Con sus boletos de avión en mano, Fernanda Robles salió el 11 de mayo de McAllen hacia Houston donde hizo una escala para continuar su viaje directo a Munich, la tercera ciudad más grande de Alemania. Su itinerario seguiría en tren hacia Praga, la capital de la República Checa, donde visitó los lugares más emblemáticos, como la catedral, una obra monumental de tipo gótico y el Puente de Carlos, el segundo más antiguo construido en 1357 con el visto bueno del rey Carlos IV. Mientras disfrutaba de estas maravillosas construcciones, Fernanda fue seducida por un postre muy singular de la cocina eslovaca, un trdelnik, muy popular que se vende en los puestos ambulantes. Por Munich no podía dejar de conocer el castillo del Gran Condado del Cisne en Schwangau, residencia de infancia del rey Luis II de Baviera, así como el palacio de Nymphenburg de tipo barroco, con un hermoso jardín estilo inglés y decorado con impresionantes obras rococó; mientras caminaba la música de los gaiteros atrajo su atención. La Pinacoteca Nueva es otro de los atractivos a los que fue, donde se alberga una gran colección de arte europeo perteneciente a los siglos XVIII y XIX, y está considerada como uno de los mejores museos de arte del siglo XIX del mundo. De visita en Austria llegó hasta los gloriosos jardines de Mirabell, recibiendo este nombre por lo admirables y bellos que son. En Salzburg, además, quedó fascinada por la fortaleza Hohensalzburg construída en 1077 la que en sus orígenes recuerda al conflicto que mantuvieron pontífices y emperadores por el ejercicio de la autoridad. Estos fueron algunos de los sitios turísticos que aprovechó visitar durante este viaje con una cultura muy diferente a la de nosotros que concluyó el 19 de mayo. Le llamó la atención la puntualidad de la gente y en las estaciones de trenes sobresale una frase que dice así: “Un minuto antes tal vez, un minuto después nunca”. Recuerda Fer que la panadería es excelente y la cerveza de buena calidad abunda, por lo que no era raro que mientras hacía sus recorridos por carretera observara enormes plantíos de lúpulo, uno de los ingredientes con los que se hace esta bebida. Sin duda, un viaje para compartir y en el que el palacio Linderhof en Baviera, construido por el llamado “rey loco”, fue uno de sus favoritos. Un paseo como de cuento, entre castillos y reyes.
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