La “Empatía” es una palabra que frecuentemente escuchamos y que al parecer está muy de moda en estos tiempos de la era tecnológica, ¿pero, realmente conocemos su significado?, o mejor aún, ¿la practicamos? Sería muy interesante identificarnos con esta palabra y verificar si no solo la estamos utilizando porque está de moda, o es en realidad parte de nuestra forma de dirigirnos a los demás con una actitud verdaderamente empática.
Otra de las palabras que escuchamos con frecuencia es “TDHA”, aunque su significado es mucho más complejo que sus iniciales (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Se trata de una condición del neurodesarrollo que implica dificultades en la atención focalizada, por lo cual la persona que lo experimenta aprende de una manera muy distinta. En temas de lenguaje se les dificulta un poco más para su aprendizaje, sin embargo tienden a hablar mucho una vez aprendido, o bien se les olvidan algunas palabras. En su actividad diaria muestran algunas dificultades para organizar tareas, actividades, y administrar su tiempo, se les hace difícil participar en tareas que requieren de atención constante debido a su hiperactividad, ellos necesitan estar en constante movimiento, por lo que se distraen fácilmente con estímulos externos no relacionados con su tarea.
En el caso de los niños es muy común verlos en situaciones de riesgo, como subir a muebles muy altos, y lanzarse sin medir consecuencias. Por lo regular los padres viven en constante inquietud ya que un solo descuido puede ser catastrófico, mientras que para el menor es solo un momento divertido en su mundo fantasioso. O bien, la conducta del pequeño en lugares públicos puede ser algo parecido a la insolencia o majadería, ya que al ser la hiperactividad uno de sus rasgos característicos tienden a parecer mal educados o irrespetuosos, incluso con sus padres. Es entonces cuando la empatía y el TDHA están en el mismo contexto. Les explico.
Estando en la sala de recepción de un laboratorio de análisis clínicos esperando mi turno para ser atendida, entró una señora con su menor hijo (le calculé en promedio 5 años). Se sienta cerca de mí. El pequeño era evidente que presentaba características de autismo o TDAH, (el diagnóstico preciso lo obtiene mediante una serie de estudios neurológicos, pero presentan rasgos visibles una vez que se conoce el tema). Al lado de la señora había un señor muy serio, y una chica adolescente que se notaban algo incómodos. La mamá del niño se veía preocupada y disculpándose con los pacientes, –supongo que ya estaría muy acostumbrada al rechazo social ante la conducta involuntaria del niño–. De pronto la llaman de un módulo de atención y escucho que la empleada con actitud amable, sonriente y empática le pregunta si el niño tiene una condición especial. Apenada responde que sí. Toma datos del menor y los acompaña al lugar donde sería atendido, incluso los ayuda con las cosas que cargaban.
Después de lo que observé cuidadosamente, pude reflexionar algo muy valioso y positivo para mejorar socialmente. Entendamos que cada uno de nosotros estamos librando batallas difíciles día a día y hay situaciones que se salen de nuestro control. Hay personas que solo necesitan de nuestra comprensión, y porqué no, de nuestra ayuda. Pude darme cuenta que nuestra actitud puede aliviar la carga que el otro trae a cuestas, y que la empatía no solo es una palabra de moda, sino una actitud que se demuestra día a día en nuestras acciones, nuestra disponibilidad para ser una persona que aporta y que siempre esta dispuesta a dar lo mejor de si como ser humano. Seamos más empáticos, demos más sonrisas, más ayuda, más solidaridad, más empatía.