hoy en día me llama mucho la atención la adolescencia y el tema de la inclusión, las adicciones y los trastornos de alimentación, entre otros temas que son propios de esta edad. No sé si será porque tengo un hijo adolescente, porque ha incrementado mi consulta tanto de padres preocupados por sus hijos y sus inquietudes, por los propios chicos adolescentes que tengo como pacientes, o porque estoy en la edad en la que ahora puedo decir: “en mis tiempos esa etapa se vivía diferente”. En fin, cualquiera que sea el motivo decidí compartirlo desde un enfoque constructivista.
Aclaro que este punto de vista es muy personal y sin ninguna intención de imponer ideas, ni de etiquetar o juzgar a nadie. Quizá estoy hablando más en el fondo, desde la perspectiva de una madre preocupada por el entorno en el que se desarrolla su hijo adolescente y sus compañeros de la misma edad, y es que para ninguno de nosotros como padres, puede pasar desapercibido el tema de la drogadicción, la adicción al tabaco o al alcohol, la rebeldía, el tema hormonal y la sexualidad. Me inquieta además el tema de la anorexia o bulimia tan de moda en esta nueva generación.
En esta etapa, el adolescente necesita de la aprobación de los demás para adquirir un “sentido de pertenencia” al grupo de amigos, ya sea en el equipo de americano, en el salón de clase, en el ballet o en cualquier grupo en el que sus hijos se desenvuelvan. Es aquí donde ellos exigen privacidad, respeto, e incluso se apartan de la convivencia familiar en búsqueda de su identidad y eso está bien, de hecho lo necesitan, solo que existe un “peeeerooo” siempre y cuando nosotros como padres estemos pendientes de sus movimientos aunque sea a la distancia que nos permita la situación. Recordemos que son menores de edad que necesitan de nuestra supervisión y cuidado y que siguen siendo nuestra responsabilidad.
Hoy en día, nuestros adolescentes están siendo “bombardeados” en redes sociales, y otros medios de comunicación por información que vista desde un criterio inmaduro (a menudo a esta edad), puede ser muy perjudicial para ellos, y sí, es inevitable hablar también de sexualidad, pues es aquí donde se reafirma su identidad de género.
El tema de la Inclusión los tiene (a muchos) muy confundidos con su identidad sexual. Debemos de saber separar bien las cosas, según mi criterio está bien que las personas homosexuales levanten la voz al desear ser tomados en cuenta y tener un lugar en la sociedad, con los mismos derechos que las personas heterosexuales y demás situaciones anexas a este tema. Pero cuando no se les explica con claridad a nuestros chicos adolescentes el motivo que tiene este movimiento, puede generarles confusión al momento de buscar su identidad sexual. Algunos de estos jóvenes, cuando les pregunto con qué género se identifican me responden que no saben, como si estuvieran escogiendo el color de un vestido o una camisa que se pondrán el fin de semana. Como si tuvieran que elegir ser niño o niña y no dejarle a la madre naturaleza que lo haga por si misma, o bien, hablan de su peso o talla como si quisieran parecerse a los influencers de moda en redes sociales, o artistas famosos que cantan o bailan y están muy delgados y en su deseo de parecerse o sentirse aceptados, presentan trastornos de alimentación como la anorexia o la bulimia. ¡Esto es real papás! Y lo están viviendo nuestros hijos en esta última década.
Debemos estar muy bien informados de estos temas para poder orientar a nuestros hijos, no toda la “chamba” la hacen los maestros en las escuelas, colegios o preparatorias, ni tampoco es la responsabilidad completa del psicólogo (a), también es trabajo de nosotros como padres. Es nuestra obligación estar al pendiente de nuestros hijos, aunque parece que ya hayan crecido, recordemos que si bien están más altos, aún siguen siendo unos niños cognitivamente, y que hoy más que nunca necesitan de nuestra orientación y cuidado aún en esta etapa. Aquí es cuando más necesitan de nuestra atención, como dice mi madre: “Le sueltas una y le jalas dos” para ejemplificar, le das espacio pero lo mantienes observado.
Ahora menos que nunca podemos tirarnos a la hamaca y dejar que ellos se vayan de nuestra mira. Afuera hay un mundo real, con peligro real y situaciones que pueden vulnerar la estabilidad emocional y física de nuestros hijos, aún y estando dentro de la casa el peligro existe y está en sus manos, si, en ese aparato del cuál no se separan ni un minuto de ellos: el celular y las redes sociales.