Aunque adquirir madurez es cuestión de tiempo, en realidad nada tiene que ver con la edad. Se puede haber vivido muchos años, haber tenido muchas vivencias y experiencias, y sin embargo no haber aprendido nada. De hecho, nuestra generación está plagada de personas adultas que se negaron a madurar, obsesionadas con el ideal juvenil tanto en aspecto como en actitud y conducta, sin darse cuenta de que en muchos casos terminan viéndose como “Chucky, el muñeco diabólico”. Y, en el menos grave de los casos, como “Chabelo” el viejo-niño. Sin embargo, el aspecto físico es lo de menos, porque como les decía, madurar nada tiene qué ver con la edad o con las arrugas y las canas del proceso biológico de envejecer.
La madurez es un nivel de conciencia que se alcanza solo cuando asimilamos las lecciones que nos dejan nuestras vivencias a lo largo del tiempo y las convertimos en aprendizaje. La madurez es un proceso que sucede cuando nos vamos conociendo a nosotros mismos, con nuestro carácter y nuestro temperamento. Sucede cuando reconocemos a nuestros demonios interiores y tomamos las riendas de nuestros impulsos, sin arranques, ni berrinches, sin dramas, ni exabruptos. La madurez es el arte de dominarnos a nosotros mismos en cualquier lugar y en cualquier momento.
Madurez es asumir el control y la responsabilidad sobre nuestros actos; sobre nuestras acciones y reacciones, y enfrentar las consecuencias con entereza y compostura sobre lo que nos corresponda aquí y ahora, sin endosar culpas, sin excusas ni pretextos. Madurez es dominar al ego y con eso, dejar de ser ególatras, egoístas y egocéntricos para empezar a reconocer los demás en sus propios contextos. Madurez es aprender a ser uno mismo como si descifráramos el “manual operativo” de nuestro propio ser. Madurez es congruencia, coherencia, consistencia; es balance, ecuanimidad, templanza, sensatez, empatía y sensibilidad.
Madurar es un proceso que puede no iniciar nunca o puede durar toda la vida. Pero no se trata de un proceso biológico y natural como la vejez, ni sucede “por arte de magia”…Madurar es una intención, un acto de la voluntad, y de la conciencia; es una decisión.