdenas Amaya, el restaurante ha crecido hasta convertirse en un punto de referencia en Reynosa.
SUPERAR LOS RETOS CON INNOVACIÓN
A lo largo de casi 17 años, Adriana ha enfrentado diversos desafíos, pero ninguno tan grande como la pandemia. Con la cuarentena, las visitas al restaurante se redujeron drásticamente. Sin embargo, en lugar de detenerse, transformó su negocio y comenzó a ofrecer comida casera
para llevar bajo el nombre de “Guisos de la Abuela”. La estrategia funcionó y más tarde evolucionó hasta convertirse en una línea de comida congelada, disponible tanto en el restaurante como en Carnicería Morelos. Esta capacidad de adaptación le permitió no solo mantenerse a flote, sino fortalecer su marca.
INSPIRACIÓN PARA OTRAS MUJERES
Adriana Jiménez no solo ha logrado consolidarse en la industria restaurantera, sino que también ha servido de inspiración para otras mujeres que desean emprender. Su consejo es claro: “No tengan miedo, no pasa nada. Échenle todas las ganas del mundo. En la vida siempre hay que arriesgarnos para sobresalir”.
Si pudiera dar un consejo a su versión más joven, le diría que no postergue sus sueños. Aunque reconoce que cada etapa tiene su momento, asegura que hubiera sido ideal comenzar antes. Hoy, la frase “El que no conoce a Ñañas, no es de Reynosa” la llena de orgullo, pues refleja el impacto de su esfuerzo y dedicación.
UN NOMBRE CON HISTORIA
El nombre del restaurante proviene de su infancia. Su hermano mayor solía llamarla Ñaña, un apodo que con el tiempo adoptó toda su familia. Hoy, Ñañas no solo es un sobrenombre, sino un emblema de constancia y pasión por la cocina. A pocos meses de celebrar su 17 aniversario, el restaurante sigue manteniendo la esencia con la que fue concebido. Más que un negocio, es el reflejo del esfuerzo de una mujer que supo transformar su pasión en un referente gastronómico.