Es muy frecuente que en mi consulta privada acudan jóvenes con cierto grado de ansiedad por los conflictos existentes entre los padres divorciados al no ‘ponerse de acuerdo’ sobre la educación, manutención o el cuidado de los hijos.
Si bien es cierto que en temas legales ambos padres están “obligados” a hacerse cargo de los menores, abastecerlos de todas sus necesidades de manera integral y procurar su bienestar emocional y económico, en ocasiones los hijos son utilizados por alguno de los dos para ejercer presión, manipular, obtener alguna información o beneficio a favor, para afectar al cónyuge.
Debemos tener muy claro que nuestra tarea como padres se basa principalmente en la responsabilidad de procurar el bienestar de nuestros hijos, no es algo por lo que nos tengan que obligar a cumplir por medio de las leyes. Es un derecho que los hijos tienen y que nosotros como padres adquirimos al decidir darles la vida.
Por lo tanto, la convivencia de los menores con ambos padres debe realizarse de manera sana, procurando en todo momento el bienestar emocional del o los menores, ya que también es un derecho que nuestros hijos tienen.
En estos procesos lamentablemente se propicia algún tipo de violencia que afecta al menor debido al incumplimiento por parte de los padres a sus “obligaciones”. Si uno de ellos se niega a proporcionar el dinero para su manutención ejerce “violencia económica”, en represalia el afectado provoca “violencia psicológica” al negarle la convivencia con el hijo.
Estos con algunos tipos de violencia a los que están expuestos los hijos ante un proceso de separación.
Si ya la relación de pareja dejó de funcionar, y no es posible continuar con el matrimonio, recordemos que de ese amor que un día nos unió se procrearon hijos a raíz de esa relación, y el compromiso que obtuvimos de criar, cuidar y proteger siempre de ellos es para toda la vida.
Demos la oportunidad a nuestros hijos de salir lo “menos raspados” después de la separación, y antes de darnos guerra pensemos que los más afectados en estas circunstancias en cuestión de autoestima y seguridad son los menos culpables: nuestros hijos.
Seamos y comportémonos como personas adultas y maduras y pensemos en el daño emocional que les estamos causando a nuestros pequeños al privarlos de lo que por derecho les corresponde. Seamos empáticos y amorosos con ellos, lo necesitan. Ya de por sí es difícil para ellos estar experimentando una situación dolorosa y la incertidumbre que les provoca no estar en un hogar donde se encuentren sus padres para protegerlos y cuidarlos.