Para la maestra Norma Valenzuela es un honor continuar con el proyecto que sólo existió en la memoria de su padre José Elías Valenzuela Adame y, que ahora, es una realidad: la Banda Sinfónica Juvenil de Reynosa, en la cual, ella marca la pauta.
Inspirada por su padre, la ha dirigido desde sus inicios en 2008, cuando se definió como un proyecto cultural dentro del Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes (IRCA).
Norma Angélica Fernanda Valenzuela Cázares recordó que desde pequeña se veía como una profesional de la danza y el teatro, pero jamás se imaginó que la música sería parte de su vida, hasta el momento que se le presentó la oportunidad de concretar lo que su padre sólo vislumbró en sueños.
Nació y creció en Reynosa al lado de nueve hermanos. La primaria la cursó en la escuela “Lauro Aguirre”, la secundaria en la “Francisco J. Múgica” y la preparatoria en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios Número 7, en la especialidad de laboratorista clínico.
Y aunque de pequeña se imaginaba en un escenario, siguió la carrera profesional en Biología en la Universidad Valle del Bravo en el turno nocturno, ya que por las mañanas se desempeñaba como maestra y en las tardes tomaba clases de ballet.
Sin embargo, sus primeros pasos en la danza los dio a la edad de 18 años en la Casa de la Cultura, instruida por el primer profesor de esta institución, Hussein Mohammed.
Comentó Norma Valenzuela que complementó estos estudios en la escuela de ballet del South Texas Dance Theater, con el maestro Babil Gandara.
“Desafortunadamente no me pude dedicar a la danza, porque comencé ya de adulto, por cuestiones económicas y personales; me di cuenta demasiado tarde”, expresó.
Señaló que al cabo de dos años de tomar clases de danza y cursos de teatro, decidió hacer una maestría en educación musical en la Ciudad de México, en la escuela Superior del Instituto Nacional de Bellas Artes.
CULTIVANDO EL ESPIRITU
El camino hacia la mú