A lo largo del tiempo, los perros han acompañado al ser humano en diferentes actividades y momentos de su vida, lo que les ha otorgado el título de “el mejor amigo del hombre”. Sin embargo, los perros que actualmente conocemos son muy diferentes de sus antepasados, tanto en sus características físicas como cognitivas, resultado de la evolución durante miles de años.
A través de diversas investigaciones arqueológicas y paleontológicas, se tiene la teoría de que el proceso de domesticar al perro se inició hace aproximadamente 37 mil años, con los lobos de la región de Siberia, pues tanto hombres como caninos tuvieron estrecha convivencia en las actividades de caza, aunque esta información aún es controversial.
Posterior a ser domesticado, el perro fue adoptando características físicas y conductuales que lo diferenciaron de los lobos, tales como la forma de la mandíbula, el hocico corto, los colmillos, el tamaño en general, etc.
A diferencia de los lobos, los perros conservan característica y comportamiento de cachorro toda su vida, pues son más juguetones y su lenguaje es el ladrido, que sólo es usado por los cachorros de lobo para pedir comida, entre otras características.
Poco a poco, al perro se le fue incluyendo en diferentes actividades, tales como la cacería, el cuidado del refugio, el transporte, pastores de rebaños, rituales religiosos (considerados como guías espirituales), incluso como comida. Estas actividades humanas a las cuales se fue integrando el perro fueron causa importante de una selección artificial, dando lugar a cambios adaptativos en el perro. De esta forma se fue beneficiando el ser humano, tal es el caso de los perros de las regiones frías, en las cuales se tenía la necesidad de transportar desde alimentos hasta un refugio completo; por ello, el perro de estas regiones fue adquiriendo capas de piel y pelaje más gruesos para tolerar más el frío, además de un tamaño grande y fuerza suficiente para tirar de cargas pesadas. Por el contrario, los perros domesticados en comunidades que se dedicaban a la caza de animales pequeños, como los roedores, se adaptaron a un tamaño pequeño para ingresar a las madrigueras, con un hocico que poco a poco se fue tornando más alargado para facilitar la búsqueda de animales a través del olfato, entre otras características. Por otra parte, en las comunidades en que se iniciaba la domesticación de otros animales útiles como ganado, la prioridad era defender el rebaño ante los depredadores, entre los cuales se encontraban grandes felinos, osos y los mismos lobos; en este caso, los perros fueron adquiriendo gran tamaño y musculatura, así como una mandíbula más ancha y fuerte para poder enfrentar a los depredadores.
En el Antiguo Egipto, Mesopotamia, Persia y Roma los perros eran utilizados también como cazadores, guardianes, protectores de rebaños y como compañeros; para la cultura persa la protección de los perros jugaba un papel crucial, siendo penado todo acto de crueldad en contra de ellos, además, también se beneficiaban del olfato de los perros para corroborar el fallecimiento de una persona. Estas civilizaciones adoptaron perros de gran tamaño en su mayoría, del grupo de los molosos, que se comentó en publicaciones previas.
Los perros también han tenido su participación durante las guerras desde la antigüedad, algunas razas poseían mejor complexión física para desempeñar funciones de ataque y defensa, mientras que otras poseían un olfato privilegiado para seguir rastros o desempeñar funciones de guardia. Persas, griegos, macedonios y romanos formaron grandes ejércitos de perros molosos de combate. Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes establecieron dos escuelas caninas con más de dos mil perros que eran entrenados como centinelas, guardianes o mensajeros. Incorporados en una nueva unidad llamada K-9, los animales recibían entrenamiento como cualquier otro miembro de la infantería, la fuerza aérea o las divisiones mixtas. Las principales tareas de los perros eran localizar minas, misiones secretas de paracaidismo y localización de soldados heridos, llevando con ellos un botiquín para heridas. Las principales razas empleadas para este fin fueron el pastor alemán, el rottweiler, el airdale terrier y el schnauzer gigante.
Todas las razas de perro mencionadas han tenido modificaciones durante varias generaciones, sin embargo, sus instintos protectores, de caza, de carga y su carácter se conservan hasta la actualidad, y están cada vez más adaptados a las actividades del ser humano, por lo cual es importante conocer a los antepasados de nuestra mascota, y sabremos qué esperar de ella de acuerdo con la función para la cual fueron adaptados. Una evaluación oportuna de sus características genéticas nos puede ayudar a planear una mejor adaptación y entrenamiento para nuestro perro. Si te interesa más contenido sobre algún grupo de perros o una raza en específico, contáctanos a través de nuestras redes sociales.