Por CYNTHIA ROBLES WELCH
Hace no mucho, tus pies cabían en mis manos, me acostumbré a tomarlos para hacerte dormir. Por esos masajes nocturnos que te gustan me he dado cuenta que has crecido tanto y tan rápido.
Cada día me pregunto si lo he hecho bien. Lo cierto es que muchas veces me siento rebasada, aunque siempre me he considerado la mejor mamá del mundo para ti.
Me gusta mirarte soñar y cuando sonríes dormido me gusta tumbarme a tu lado y compartir contigo.
Si hay alguna definición de perfección, para mí eres tú.
Muchas veces me enojo, otras veces no te escucho, sólo te ordeno, otras tantas sé que lo que quieres es un abrazo y me niego a hacerlo entre el cansancio de juguetes y ropa sucia.
Avanzada la noche, entro en una especie de reflexión y me siento tan culpable y triste porque no pude ser la mamá amorosa que tú necesitabas. Pero lo sigo intentando.
Tus grandes y brillantes ojos y tu pequeña y curiosa nariz cambian de forma mientras yo pierdo tiempo renegando por cosas tan pequeñas.
Cómo explicarte que estoy exhausta, que tengo miedo, que muchas veces no lo sé todo, que me rompo, que soy muy sensible y que las injusticias que tú empiezas a reconocer, yo sigo sin entenderlas.
Muchas veces es tan abrumador para mí este mundo que no sé cómo presentártelo a ti, pero termino teniendo confianza de que estoy haciendo lo mejor posible.
Quisiera ser la mejor mamá del mundo, muchas veces siento que lo soy, pero otras sé que te fallo y no soy tan buena en esto; me canso, me desespero y actúo de una forma que nos lastima, pero estoy aprendiendo.
Cada día que pasa, despierto con ganas de disfrutarte tanto, veo cómo pasa todo tan rápido y me frustro por no poder parar el tiempo y que dejes de crecer.
Otras veces me siento tan orgullosa de la familia que somos.
Aunque la mayoría de las veces doy lo mejor de mí, muchas otras tengo la corazonada de que no he estado totalmente despierta para ti, me nubla la responsabilidad y me han pasado de noche muchos momentos lindos que sin querer me he perdido contigo.
Mi cabeza no para de cuestionarse: ¿He sido lo que necesitas?, ¿tu grande corazón sigue tan fuerte como el día que nos encontramos por primera vez?, ¿te he disfrutado lo suficiente?, ¿tu alma está limpia y feliz?
Muchas veces enloquezco, siento furia y me invade la tristeza, pero quiero que sepas que nada tiene que ver contigo, es la ansiedad que me invade y otras los miedos, pero nunca es tu culpa.
Entre mis ángeles y demonios vivo luchando por ser una mejor persona y la mejor mamá que necesitas. Hoy te digo que todo lo que hago es para ti y sabes que eres mi motor.
Mi día a día lo trabajo para que aprendas a darle la vuelta a los obstáculos y tener una vida simple, llevadera, feliz y amable. Que sepas amar, respetarte y respetar a todos los seres que te rodean.
Cuando te miro, veo esos ojos poderosos y llenos de vida ¿Cómo logré hacerme merecedora de este regalo de amor y a tan preciado maestro de vida?
Veo en ti a alguien lleno de vida y amor, sensible, cariñoso, transparente, bondadoso, amable y delicado, cualidades que me hacen creer que soy la mamá más afortunada del mundo y a pesar de mis fallas y aciertos te admiro siempre.