Su historia es la de un tamaulipeco distinguido al que se refieren como “maestro” quienes lo conocen, y no es para menos, ya que su pasión por las artes escénicas lo ha hecho merecedor de innumerables distinciones, como el Premio Nacional de Dramaturgia, el que ha recibido tres veces. Además, es miembro del Sistema Nacional de Creadores al lado de Cecilia Lugo y Sergio Cárdenas.
Al iniciar la entrevista sus pensamientos empiezan a volar hacia otros tiempos, más atrás, para recordar sus primeros encuentros con aquellas personas que lo inspiraron y lo enseñaron a caminar por lo que se convertiría después en su vida: el teatro.
“Vi un pedacito de telón levantado en el escenario y a través de éste podía verles los pies a los actores ¡Había un mundo de ellos moviéndose! Toda una serie de historias. Entonces me pregunté: ¿qué pasa allá atrás? De repente observé unos zapatos rojos de mujer que caminaban de un lado hacia otro y muchos más caminaban tras ellos…”.
Esos zapatos, que después supo que pertenecían a la directora teatral, Lola Bravo, fueron los responsables de que Medardo Treviño se enamorara del teatro siendo aún un adolescente, y esta escena quedara grabada en su pensamiento por el resto de su vida.
Esta anécdota remonta años atrás a Medardo, a su época de estudiante en la preparatoria de la Universidad Regiomontana en Monterrey. Tiempo en el que, además, no había tenido un acercamiento con el mundo del espectáculo.
En aquel entonces tenía alrededor de quince años y fue, a esa edad, cuando conoció a sus primeros maestros de teatro: Luis Martín Garza y Lola Bravo, hermana de la coreógrafa Guillermina Bravo; dos grandes personalida
