Para Yirla Paola García López, profesionista y dama altruista, lo que hace la diferencia en las personas es que aun cuando están atravesando una tragedia, a pesar de haber perdido todo, tienen la sensibilidad de compartir un vaso con agua hecho con lo único que les sobrevive: un árbol frutal de guayaba.
Comprometida con sus ideales, Yirla Paola García López se define como una mujer empática, sensible a la desigualdad y con la voluntad de servir a los demás.
“Soy una idealista que no puede cambiar el mundo, pero trato de ser siempre una persona positiva y de evolución donde me toque estar”, enfatizó.
Desde su llegada a esta ciudad hace más de una década, considera que Reynosa es una ciudad bondadosa y generosa con grandes oportunidades de desarrollo. Pero, además, donde ha sumado grandes amistades que se han convertido en un ejemplo e inspiración.
La bienvenida que recibió de alguna manera la ha retribuido con su participación activa en diferentes organismos y clubes sociales y filantrópicos. Incluso recibió el reconocimiento Socio Paul Harris en 2017 que constituye una expresión de agradecimiento a aquellas personas que contribuyen, o en cuyo nombre se realizan aportaciones significativas a la Fundación Rotaria.
Egresada de la Facultad Autónoma de Tamaulipas en la carrera de médico cirujano, destacó como alumna de excelencia. Como parte de su carrera profesional se incluye un postgrado en medicina estética y longevidad, seminarios y diplomados.
“Desde que tenía cinco años recuerdo haber decidido que sería doctora. No estoy segura de la razón, pero siempre encaminé mis estudios en esa línea. Creo que de alguna forma mi personalidad y espíritu humanitario me han llamado a servir y brindar apoyo desde pequeña, y mi profesión no ha sido la excepción. Estoy convencida que era mi destino y siempre ha sido mi vocación”, afirmó.
A Yirla Paola es muy común verla en las redes sociales, como invitada especial en los eventos, ya sea de tipo empresarial, educativo o altruista; participando en conferencias motivacionales, de salud y belleza, en brigadas médicas, pero también, en su apretada agenda, se le ve en las fiestas sociales de la ciudad.
El aprendizaje que ha tenido a través de estas experiencias le ha enseñado que lo que hace la diferencia en una persona es su calidad humana. Tan simple como un vaso de agua de guayaba, aquel que le compartió una mujer que perdió totalmente su casa, pero no así su árbol frutal con el que le calmó la sed en una tragedia a la que se sumaban las inclemencias del tiempo, durante su participación como voluntaria del terremoto en la Ciudad de México en el 2017.
“Esa agua me supo a amor, a esperanza, a humanidad, a solidaridad”, recordó con profunda emoción.
•¿Cómo te recibe Reynosa?
Hace doce años llegué a Reynosa por las oportunidades laborales que ofrece. Recién egresada de la facultad de medicina en Matamoros, y posterior a realizar mi internado médico de pregrado en el Hospital Materno Infantil y en el Hospital General de esta ciudad me instale aquí para ejercer como médico general.
En Reynosa, siempre lo digo, sobran oportunidades de desarrollo. Tengo mucho que agradecer, llegué sin conocer a nadie y hoy me rodea gente buena, trabajadora. Mi origen es muy sencillo. Nací en Ciudad Victoria y estudié medicina gracias a la beca que obtuve, y al apoyo de personas que me brindaron calidez y hasta un hogar y una familia cuando fue necesario.
•¿Qué te motivó estudiar la carrera de
médico cirujano?
Estoy convencida que era mi destino y siempre ha sido mi vocación. Con respecto al área de medicina estética no fue algo planeado, pero cambió mi vida al tener la oportunidad de ver las transformaciones en lo estético y la autoestima del paciente, esto es, la importancia de estar en armonía con el espíritu y tu aspecto físico.
En la medicina estética no solo tratamos cuerpos, también tratamos almas.
•En el renglón social eres muy activa…
Una de las partes que conforman mi vida es la labor social, tener la oportunidad de ayudar de alguna forma a los que más lo necesitan, o conectarlos con las personas adecuadas. Desde niña he sido voluntaria, ya fuera en la iglesia o en la Cruz Roja. En la actualidad, en otros organismos de ayuda humanitaria y de desarrollo y crecimiento como es el caso del Club Rotario, la Asociación de Mujeres Profesionistas de Reynosa, y el Club Social Esposas de Médicos.
•¿En qué otras trincheras participas?
He colaborado como voluntaria brindando ayuda y apoyo social. He participado en brigadas médicas, en pláticas y conferencias sobre temas de salud y de género. Con proyectos y colaboraciones a beneficio de damnificados; liderado proyectos de gestión de recursos para grupos vulnerables, en promoción de la educación, capacitación y desarrollo de las mujeres y niñas y niños de nuestra ciudad.
• Como conferencista, ¿cuál consideras que es el tema que más impacto ha causado en el público?
En el que participé como panelista en un foro de mujeres exitosas donde compartí mi historia de vida, desde que era estudiante cuando tenía solo la opción de comer o sacar copias, hasta establecer mi propio consultorio. Son experiencias que me convirtieron en una mujer independiente y responsable. La respuesta
de los asistentes fue muy conmovedora, porque más allá de lo que puedan percibir en primera instancia de mí, soy una mujer que he luchado para salir adelante.
•¿Cuáles son las características de las “Mujeres emocionalmente responsables”?
Una de mis grandes pasiones es el desarrollo humano, empecé en este mundo principalmente para poder estar en armonía conmigo misma. “Mujeres emocionalmente responsables” fue un programa que cambió mi vida y perspectiva, y me llevó a reflexionar sobre la importancia de las emociones y cómo influyen en la vida para bien o para mal en las desiciones que tomamos.
Una mujer emocionalmente responsable es aquella que reconoce y maneja sus emociones de manera saludable.
• A nivel personal, ¿cuáles consideras que son los tres problemas a los que se enfrentan las mujeres en su desarrollo por su género y en su calidad de profesionistas?
Considero que la más relevante es la dependencia económica, una mujer sin acceso a una fuente de ingresos propia es muy vulnerable a sufrir cualquier tipo de violencia o discriminación. En el caso de las profesionistas, la brecha salarial. Actualmente se han convertido en jefas de familia y mantienen a sus hijos de forma independiente, pero los salarios siguen siendo un acto de desigualdad. Además están subrepresentadas en roles de liderazgo y toma de decisiones en las empresas.
• ¿Cuáles consideras que son los mayores retos a los que se enfrentan en la actualidad?
La conciliación trabajo-vida personal. Las expectativas sociales y estereotipos sobre el papel de la mujer en el hogar, como el cuidado de los hijos y las tareas domésticas pueden dificultar su dedicación en su desarrollo profesional. Esto se conoce como doble jornada laboral y en nuestro país es un tema cultural que afecta el desarrollo tanto personal como profesional de acceso a mejores oportunidades dejándola en desventaja y con una jornada diaria casi abrumadora, a diferencia de nuestros compañeros varones. Hace falta mucha cultura y derribar esos estereotipos y roles implantados para un progreso integral de ambos géneros.
•Sobre tu labor humanitaria…
Ser voluntaria en el terremoto del 2017 y líder de una brigada médica sensibilizó aún más mi corazón y alma. Todos podemos en algún momento de pronto ser vulnerables ante las adversidades. Vivir este tipo de experiencias fortaleció en mí la fe en las personas que de forma desinteresada cambian y tocan los corazones de los más necesitados en momentos difíciles.
•Algunas otras anécdotas que consideres cambiaron tu forma de ver la vida.
Tengo muchas anécdotas, pero precisamente tengo una en especial y es la brigada médica en el terremoto. Visitamos tantos poblados y ciudades… pero una comunidad de 199 viviendas registradas por el Inegi es la que más me ha marcado. Más de 160 se habían derrumbado, las familias en ese momento por temor a los saqueos y preocupados por recuperar o restaurar su patrimonio estaban viviendo en las banquetas; los más afortunados en casas de campaña. Regresar a sus casas implicaba un alto riesgo. De haber alguna réplica de terremoto podían colapsar y en el peor panorama costarles la vida. En esa ocasión nos instalamos en el patio de un centro de salud que de igual forma estaba parcialmente derrumbado. Después de terminar mi jornada de atención médica me uní a los voluntarios que estaban armando carretillas. Hacía un calor sofocante, septiembre, temporada de lluvias y altas temperaturas volvían el ambiente insoportable. Recuerdo que estaba peleando con un desarmador al intentar armar la parte inferior de una carretilla, ¡qué cosa tan más difícil por cierto, nunca lo hubiera imaginado!
De pronto, en el caos y la desesperación, se detiene una señora en un triciclo en el que llevaba una olla grande. Nos preguntó si teníamos sed, que quería regalarnos un vaso de agua de guayaba de su árbol, en agradecimiento por el apoyo y ayuda brindada. A mí no me gustaban en ese entonces las guayabas, pero lo acepté. Mientras amablemente la compartía, nos comentó que su casa había colapsado completamente, que hubiera querido ofrecernos más o algo de comer pero lo único que le quedaba era la fruta de su árbol. Me impactó tanto. ¡Cómo, en el peor momento de su vida, había tanta generosidad en su corazón! Con amor a pesar de sus grandes pérdidas nos compartía a extraños lo último que le quedaba. Esa agua me supo a amor, a esperanza, a humanidad, a solidaridad. Lloré profundamente cuando se fue, ¿cuántas personas te brindan todo lo que les queda? Así sea un simple vaso de agua de guayaba. Hay tantas personas buenas en este mundo: inocentes y desprotegidos que a pesar de sus circunstancias dan y brindan lecciones de vida imborrables. Nunca debemos subestimar de quienes podemos aprender las cosas más importantes y esenciales de la vida. Todas las personas somos iguales bajo diferentes circunstancias; algunos más afortunados que otros, pero lo que verdaderamente nos da valor es la calidad humana.