¿Qué tan importante es mi participación en la educación de mi perro?
Una de las cosas más hermosas y emocionantes al tener un compañero canino es compartir algo qué hacer juntos en todo momento, es decir, darle un propósito.
En esta ocasión nos vamos a referir a los perros de compañía, así como la importancia de la participación del tutor en su educación. Cabe aclarar que actualmente los animales domésticos, entre ellos el perro, poseen derechos y están protegidos por leyes internacionales de protección animal, y debido a la evolución que existe en la relación del hombre con éstos, el concepto de tutor ha reemplazado al de propietario, “dueño” o “amo de mascota”.
Un tutor responsable tiene la importante tarea de evitar que su perro se convierta en un peligro para su familia, vecinos, amigos y otros animales, así como para el mismo tutor, por lo tanto, educarlo apropiadamente es un pilar fundamental para alcanzar este objetivo.
Una de las etapas de mayor interés al adquirir un amigo canino es la educación y el entrenamiento con diferentes implicaciones de acuerdo con la edad del perro, su carácter, las condiciones previas a su llegada, así como la rutina y preferencias del tutor.
Al educar a un perro para lograr un comportamiento socialmente aceptable, no solamente se contribuye a formar un excelente compañero, sino que también se pueden notar cambios en el carácter del tutor, tales como una postura de mayor seguridad y liderazgo, mejoría en la disciplina y la rutina. Además, al incluir en su educación la convivencia y socialización, también el tutor mejora su socialización con otras personas, ya sea con otros tutores de perros, o con simpatizantes de su mascota.
El ser partícipe del entrenamiento de un perrito también trae grandes beneficios para la salud del tutor. La salud mental se puede ver beneficiada en relación con la estabilidad emocional, ya que al aumentar la actitud de liderazgo e incrementar la actividad mental, ayuda a mejorar ciertas condiciones, tales como: baja autoestima, ansiedad y depresión, así como diferentes tipos de fobias o temores. También la generación de endorfinas, sustancias placenteras que genera el cuerpo, al realizar actividad física a lado del compañero canino ayuda a mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico, y se ha demostrado que disminuye la probabilidad de sufrir enfermedades cardiacas, incluso puede ayudar a una recuperación más temprana en personas que han sufrido de un infarto al corazón. Estos mismos
beneficios son otorgados a la mascota, ya que el proceso llevado a cabo por esta relación con su tutor también le hace generar esas mismas sustancias químicas, sobre todo una vez que se logra generar apego hacia el tutor.
Asimismo, el realizar actividad física con el perrito, ya sea la realización de paseos, caminatas u otras actividades encaminadas al deporte, no sólo aumentan el rendimiento físico de la mascota, también del tutor. Se recomienda que la actividad física para el perro sea con una duración entre 45 a 90 minutos, dependiendo del tamaño, complexión y condición del perro, lo que puede ser asesorado por un adiestrador canino certificado o un médico veterinario.
Entre las actividades físicas encaminadas al deporte, y que
se pueden realizar a lado de nuestro can-amigo, se encuentran la
práctica de trote o carrera, salto de obstáculos, uso de rampas, movimientos en zigzag guiados por conos o postes, paso de túneles, etc., además de recorrer distancias con diferentes comandos. Dichas actividades pueden ser realizadas y reforzadas por el tutor en espacios como parques o patios, ya sea utilizando los elementos del parque (bancas, postes, rampas, etc.) o improvisando con elementos en casa, ya sea cajones, bloques, conos, etc., siempre asegurándose que sean elementos seguros y no sean causa de lesiones para el perro.
Cuando el tutor se involucra en las actividades físicas, y siendo constante, puede beneficiarse con un mejor control de la presión arterial y la frecuencia cardiaca, una mejoría en la movilidad de músculos y articulaciones, así como una mejoría en la calidad del sueño, entre muchas otras más.
Es importante recalcar que la estrecha relación que existe entre el perro y su tutor sólo será posible siempre y cuando se esté dispuesto a dedicarle el tiempo necesario para el aprendizaje, la repetición y la práctica de los hábitos o destrezas inculcadas a la mascota.
Incluso al contar con asesoría y adiestramiento especializado, lo aprendido por el perro debe ser reforzado y reproducido constantemente para obtener mejores resultados y evitar un retroceso en el aprendizaje.
En todo momento, la principal consideración debe ser la de ganar y conservar la confianza del perro, ya sea cachorro o adulto. Si se consigue esto, es posible enseñarle casi todo mediante la repetición, la corrección y la recompensa al ejecutar las acciones solicitadas.
Si bien es cierto que algunas razas podrían adaptarse mejor a ciertos tipos de entrenamiento, cualquier perro es capaz de asimilar las formas más sencillas.
Si se desea desarrollar lo más posible la inteligencia de un perro, se le debe brindar una amistad incondicional, es decir, se debe fortalecer el vínculo afectivo.
Por último, el papel del tutor también incluye el monitoreo de su salud y alimentación, pues nadie conoce mejor al perro que su humano favorito. La observación de cambios en su comportamiento, su postura y su carácter cumple un papel fundamental en la detección de enfermedades y problemas físicos que impidan un adecuado desempeño en el can.