POR ALEJANDRA ARELLANO / VIRIDIANA LEAL
Aquel día que parecía como cualquier otro, se vieron por primera vez y continuaron el camino juntos.
Sonia Flores y Antonio González coincidieron por el trabajo, y ese momento fue crucial, porque él sabía que era la mujer que llevaría al altar.
Por su parte, Guadalupe Luna Mafud y José Luis
Cicero Durán, después de formalizar su relación, emprendieron la difícil tarea de consolidar su matrimonio basado en la comprensión y el respeto.
Ambas parejas se remontan a aquellos años en los que Cupido se atravesó en sus vidas.
LA MUJER DE SU VIDA
Gracias al trabajo tuvieron su primer encuentro Antonio González y Sonia Flores de González. Fue en marzo de 1998.
Recuerda Sonia. En ese entonces estaba litigando un asunto legal de materia penal, pues soy abogada. Para el caso que llevaba requería una valoración médica por parte de un especialista en traumatología, para mi cliente, por lo que una amiga me recomendó al doctor Antonio. Pedí una cita, y fue la primera vez que lo vi. Una vez que terminó su intervención, dentro del expediente de mi cliente había una nota en la que escribió que me invitaba a tomar un café. A partir de ese momento, surgió entre nosotros una linda amistad.
Él siempre muy serio y ambos muy ocupados en nuestros trabajos, por lo que no se veían posibilidades de ir más allá de una amistad. Antonio estaba seguro de que yo era la mujer con la que formaría una familia. Dice que me veía tan guapa, inteligente y alegre, siempre con una sonrisa, que insistió en formalizar un noviazgo.
El 14 de febrero de 1999 me invitó al restaurante “La Mansión”, que por la fecha estaba muy lleno, y esperamos a pesar de que yo, impaciente, quería cambiar de lugar. Pero él tenía un plan que yo desconocía. Una vez que terminamos de cenar, Antonio sacó un anillo, se arrodilló y me preguntó si quería casarme con él. Claro que acepté y todos los presentes aplaudieron.
Nuestra boda fue el 27 de octubre en el centro social “La Cucaracha” y la luna de miel la disfrutamos en un crucero por las Bahamas y Miami.
En abril del 2001 supe que estaba esperando bebé, pero hasta el 1 de mayo, día de su cumpleaños, le di la noticia. Al interior de un biberón coloqué el examen de embarazo; fue su regalo. De la emoción lloró, pues ni se lo imaginaba. El 21 de diciembre de ese mismo año nació Antonio, esta ocasión, en la fecha de mi cumpleaños, por lo que consideramos que ha sido el mejor obsequio que Dios nos envió. En abril del 2003 llegó Braulio y en el 2005 Claudio.
En estos 16 años de matrimonio hemos logrado mantener a nuestra familia unida, basándonos en el compromiso, respeto y amor que nos tenemos y para el bienestar de nosotros y nuestros hijos. Claro que hemos tenido altibajos como todas las parejas, pero me tiene mucha paciencia, es muy conciliador, lo que nos ha ayudado a salir airosos de las dificultades. Ahora que nuestros hijos van creciendo tenemos que organizarnos para darles tiempo de calidad y guiarlos de acuerdo a nuestra experiencia de vida, sin olvidar que los tiempos cambian. Nos sentimos afortunados y bendecidos por la familia que Dios nos ha permitido tener y que deseamos conservar siempre.
COMPRENSIÓN Y DIÁLOGO
Fue gracias a unos amigos, en Tampico, cuando nos vimos por primera vez. A Guadalupe Luna Mafud y José Luis Cicero Durán los presentaron y después de salir por un tiempo se hicieron novios, relación que duró tres años. Ellos cuentan su historia.
Con el transcurso del tiempo me pidió matrimonio de la forma tradicional, en casa con la familia. Planeamos la boda y el 27 de enero de 1990 decidimos contraer matrimonio, del cual procreamos dos hijos: José Luis y Mariam Karime. Después de 27 años de casados, puedo decir que ha sido un largo caminar juntos, una aventura basada en el amor, la comprensión, el diálogo y el apoyo mutuo debido a que él viaja constantemente, ya que él es piloto aviador, son sentimientos y valores que han fortalecido nuestra vida en pareja. Mi esposo, por su parte, aprovecha el mayor tiempo posible cuando tiene días libres, para convivir en familia. La mayoría de los que están casados reconocen que el matrimonio tiene sus altas y bajas, pero ¡bendito Dios, nuestra historia ha sido más con altas que bajas!
En mi caso, interviene José Luis, considero que todos esos años de relación conyugal han sido de aprendizaje, con problemas de toda índole pero que hemos logrado resolver gracias a la unión y empuje de mi esposa. Siento que los mejores momentos y buenas experiencias, que gracias a Dios han sido muchas, nos han unido en un ambiente de amor y amistad, a pesar de haber diferencias. Después de 27 años juntos la veo como mi mejor amiga, y le agradezco esos dos hijos que a Dios gracias me brindó, no tengo manera de agradecerle.