FOTOS VÍCTOR BRIONES
HIDALGO, TX.
Como una caricatura en donde los personajes y hasta las cosas cobran vida, así se desarrolló el espectáculo que presentó JBalvin el 6 de octubre en Payne Arena. De tal manera que lo mismo se pudo ver a dos bailarines con cabezas gigantes personificando a Cardi B
y Bad Bunny que a unas manos moviéndose de un lado a otro, mientras una escultura gigante, fija, permanece estática durante todo el concierto.
Pero no por eso la música fue menos, ya que desde el principio con “Reggaeton” el colombiano puso de pie al público y no dejaron de bailar.
Entre explosiones de fuegos artificiales y rayos láser el cantante apareció en el escenario principal acompañado de su equipo de bailarines, quienes simulaban al hombre Michelin con la cabeza de nube con ojos y boca sonriente que representa a FriendsWithYou, el colectivo artístico que se encargó de crear el performance.
Con un opening act por parte de los puertorriqueños Lyanno, quien fusiona el reguetón con el trap latino, y la versatilidad de la música urbana de Eladio Carrión, se anunciaba la presencia de JBalvin a las 22:00 horas. A partir de entonces todo fue un carnaval durante una hora y cuarenta minutos, tiempo de duración del concierto.
A coro con los asistentes y algunos de los temas con proyecciones de video, cantó: “Machika”, “Con altura”, “X”, “Ginza”, “No es justo”, “Otra vez”, “Ambiente”, “Oye mi canto” y “Rakata”, entre otros.
Quizás la única pausa y momento en el que le bajó volumen a la música fue cuando en un segundo escenario recordó cuando José Álvaro Osorio Balvín llegó hace 8 años como indocumentado a Estados Unidos, y se dedicaba a pintar casas.
De esta forma se solidarizó con las familias de inmigrantes que están atravesando momentos difíciles.
En este set, situado al centro de la arena,
volvió a sorprender a los asistentes. De entre hongos y piruletas maniobradas por un sistema de presión de aire, JBalvin asciende de una plataforma hidráulica hasta alcanzar una altura de más de 15 metros, desde donde pide a los latinos no claudicar en sus sueños.
Un acto de amor y humildad que el cantante compartió con alrededor de 7 mil personas que acudieron a verlo, representado por esos colores del “Arcoíris” con los que promueve su gira de conciertos que lleva el mismo nombre; la cuarta en apoyo de su quinto álbum de estudio “Vibras” y el primero en colaboración con Bad Bunny.
Un niño vestido con gorra, lentes, camiseta y camisa aprovechó esta plataforma para subirse a bailar. Al concluir la canción JBalvin lo cargó y dijo: “Es por esto que si el pueblo pide reguetón se lo voy a dar. Que Dios bendiga el reguetón”.
De regreso al escenario principal dos bailarines con cabezas gigantes personificando a dos reguetoneros, y un grupo de ellos con trajes coloridos continuaron el ambiente festivo.
El programa siguió con: “Ahora dice”, “Yo le llego”, “La canción”, “Safari”, “Sensualidad”
“I Like It”, “No me conoce”, “Baila, baila, baila” y “Contra la pared”.
Después de despedirse y apagarse las luces regresó entre un confeti de papeles de colores que caían del techo y los aplausos del público. Las notas musicales de “Mi gente” se escucharon y el público reventó a gritos, mientras figuras de gran tamaño se movían de un lado a otro al igual que el colombiano, quien al mismo tiempo preguntaba: Y dónde está mi gente/ Mais fais bouger la tête/ Y dónde está mi gente/ Say yeah, yeah, yeah/ Un, dos, tres.