Compañeros de la universidad Panam, motivaron a Sergio Flores Chapa para viajar a Suecia, un país muy diferente a México, pero al que logró adaptarse y en el que decidió quedarse a vivir. Ser parte del parlamento universitario en Estocolmo, la Venecia del Norte, fue la clave para inmiscuirse en la política del país.
Fotos Viridiana Leal
Porque no tengo vergüenza”, respondió Sergio Flores Chapa al preguntarle: ¿cómo es que un reynosense logra llegar hasta el Ayuntamiento y parlamento de Estocolmo?
Estuvo postulado para ocupar cargos de gobierno, fue corresponsal de guerra independiente, productor de televisión y actor de telenovelas.
Tiene, además, el talento de ser cellista y compositor de música, por la que ya recibió sus primeras regalías. Tiene un grupo de rock y sabe esgrima.
De buen humor y sonriendo, explicó que no se debe malinterpretar la palabra vergüenza, ya que las razones por las cuales ha podido integrarse a la sociedad sueca son porque es desinhibido, no tiene miedo y cree en él.
Durante una visita reciente a su ciudad natal, vestido de forma casual porque así lo hace cuando está en Reynosa, platicó sobre su experiencia de vida en Europa, donde ha establecido su residencia en Estocolmo, conocida también como la Venecia del Norte, en la que actualmente es político de tiempo libre en el Ayuntamiento local.
Una entrevista que, sin duda, podría prolongarse por horas tomando una copa de glogg, mientras él, fascinado, habla de todo, incluso de que los suecos son personas solitarias porque les gusta, al tiempo que se cuestiona: “¿Cómo tienen bebés?” y se responde: “¡Me imagino que por accidente!”.
¿A qué se debe su visita?
Cada año vengo a Reynosa a visitar a mis papás. Viven en la colonia Ribereña. Nací exactamente una cuadra abajo de la plaza Hidalgo con la calle Allende. Aquí hice la primaria, la secundaria y parte de la preparatoria. Los estudios de licenciatura en Monterrey, en psicología. Después cursé las maestrías en psicología y educación en la Universidad de Texas-Pan American, y el doctorado en psicología en Oklahoma State University. En Nueva York estudié periodismo. Regresé a Panam allá por el año de 1983, y fue cuando me dije: ‘No sé que voy a hacer de ahora en adelante’. Entonces se me ocurrió irme a Suecia.
¿Motivado por qué o por quiénes?
Por mis compañeros de Suecia en la universidad americana, en Edinburg, becados en los deportes. Me contaron muchas cosas maravillosas sobre este país. Me fui en el año 84 y no regresé a Reynosa hasta seis años después. Llegué a Estocolmo cuando el dólar estaba a 150 pesos, ingresé a la universidad y tomé un curso de sueco. En un año conocí la ciudad y aprendí un poco, pero luego me regresé a continuar los estudios.
Cuénteme… ¿qué aprendió en Suecia?
A ser más abierto, tuve que abrir los ojos un poco más y ser tolerante, sobre todo, cuando conoces a personas con otra cultura y gustos. Aprendí a vivir solo por cuenta propia. Es una sensación tan extraña, realmente es cuestión de supervivencia.
Cuando llegué a Suecia sólo había dos canales de televisión públicos y tres estaciones nacionales de radio.
¿Cómo empieza a abrirse camino en Estocolmo?
Empecé a trabajar en la universidad dando clases en su idioma a estudiantes de licenciatura, pero después, básicamente, terminé escribiendo investigaciones y todo el tiempo lo dedicaba a administrar el dinero. Básicamente me convertí de investigador a administrador, así que hice una pausa y no regresé a la universidad, tiempo en el que no trabajé durante casi tres años.
Después me ofrecieron laborar en una revista local de noticias. En cada sector de la ciudad circula una edición gratuita. Escribía antes en los periódicos de la universidad, cuando era estudiante y el primer artículo fue sobre un grupo de rock.
¿Es cuando inicia sus pininos como reportero?
Sí. Escribí dos crónicas de un grupo de Dance Band. Investigué sobre ellos, escuché su música e hice una referencia de que la música era muy parecida, de hecho que todos los músicos se parecen, a excepción de los colores de los sacos que usan que son distintos. Esto causó muchas críticas, nunca imaginé que le fuera a pisar el dedo gordo del pie a alguien de la ciudad. Continué colaborando en otros periódicos de la ciudad y lo sigo haciendo hasta estos días.
Me interesaba escribir sobre cultura y política a nivel de la praxis. Saber el funcionamiento del parlamento y cómo se instituyen las leyes.
Continué en televisión, a cuadro, pero preferí estar detrás de cámaras, en la producción o redactando noticias.
Esto lo hice en Reynosa cuando estaba en la preparatoria, creo que de ahí nació todo. Pensaba: ‘yo quisiera hacer televisión’. Las imágenes eran estáticas y sabía que podía hacer algo mejor. Entonces un grupo de compañeros fuimos a las oficinas de televisión Azteca y le propusimos al señor Bolado realizar un programa. No sabíamos lo que significaba cultura, pero nos dijo: “Okey, tienen 30 minutos”. En aquel tiempo no lo hice de manera profesional, de tiempo completo, pero con los años me sirvió mucho.
¿Fue corresponsal de guerra?
Sí. Mis papás no supieron… porque se mueren. Trabajé cuando estaba en la universidad. En los años ochenta tuve la oportunidad, me lancé la primera vez a la guerra de los Balcanes (Yugoslavia) y después a Kosovo. En África Central estuve cuando se dio un Golpe de Estado, cierran las fronteras y quedas totalmente expuesto como periodista. Fue una decisión personal y vendí la información a una agencia de noticias. Trabajaba de manera independiente.
Sólo me llevé el pasaporte, la cámara fotográfica, una libreta, un lápiz y un cambio de ropa. Fui como turista pero pude entrar al lugar del conflicto. Lo que vi jamás lo voy a olvidar, es una experiencia aterradora, tratas de tomar distancia y evitas sentir el dolor ajeno, porque de lo contrario desapareces como persona. Hacerte inmune puede resultar peligroso porque te deshumanizas.
¿La universidad de Estocolmo, digamos que le abre las puertas a Sergio para empezar a trabajar y relacionarse con la sociedad sueca?
Así es. Es la clave de todo lo que me ha pasado. En esta universidad conozco la forma de ser y el ambiente de los estudiantes suecos;
son honestos y muy tímidos, si no te acercas a ellos, jamás hablarán contigo. Sin embargo, cuando logras enrolarte te reciben con las manos abiertas. Al principio me juntaba con los extranjeros, pero sentía la necesidad de adaptarme a la sociedad, a tal grado que después de una campaña de elecciones, participo en la política académica y en parlamento estudiantil universitario como miembro de la mesa directiva, que es como el sindicato de los alumnos, representados por diferentes partidos: demócratas, liberales, de ultra derecha… Estuve en el área cultural, de asuntos sociales y de información.
De esta forma, pude entender el funcionamiento del parlamento, que es como un resumen de cómo funciona la sociedad en Suecia: tiene un orden político, un orden democrático, cualquier otra cosa es anarquía. No es falta de democracia, es falta de derechos, se rigen por reglas y las siguen, son disciplinados, puntuales, respetuosos.
Fue una parte muy interesante de mi vida porque después, de cierta manera, apliqué estos conocimientos en mis siguientes cargos, ya que dejé la universidad en el año 95 para descansar.
Sin embargo, algunos de mis compañeros del Partido Liberal Estudiantil, políticos del partido real, me invitaron a participar con ellos y es cuando me involucro y participo con el Partido Liberal de Suecia, aunque actualmente estoy semiactivo.
Pasa al nivel siguiente…
En el centro de la ciudad donde vivía, estaba involucrado en el partido local, el de los Liberales, donde fui subtesorero. Me cambié de residencia y me involucré con los Liberales del Sur de Estocolmo. Estuve tanto tiempo que llegué a ser candidato de la política real del Ayuntamiento, del gobierno del Estado de provincia y del Parlamento Nacional. Sólo me faltaron 480 votos para quedar como congresista. No entré, pero estaba en la planilla. Por el momento soy político de tiempo libre en el Ayuntamiento local, sin salario, sólo recibo una módica paga por cada asistencia, pero tengo la oportunidad de acudir a las sesiones y participar en los debates.
¿Cuál considera que es el cargo más importante que ha ocupado?
Haber sido parte del comité de equidad en el Ayuntamiento durante cuatro años.
¿Entre cuántos candidatos compitió para el Parlamento?
Estocolmo, la ciudad, está dividida en seis distritos políticos. Yo vivo en el distrito uno, que es el centro de la ciudad, entonces como candidato representas a esa región. Después de una elección interna, la primera vez yo ocupé el lugar 19, la segunda el sitio 12.
El Ayuntamiento tiene 101 miembros que forman la mesa directiva del gobierno y el parlamento de la ciudad, y son electos por voto directo, por tus vecinos, te conviertes en su representante.
¿Y en la nacional?
Si hubiera sido electo representaría al país frente al gobierno.
¿Cuáles serían los méritos del reynosense, los que le ayudaron a escalar escaños?
No tener vergüenza, diría yo. Me refiero a que no te dé miedo, que no te cohibas, que creas en ti, básicamente. A mí me dijeron: “eres bienvenido, tú aprende las cosas y aplícalas”, y eso fue lo que hice sin cuestionarlo.
¿Actualmente a qué se dedica?
Soy el administrador en una compañía independiente de noticias. Proveemos información de interés general a quienes la soliciten. Me la paso corriendo todo el santo día.
Además de ser parte del parlamento, de trabajar en la prensa y la televisión, ¿hay algo más?
Sí, de chavito siempre me gustó la música, era parte de mi vida, incluso cuando la escucho no hago nada más, porque me distrae. Me inclino por clásica, aunque escucho de toda, incluyendo rock.
Tengo, además, 27 años practicando esgrima, la estudié en Edinburg.
¿Toca algún instrumento?
Tomé clases de piano en Reynosa desde los 6 años de edad hasta los 14. Un día cualquiera, entré en una tienda y estaban tocando una suite para cello de Bach. El sonido me envolvió de tal manera que empecé a buscar maestros en Monterrey, en mi tiempo libre en la Oklahoma State University tome clases de cello y continué en Suecia. Todavía sigo estudiando y tocando todos los días.
¿Ha realizado alguna presentación formal?
Es más por gusto, pero pertenezco al cuarteto de cellos Kalashikow, integrado por un grupo de amigos de la universidad. Hemos tocado en pocas ocasiones en público, en festivales de cine, en fiestas privadas, así como en el canal 5 de Estocolmo, entre otros lugares. Hace poco registramos nuestra música en la Sociedad de Autores y Compositores de Suecia y me acaba de llegar el primer cheque de regalías, esto es, como 2 mil pesos.
En el renglón cultural…
En Suecia en cualquier pueblo hay una escuela de música a la que tiene acceso toda la población. Desde la primaria se les fomenta el gusto, las clases son gratis y se les pueden prestar los instrumentos.
En las privadas se paga una cuota, pero son financiadas con dinero público. La educación es gratuita, incluso la universidad, aunque las privadas están financiadas por las empresas. El alumno cuando llega a la universidad no paga, pero debe tener muy buenas calificaciones.
¿Qué sigue? Planes…
Me preocupa no saber qué voy a hacer cuando me jubile, me quedan cinco años de vida laboral. No sé dónde voy a vivir, ¿Reynosa, Estocolmo, sur de Francia, Malta, España? Bruselas sería una buena opción, trabajar como periodista político. Aunque no me gustaría dejar Estocolmo, porque además tiene buenos servicios médicos gratuitos, lo que no sucede en México. No obstante, si San Miguel de Allende estuviera en frontera con McAllen, sería la mejor opción (bromea). Digamos que los planes siguen inciertos.
¿Qué extrañaría más de Estocolmo si tuviera que salirse de la ciudad?
¡Uf! Es una de mis peores pesadillas, porque extrañaría todo, no tanto el frío extremo, pero sí el ambiente físico, lo bello de estar en un departamento a 50 metros de islas a tu alrededor, con lagos que son un idilio, es perfecto, como de película. Extrañaría la cultura, los conciertos gratis por todos lados y la ópera que no cuesta dinero, porque los subsidia el gobierno. Los políticos si no tienen un nivel de claridad o transparencia, no duran en la vida política. Para ellos la honestidad es primordial. En promedio, el 85% de la población de Estocolmo tiene un buen nivel de vida, cuando llegué me sorprendió no ver en las calles gente mendigando.
Recordando a México, ¿Cuáles son las diferencias más notables entre Reynosa y Estocolmo?
El ruido es la principal. En Suecia nadie toca el claxon para apurar a los demás, y cuando lo hacen todos se sorprenden, voltean a ver a quién pitó. Recuerdo que la primera vez que llegué a Estocolmo en el año 84, pasó un mes para darme cuenta que había perros, porque no ladran (como en México).
¿Extraña la comida mexicana?
No me pasa nada si no como chile, pero cuando estoy en México lo primero que compro es una lata de chipotles y me llevo a Suecia una bolsa bien retacada de chiles secos.
¿Se ha adaptado al estilo de vida de un país muy diferente a México?
Soy una persona que no tiene nacionalidad en el sentido de que el concepto de nacionalismo es cada vez más extraño. Soy parte de algo mucho más grande.
Si tienes temor de que te vas a perder entre todos, no te pierdes. Ese es un temor imaginado. Yo no me voy a hacer menos mexicano por vivir y ser parte de la sociedad de otro país. Tengo la doble nacionalidad, soy mexicano de toda la vida y ciudadano sueco desde 1999.
Hijo de Sergio Flores Santos y María Ernestina Chapa Medrano; hermano de Gerardo Abel y Carlos Eduardo, quienes aún viven en Reynosa, Sergio considera que aunque Estocolmo se ha convertido en su segunda casa y no se vislumbra lejos de ésta, su futuro es aún incierto.
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