Hombre dedicado a Dios y a su familia, abrazó la medicina por propia convicción, porque le nació del corazón un día dedicarse a los niños que a la postre serían ejemplo vivo de sus pasos con un destino noble y digno de seguir.
A sus casi 92 años de edad, don Jesús Salinas Galindo, nacido el 4 de julio de 1920 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, es un señor en toda la extensión de la palabra, que todavía se mantiene en pie con un caminar lento pero firme, además, disfruta de buena salud y excelente memoria, sobre todo, aprieta fuerte, muy fuerte al momento de saludar de mano.
Quinto de diez hermanos, su familia la integraron sus padres, don Jesús María Salinas (†) y doña Antonia Galindo (†), así como Ascención (†), Raúl (†), Sara y Ester (†), además de María de los Angeles, Daniel, Mario (†), Raquel y Albina, sus hermanos, en orden de aparición en su vida.
Con un padre de carácter recio, dedicado al campo, además de ser Agente Aduanal, era difícil congeniar pues por su edad y educación no aceptaba el modernismo de la época. Pero quiso ser médico, dedicarse a salvar vidas y traer niños al mundo… Don Jesús María pegó el grito en el cielo y por un largo año lo mandó a trabajar a los ranchos… estos eran “Santa Clara” y “La Reforma”, por el rumbo de Colombia, Tamaulipas.
Sin embargo, nunca estuvo solo, doña Antonia, su madre, lo apoyó entonces y contra viento, marea y la intransigencia de su padre, lo mandó, de 1942 a 1943, a la Ciudad de México, donde estudió nuevamente la preparatoria y en esta ocasión en San Ildefonso, ya que no pudo revalidar las materias que cursó la primera vez.
Llegó 1944 e ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México en la Plaza de Santo Domingo. Uno de sus maestros, quizá el más importante de todos y que mayor huella dejó en su carrera fue el insigne doctor Rogelio Hernández Valenzuela (†), presidente de la Sociedad Mexicana de Pediatría en esa época.
En el Hospital Juárez realizó su residencia y el S