El 17 de octubre fue el Día Internacional de perdonar a un “ex”. Y yo le perdono. Le perdono todos los errores cometidos al dejarse llevar por impulsos y sin reflexionar lo suficiente. Le perdono las malas actitudes que tenía cuando las cosas no salían o no resultaban tal cual las quería… Y, aquellos berrinches, tan infantiles, tan inmaduros, tan caprichosos.
Le perdono las faltas de consideración, los descuidos, las distracciones vanas; la soberbia, los desplantes de arrogancia. Le perdono ya la procrastinación, y todas esas veces que lo importante se dejaba para después o para “a ver cuándo”.
Le perdono los excesos causados por las ansiedades, la falta de constancia y de disciplina que rayaban en la irresponsabilidad y las mentiras que me repetía una y otra vez tratando de justificar la falta. A mi “ex” hoy le perdono todo: su actitud de víctima, su necesidad de ser siempre el centro de atención y su insaciable vanidad. Y, sobre todo, el haberse atrevido a lastimar en ocasiones -intencionalmente o no- a tanta gente que yo en verdad quiero.
A mi “ex” le perdono haber desperdiciado tanto tiempo, tantos años, como si el tiempo fuera recuperable, creyendo que el universo le debe algo, y cobrándole a la vida las frustraciones sin darse cuenta de que, al final, sería la vida la que le pasaría la factura.
A mi ex le perdono ya el mal carácter, el temperamento desbocado, las tormentas causadas, los dramas interminables. Le perdono no haber sabido estar presente cuando llegaba la soledad. Le perdono el llenarme la cabeza con pensamientos negativos y recurrentes. Le perdono las euforias, y las miserias, las lágrimas derramadas y las risas burlonas. Le perdono todo.
Le perdono porque sé que a pesar de tanta inconsciencia, a pesar de no haber cuidado de mí como debió hacerlo, lo hecho hecho está, y que en su momento mi “ex” no sabía cómo hacerlo mejor o simplemente no había aprendido lo suficiente.
Pero perdonar no es volver. Nunca volveré porque mucho trabajo me ha costado desprenderme y dejar atrás a mi “ex”. Dejarle y sanar de resentimientos, de arrepentimientos, de remordimientos, de rencores por el daño causado en el camino.
Necesitaba yo una nueva visión, una vida más armónica, con paz, con bienestar, con estabilidad. Una vida vivida en el presente, haciendo lo mejor que puedo con lo que tengo y desde donde estoy…. Por eso, solté y dejé ir a mi “ex”; no sin antes agradecerle los tropiezos, los raspones, las múltiples caídas y levantadas con sus tantas experiencias.
Mi “ex” fui yo misma, la de antes, la que ahora ya no es más y nunca más volverá a ser. No hay más “ex” que lo que ya no está en mí. Perdonada está la que antes fui y bienvenida sea mi nueva relación conmigo.