Los adultos somos los responsables de lo que comen los niños.
Cada día es más común escuchar que los niños son los más afectados por el consumo de comida “chatarra”. Los porcentajes de enfermedades aumentan, pero pocas personas están abiertas a entender cómo afecta en la salud.
Platicaba con una de mis mejores amigas sobre el tema y analizábamos la falta de conciencia que hay al respecto. Actualmente, proliferan cadenas de negocios de golosinas en Monterrey dirigidas a niños y adolescentes; están posesionadas, lo que considero inverosímil en esta época.
¿Qué pasa? ¿Qué es lo que no queremos ver? La responsabilidad es de nosotros como consumidores, de los padres que no estamos brindando la educación adecuada y seguimos minimizando la ingesta de azúcar por
ignorancia.
A la par, las regulaciones del gobierno siguen favoreciendo a las grandes industrias.
“Me duelen las piernas cuando corro, no me gusta jugar en el parque”, le decía una pequeña de ocho años a otra, mientras yo sentada observaba con sus amigos a mi Rocco jugar libremente, correr, brincar y crear su mundo con palos, piedras y flores.
Como esta niña hay miles que están siendo afectados y en mis talleres lo veo recurrentemente.
Los padres les reprochan a los hijos: “esta niña no come nada de verduras”. Yo los observo a los ojos y me pregunto: ¿y tú lo haces?[
¿Cómo pretendemos que nuestros niños adopten hábitos idílicos si no los exponemos? Hay tanto por hacer, pero la primera solución está en casa, y todos los involucrados tienen que poner su máximo esfuerzo para lograrlo. Sí se puede, se los dice alguien que pasó toda su etapa de la universidad de doctor en doctor, hasta que un día tomó al toro por los cuernos y logró lo más deseado: su bienestar y salud. Desafortunadamente, estamos acostumbrados a medio estar bien, tomando miles de pastillas y corriendo a la farmacia de la esquina.
¿Ya reflexionaron? ¿Están conscientes de las consecuencias?
SI SE PUEDE
Te comparto algunos consejos para que mi familia esté sana. Me han funcionado logrando cambios certeros y graduales. Nadie dijo que sea fácil, pero sí se puede.
1. Persistencia, amor, valor, ganas, creer en ti y tu familia. Todo a la licuadora y pa’ dentro, que se te quede en el cuerpo.
2. No reproches a los niños hábitos que como padres se los han fomentado. Detecta cuáles son las razones que los motivan a recurrir a la comida “chatarra” y habla con ellos al respecto de manera positiva, apóyalos ofreciéndoles soluciones; juntos todo se puede.
3. Deja de comprar alimentos procesados, lee las etiquetas, infórmate de su contenido. El azúcar la necesitamos naturalmente porque nuestro cuerpo la requiere, pero los alimentos empaquetados generalmente traen aditivos tóxicos que generan reacciones, tales como hiperactividad. El jarabe de maíz, por ejemplo, no es bueno para el organismo; deja de comprarlo.
4. Consume mayormente alimentos vivos: frutas y verduras. Si nunca lo has hecho intenta poco a poco, probando opciones, es de vital importancia para el cuerpo, ya que comemos para nutrirnos.
5. Invita a tu familia a hacer las compras e intenta paulatinamente involucrarlos en la cocina. Cuando ellos tienen la oportunidad de crear es mucho más sencillo que lo prueben y lo consuman.
Para mayor información
sobre el tema:
En el 90.5 de FM, Radio Udem. Busca la estación en Google
para escucharla en línea.
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