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Los hombres también tienen miedo de envejecer

24 de agosto de 2023 por Susana Valdés Levy

Empecé a ver la serie mexicana titulada “Chavorrucos” que, a pesar de ser básicamente una comedia que aborda el tema de la psicología del envejecimiento en los hombres (homosexuales y/o heterosexuales), no deja de ser muy interesante. Hice un posgrado en psicogeriatría, que es la psicología del envejecimiento, y de ahí que creo poder comentar algunas cosas al respecto.

Hasta hace poco tiempo inició una tendencia de la que aún quedan secuelas, llamada “anti-aging”. Esta tendencia detonó un mercado multibillonario con todo tipo de tratamientos, productos, terapias, cirugías y menjurjes que prometen “detener” y hasta “revertir” el envejecimiento. ¡Oh desilusión! Nada ni nadie puede detener o revertir el efecto del tiempo en el desarrollo humano natural, mismo que si se tiene la suerte de alcanzar una avanzada edad, invariablemente provocará algún tipo de deterioro. Poco a poco esa tendencia de buscar la “eterna juventud” se ha ido modificando hacia algo más realista: “lograr la vejez saludable”, lo que es equivalente a envejecer bien, tanto física como cognitivamente. Es decir: llegar lo más entero posible al final de la vida. (De esto hablaré después).

En principio, la obsesión anti-aging ha impactado más a las mujeres que a los hombres; al menos de forma más evidente, tanto que muchas se han sometido a lamentables desfiguros resultado de procedimientos en ocasiones muy invasivos o agresivos cuyos resultados causan más lástima que admiración. Pero, aunque nada tiene de malo hacer lo posible por buscar mantenerse y verse joven, sucede que el descomunal esfuerzo por combatir lo inevitable, termina por exhibir nuestras inseguridades, falta de autoestima, inmadurez emocional, falta de resiliencia, y sobre todo nos distrae de ocuparnos más en desarrollar otras cualidades y características más propias de la “edad dorada” de forma plena.  ¿Pero qué pasa con los hombres?

A los hombres también les produce horror la idea de envejecer y, aunque quizás no lo expresen ni lo confiesen tan abierta o cándidamente como las mujeres, sí lo manifiestan de muchas otras formas: por supuesto que a muchos hombres les preocupan también las canas, las arrugas, la paulatina calvicie, la pérdida del tono muscular y la flacidez de los pectorales y glúteos, el repentino crecimiento de la papada, los párpados caídos y ufff….sobre todo, la disfunción eréctil.

No es extraño encontrar ciertas conductas en los hombres que tienen terror a envejecer, como esas típicas “crisis de la edad”. Algunas no tienen nada de malo si es que están en condiciones financieras para hacerlo, como comprarse “juguetes caros” como la motocicleta super costosa, o el auto deportivo con el que soñaban cuando tenían 25 años y ahora lo pueden costear. Pero también hay otras conductas que muchas veces les orilla a emprender aventuras de conquistadores y dejan a sus familias, o andan de “sugar daddy” con alguna chica que podría ser su hija (¡o su nieta!), fiebres pendencieras, mismas que con frecuencia los dejan deprimidos y arruinados…o como dice la canción de Oscar Athie: “Flaco, cansado, ojeroso, triste y sin ilusiones”, perdiendo cualquier posibilidad de paz y estabilidad que debiera coronar esta etapa de la vida. Tristemente, para muchos de los hombres de edad, el dinero se convierte en su principal atractivo y en su principal vulnerabilidad…Y no falta quien se los  quiera quitar a cambio de hacerles creer que aun las pueden. Aclaro que creo firmemente que el amor no tiene edad…lo importante es que realmente sea amor y no una evasión de la realidad.

Eso que dicen por ahí de que “con la edad los hombres se vuelven más interesantes” es verdad…¡y también las mujeres! Siempre y cuando evitemos asumir comportamientos de “chavorrucos o chavorrucas” y “empedernidos” que se niegan a aceptar la etapa de desarrollo en el que están -etapa maravillosa que también tiene sus encantos-. Lo más importante de la edad, es la posibilidad de madurar física, mental y espiritualmente. Y si se desea y se puede, conservar o encontrar un compañero o compañera en equilibrio con nuestra realidad.

Categoría: Columnas

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