POR ADOLFO KOTT GRAMLICH
Al terminar sus estudios comerciales, Lupita Baldearena de Adame decide abrir el primer kínder en Reynosa en 1932. Su amor por los niños y por la docencia le permiten hacer su sueño posible y desde entonces camina por las calles de la ciudad con sus pequeños alumnos, ella los llevaba y traía a su casa, en filita, cuidándolos como lo más preciado de su vida.
Les contaba historias, cuentos y cantaban. Muchos de sus alumnos, sin duda, la recordarán, pero en Reynosa, además, quedará grabado su nombre en los libros de la historia.
De acuerdo a su memoria y al año escolar de aquel entonces, Guadalupe Baldearena Villarreal fundó el primer jardín de niños que en la ciudad se conoció, abriendo sus puertas en septiembre de 1932 con el nombre de kínder “Reynosa”.
Esta es su historia. Era 1917 y McAllen seguía siendo condado, mientras que a esta ciudad se le conocía como villa de Nuestra Señora de Guadalupe de Reinosa. Con más de medio calendario arrancado, se leía apenas el 1 de septiembre. En esta fecha había nacido Guadalupe, hija de don Rómulo Baldearena y doña Elvira Villarreal de Baldearena. Tenía un hermano, Manuel, el menor de la familia. Inmediatamente se trasladaron a Reynosa, dejando para siempre su ciudad natal.
“Soy ‘pocha’ pero siempre he vivido aquí, así que yo me considero mexicana, porque siempre estuve en Reynosa desde la primaria”, comentó con una sonrisa.
Sus primeros pasos fuera de su casa los dio en 1927 cuando estudió la primaria, como muchas niñas de su edad, en la ahora legendaria escuela “Josefa Ortiz de Domínguez”.
En 1930 concluyó la primaria e ingresó a la Academia Comercial “Minerva”, siendo su mentora la maestra Margarita…, cuyo apellido no recuerda. Ahí estudió un lapso de dos años.
Luego de concluir su instrucción en la academia solicitó a su maestra un salón prestado para iniciar lo que siempre quiso hacer: convertirse en maestra de kínder, pues los niños, desde entonces, merecieron su at