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Hablemos del Miedo

14 de noviembre de 2022 por Susana Valdés Levy

Aunque el Halloween es en realidad una extraña celebración druida proveniente de culturas ajenas, y cuyo significado no acaba de quedarnos claro; hoy por hoy es una sencilla y divertida fiesta de niños. Sin embargo, me parece oportuno aprovechar la ocasión para explorar un poco el tema del miedo y la función que tiene sobre la psique humana. Es decir: hay maneras sanas y maneras patológicas de procesar dichas emociones primordiales.

El miedo es una de las emociones básicas, es natural y forma parte –junto con la sorpresa, la tristeza, el desprecio, la ira, la alegría y el asco–, de un esquema necesario para la supervivencia.  Pero, estas emociones, tan básicas y tan esenciales, resultan ser tan poderosas, que nuestro bienestar depende de cómo las manejamos.

“A lo único que debemos tener miedo, es al miedo mismo”-dijo en uno de sus discursos, Franklin D. Roosevelt. Y es que el miedo, aunque como tal, no está mencionado entre los siete pecados capitales, es sin duda el padre de todos ellos y nació con el pecado original y se selló con el “beso de Judas”. El miedo, cuando no se le enfrenta, es el fundamento y la raíz del peor de los defectos humanos: la cobardía. Ahí donde hay miedo cobarde, no puede haber fe, ni esperanza, ni caridad y mucho menos amor. Engendros del miedo y la cobardía son la mentira, la hipocresía, la traición, la doble moral, el chantaje, el abuso, la agresión.

Los cobardes, invadidos por el miedo que les domina, llevan dentro de sí mismos al peor de todos los espantos y por fuera portan el más engañoso disfraz. Por eso, quienes viven presas del miedo, no pueden mirar hacia su interior sin aterrorizarse aún más. Entonces se niegan, se esconden. Quienes viven ‘casados´ (o encadenados como almas en pena)  con su miedo escupen veneno, asestan puñaladas por la espalda, dan golpes bajos, endosan culpas, lanzan amenazas, profieren maldiciones y arden en su infierno interior.

Frente al miedo no hay más que dos opciones: la opción valiente es enfrentarlo, dominarlo y superarlo; mientras que la opción cobarde es negarlo, ocultarlo y sucumbir a ser dominados por él.

Todos en este mundo hemos sentido miedo alguna vez porque el mundo está lleno de espantos. La función del miedo es que se trata de un demonio que nos pone a prueba para saber si somos valientes, íntegros, congruentes, rectos, decentes, leales, o si, por el contrario, somos cobardes, corruptos, deshonestos, traidores y deshonestos, y preferimos taparnos hasta la cabeza bajo las cobijas.  Así, el miedo es sin duda una de esas llamadas “pruebas de fuego” que la vida nos pone enfrente para saber de qué lado estamos o de qué estamos hechos.

Categoría: Columnas

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