
Más allá de su capacidad para entretener y emocionar, la música desempeña un papel crucial en el desarrollo personal y social de los niños y jóvenes: es una forma de expresión artística y una herramienta para el crecimiento emocional, la disciplina y la conexión social.
Las historias de Lizeth Alejandra Valdez Mascorro, Ana Luisa García Hernández, Víctor Alejandro Rodríguez Mendoza y Juliana Pérez Hernández son un ejemplo de dedicación y pasión por la música. En cada uno de ellos refleja, sin duda, el efecto positivo que ha tenido en sus vidas.
En la Orquesta Sinfónica de Tamaulipas tienen un lugar reservado, pero la música los ha llevado a diferentes recintos culturales, como es el caso de Ana Luisa, quien acaba de regresar de Chicago donde se presentó en un concierto en el Ravinia Park de esta ciudad.
Athaly Isabel Hernández Pérez, por su parte, es una pequeña de seis años de edad que ya enfrentó su primera gran prueba: presentarse ante un público numeroso en el VII Encuentro de la Juventud Sinfónica Tamaulipeca, durante un concierto de gala.
Todos ellos acompañados de su violín, tarola o sentados frente al piano han demostrando que son profetas en su tierra.

RETO SUPERADO
Athaly Isabel Hernández Pérez: cautivada por el violín. En el hogar de los Hernández Pérez la música es el lenguaje que une a la familia. Con tan solo seis años Athaly sigue los pasos de su familia, la que tiene una profunda conexión con el arte y la cultura de Reynosa.
Su madre, Athaly Pérez, recuerda: “A los dos años pidió un xilófono. Fue con ese instrumento que comenzó a dar sus primeras notas, aprendiendo a tocar ‘Twinkle twinkle little star’ “.
Este interés no se limitó al xilófono. La pequeña exploró otros más que incluyeron la flauta, la guitarra y el piano. Sin embargo, fue el violín el que realmente capturó su corazón y la llevó a debutar en la Orquesta Solistas de Tamaulipas, un logro impresionante para su corta edad.
La decisión de inscribir a Athaly en clases de violín fue un proceso natural impulsado por su evidente pasión.
Uno de los mayores retos que ha enfrentado la niña fue presentarse ante un público numeroso en el VII Encuentro de la Juventud Sinfónica Tamaulipeca, durante el concierto de gala en el teatro principal del Parque Cultural Reynosa. Aunque ya tenía experiencia en presentaciones de danza frente a públicos medianos, esta fue una prueba significativa de su capacidad para manejar la presión y el nerviosismo.
Su futuro musical luce prometedor. A corto plazo, su objetivo es seguir creciendo y dar un concierto como solista. Actualmente, se está preparando para su recital de fin de curso con su maestra Sabine Olmedo, programado para finales de año.
SINFÓNICA UDEM
Lizeth Alejandra Valdez Mascorro: de la tarola al mundo. A sus 16 años de edad ha destacado en la música con una pasión que cultivó desde su infancia. Mas que un pasatiempo es parte fundamental de su vida, influenciada por una familia de músicos que le brindó las herramientas y el apoyo necesario para desarrollarse. Su viaje musical comenzó a los 6 años cuando su padre le dio la opción de elegir entre varios instrumentos de orquesta; se decidió por la tarola.
La formación de Lizeth en la música se ha enriquecido a través de su educación en el piano y las percusiones. Ha trabajado con músicos destacados como Juan Manuel Murillo, Nicolás Hurtado y Judith Aguilar, con los que ha perfeccionado su técnica y aprendido valiosas lecciones sobre la música y la vida. Su participación en el campamento de música “Tengo Un Sueño” en 2022 fue un reto importante que le permitió superar el nerviosismo de sus primeras presentaciones y encontrar una nueva perspectiva sobre su incipiente carrera musical.
La música ha brindado a Lizeth una forma de desconectarse de la realidad y encontrar alegría. A pesar de enfrentar desafíos, sigue avanzando hacia sus metas, que incluyen audicionar para la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Monterrey (OSIM) en 2025 y obtener un título universitario en interpretación musical. La disciplina, la responsabilidad y la introspección que ha adquirido a través de la música han sido fundamentales para su desarrollo personal. Lizeth agradece el apoyo de su familia, amigos y maestros, así como la presencia simbólica de sus abuelos fallecidos, quienes han sido una fuente constante de inspiración y motivación.
GRANDES ORQUESTAS
Ana Luisa García Hernández: de la casualidad a la pasión por el violín. A los 17 años de edad, Ana Luisa García Hernández ha construido una carrera musical impresionante con casi 9 años de experiencia con el violín. Su historia es un ejemplo de cómo la música puede convertirse en una pasión profunda, incluso cuando el interés inicial no era tan evidente. Ana Luisa comenzó a tocar el violín debido a la recomendación de sus padres, quienes le dieron la opción de elegir un pasatiempo. Aunque inicialmente no tenía interés en la música, pronto descubrió su amor por el violín y decidió dedicar su tiempo a perfeccionar la técnica.
Ana Luisa se ha formado en el Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes, donde ha recibido la influencia de maestros como Alfonso Atkinson, Sabine Olmedo y Luis Adolfo González. Su participación en el National Seminario Ravinia y su presentación en el Ravinia Pavilion han sido momentos destacados en su carrera, proporcionando una plataforma para mostrar su talento y mejorar sus habilidades.
La pandemia representó un desafío significativo para Ana Luisa, porque afectó su práctica y provocó dudas sobre su futuro en la música. Sin embargo, ha logrado superar estos obstáculos y se ha enfocado en metas como aprender la pieza “Preludio y Allegro” de Kreisler, y aspirar a tocar en una gran orquesta en los próximos cinco años. La música ha enseñado a Ana Luisa la paciencia y la disciplina, cualidades que también se reflejan en su vida académica. Su comunidad de apoyo, que incluye a su familia, amigos y maestros, ha sido crucial para su desarrollo continuo.
CONCURSO DE PIANO
Víctor Alejandro Rodríguez Mendoza: del autodidactismo a la excelencia pianística. A sus 17 años de edad es un ejemplo de cómo la autodisciplina y el compromiso con la música pueden llevar al éxito. Su pasión por el piano comenzó a los 6-7 años, y a pesar de comenzar de manera autodidacta en 2019, pronto reconoció la necesidad de guiarse por maestros experimentados. Actualmente, Víctor se forma en la Academia de Piano Beetho-VEN, recibiendo instrucción de reconocidos pianistas como Roberto Carlos Amaya Salazar y Luca Rebola.
La primera presentación de Víctor frente a una audiencia fue una experiencia que combinó nerviosismo y emoción. Sin embargo, sus logros en concursos y recitales, como el Recital del 2do Concurso de Piano Manuel M. Ponce, donde obtuvo el primer lugar en su categoría, han sido un testimonio de su habilidad y dedicación. La música ha permitido a Víctor expresarse y encontrar inspiración en compositores como Alexander Scriabin y Chopin, así como en pianistas legendarios como Vladimir Horowitz.
A pesar de los desafíos, como la preparación para concursos y recitales, Víctor sigue avanzando hacia metas ambiciosas, como aprender un Concierto para Piano de Mozart y prepararse para recitales en trío. La música ha enseñado a Víctor lecciones valiosas sobre la disciplina, la perseverancia y el respeto por las interpretaciones de sus compañeros. Su familia y maestros han sido una fuente constante de apoyo en su camino hacia la excelencia musical.
MEMORABLES PRESENTACIONES
Juliana Pérez Hernández: diversidad y expresión musical desde temprana edad. Con tan solo 16 años de edad ha demostrado un compromiso excepcional con la música a través de su habilidad en el piano, clarinete y violín. Su amor por la música comenzó a los 3 años, y su formación se ha expandido a través de la Banda Sinfónica Infantil de la primaria Profesor “Raúl Flores García” y la Vivas Music Academy. Desde sus primeros días tocando el piano a los 4 años, Juliana ha explorado diferentes instrumentos y géneros musicales, lo que ha enriquecido su experiencia como músico.
Juliana recuerda con entusiasmo sus primeras presentaciones frente a una audiencia, y ha tenido eventos memorables como tocar el solo de la pieza “Escena Campestre” y presentar su pieza original “El Vals del Cometa”. Su inspiración proviene de músicos como Debussy, Hans Zimmer y José Pablo Moncayo, y disfruta tocar una variedad de estilos musicales, desde lo clásico hasta lo folclórico. A pesar de los desafíos al aprender nuevas piezas, Juliana sigue adelante con metas como mejorar en el piano y apoyar a los principiantes en su banda sinfónica.
La música ha sido una fuente de disciplina, perseverancia y responsabilidad para Juliana. Su habilidad para transmitir su amor por la música a través de sus actuaciones, el apoyo de su familia, maestros, y asociaciones como la Fundación Herstrada y el Club de Cultura Musical han sido fundamentales para su crecimiento y éxito en el mundo de la música.