Mientras las socialités se muestran sin remordimientos a través de las plataformas sociales gastándose su fortuna, otras empresarias son presas de las redes al exhibir sus fraudes.
Tiene 290 mil followers, 2 mil 407 publicaciones y se da el lujo de sólo seguir a 569 personas, sin duda, sus más íntimos colaboradores, amigos, allegados y algunos famosos y hombres ricos ad hoc a su status. Se llama Chryseis Tan, una excéntrica millonaria de 29 años, originaria de Malasia; una millennial que como chrystan_x tiene una de las cuentas más “caras” de Instagram.
Sus fotos reflejan el estilo de vida que lleva: viajando en jets privados y helicópteros de un continente a otro.
“Quiero viajar por el mundo”, responde cuando le preguntan cuál es su lema. Y así se la pasa: un día está en Shangai y al siguiente se le ve en París; ya sea por motivos de placer o negocios.
Los mejores hoteles y restaurantes le dan la bienvenida, donde ocupa un lugar especial; el mundo lo tiene a sus pies.
Chryseis Tan es inversionista y CEO por derecho propio, ya que que es la directora ejecutiva de Berjaya Times Square, el complejo comercial más grande del centro de Malasia.
En sus viajes ha aprendido a conocer sus fortalezas y aplicarlas para lograr el éxito, a invertir en las personas adecuadas y abrir la mente a nuevas posibilidades, señaló en entrevistas con diferentes medios de comunicación.
En base a información de las revistas Forbes y Business Insider, también es inversionista en Goxip, una aplicación de moda que rastrea los estilos que aparecen en cualquier foto y les dice a los usuarios dónde pueden comprar piezas similares, y en otras marcas como Greyhound Cafe y La Juiceria, además de supervisar proyectos de su familia, uno de ellos el desarrollo del hotel Four Seasons en Kyoto, Japón.
Recientemente se comprometió con Faliq SM Nasimuddin, heredero de una de las grandes fortunas del país asiático.
El padre de Chryseis, Vincent Tan, de 65 años de edad, está considerado el vigésimo hombre más rico de Malasia, con una fortuna que asciende a los 820 millones de dólares.
Para Chryseis Tan es normal comer en un restaurante con estrella Michelin mientras hace una parada en cualquier país que visite. Su vida snob, sin duda, no tiene límite de crédito y en Instagram todos los días sigue sumando seguidores lo que la hace aún más atractiva y redituable.
HOLMES, UN FRAUDE LA PERSIGUE
Elizabeth Holmes ocupa el número 110 de la lista Forbes de 2014, ha recibido el premio de la “Empresaria del año” y encabeza la lista de los millonarios más cool de Silicon Valley.
Es una millennial que nació en 1984 y con tan sólo 4 años de edad le escribió una carta a su padre donde le decía: “Lo que realmente me gustaría hacer es descubrir algo nuevo, algo que la humanidad desconozca”.
Estudió ingeniería química en la Universidad de Stanford (pero no la terminó) donde registró su primera patente: un parche que liberaba principios activos de medicamentos.
En el ascenso de su exitosa vida empresarial siempre se mantuvo en el anonimato hasta que su rostro fue la portada de la revista Fortune.
La compañía fundada en 2003 “Theranos” ha desarrollado decenas de tests sanguíneos para detectar varias enfermedades, entre ellas el cáncer. La inspiración para crear su empresa vino de su aversión a las agujas.
Holmes trabaja siete días a la semana (desde hace 10 años no tiene vacaciones), no tiene televisión en casa y se abstiene de beber café.
Es vegana y varias veces al día bebe un líquido con unos polvos diluidos que mezclan coco, perejil, kale, espinaca, lechuga y apio.
LOS 10 MILLONES
En menos de un año, Elizabeth Holmes pasó de una millonaria exitosa a ser sencillamente un fraude.
Su idea de los diez millones de dólares: crear un dispositivo manual que permitiera hacer análisis de sangre en tiempo real. Después de los contratos millonarios que alcanzó “Theranos”, un experto en calidad de la evidencia científica criticó a la empresa por llevar más de una década “cambiando totalmente el sistema de salud” sin publicar ni un sólo artículo en alguna revista biomédica. Las dudas sobre la gran promesa de la biotecnología se acumulaban. No sólo la mayoría de sus tests eran poco fiables y válidos, sino que los que sí funcionaban se hacían con tecnología comprada a Siemens. Una vez roto el secreto, la revolución de “Theranos” no era mucho más que una pantomima muy bien ejecutada. Así, la compañía se hizo acreedora a una sanción económica y Holmes fue deshabilitada para tener o dirigir un laboratorio durante los próximos dos años.
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