Los niños son los más afectados por el consumo de comida chatarra. Desafortunadamente, suben los porcentajes de enfermedades serias relacionadas con la mala alimentación.
Es un tema del que se habla recurrentemente, pero al que pocos están abiertos para empezar a hacerle frente.
Platicaba con una de mis mejores amigas sobre el tema y analizábamos la falta de conciencia de la población, al respecto.
Actualmente, existen cadenas de tiendas en Monterrey y en general de la República Mexicana, dedicadas a la venta de golosinas y productos chatarra, dirigidos especialmente al mercado de niños y adolescentes.
Es inverosímil que dados los problemas que ocasionan, estén posicionados, hablando en términos de mercadotecnia, esto es, sean negocios muy redituables.
¿Qué pasa? ¿Qué es lo que no queremos ver? La responsabilidad es de nosotros como consumidores, y de los padres, que no estamos brindándole a los hijos la educación adecuada y seguimos minimizando la ingesta de azúcar por ignorancia o por “comodidad”.
No estamos tomando en serio que la industria alimentaria de comida procesada está avanzando y nos está haciendo daño, más aún, la promovemos.
Y si a eso le sumamos que el gobierno sigue favoreciendo a las grandes industrias, el problema es mayor.
“Me duelen las piernas cuando corro, no me gusta jugar en el parque”, le decía una pequeña de ocho años a otra, mientras yo, sentada, observaba a mi Rocco jugar con sus amigos libremente: correr, brincar y crear su mundo con palos, piedras y flores, durante una reunión en el parque de mi casa.
Como esta niña hay miles de pequeños que están siendo afectados. Continuamente en mis talleres lo percibo. Los padres les reprochan a los hijos que no comen verduras, entonces los miro a los ojos y me preguntó: “¿Y tú, lo haces? ¿Cómo pretendemos que nuestros niños adopten hábitos idílicos si no los exponemos?
Hay tanto por hacer, pero la primera solución está en casa y los involucrados tienen que poner todo para lograrlo. Sí se puede. Se los dice alguien que pasó toda su etapa de la universidad de doctor en doctor, de hospital en hospital hasta que un día tomó el toro por los cuernos y logró lo más deseado, su bienestar y salud, porque es lo más preciado que tenemos. Lo que pasa es que estamos tan acostumbrados a medio estar bien, con miles de pastillas a la mano o corriendo de farmacia en farmacia.
Te comparto lo que me ha funcionado para lograr cambios certeros y graduales y mi familia esté sana. Nadie dijo que era fácil.
El primer consejo es la persistencia, el amor, el valor, las ganas y creer en ti y en tu familia.
Todo esto a la licuadora y para adentro, que se te quede en el cuerpo.
Evita reprocharle a los niños hábitos que tú como padre le formaste.
Empieza a detectar cuáles son las razones que hacen que tu niño recurra a la comida chatarra y habla con ellos al respecto, de manera positiva, y apóyalos ofreciéndoles soluciones, juntos todo se puede.
Deja de comprar alimentos procesados, se trata de que leas las etiquetas. A partir de ahora no importa cómo empezaste a consumirlos sino que dejes ya de comprarlos.
El azúcar la necesitamos naturalmente porque nuestro cuerpo la requiere, pero los alimentos que vienen empaquetados generalmente contienen aditivos tóxicos que generan ciertas reacciones como hiperactividad.
La recomendación es consumir mayormente alimentos naturales, frutas y verduras. Si es un hábito que no tenías, intenta poco a poco probar opciones, es de vital importancia para el cuerpo. Recuerda que comemos para nutrirnos, y que ningún alimento procesado que tenga adicionadas vitaminas y minerales jamás va a ser mejor que un alimento natural.
Te sugiero que invites a tu familia a hacer las compras e intentes poco a poco involucrarlos en la cocina, cuando ellos tengan la oportunidad de participar será más sencillo que lo prueben y se enamoren del platillo logrando que lo consuman.
Mucha paciencia, tú puedes, yo pude, la idea es querer que suceda.