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¡Qué Demonios!

20 de agosto de 2024 por Susana Valdés Levy

El domingo leí en el periódico una nota muy extraña. Decía que cada vez son más los nuevoleoneses que acuden a sus parroquias convencidos de estar poseídos por el demonio y solicitan un exorcismo. Tal cual.

El sacerdote Ernesto María Cano es el exorcista de la arquidiócesis regiomontana y dice que la abrumadora mayoría de estos casos se deben a problemas de salud (física o mental)… pero agrega que hay una verdadera psicosis en torno a esto.

Basta con conocer un poco de historia para saber que en la antigüedad muchas enfermedades, especialmente las mentales, se relacionaban con el demonio y también se creía que eran la consecuencia o penitencia que había de pagarse por los pecados cometidos. Pero principalmente, los trastornos psicológicos y las enfermedades psiquiátricas eran interpretadas como posesiones demoniacas, aunque no es lo mismo estar mal que ser malo, antiguamente no había gran diferencia.

Dejando a un lado las enfermedades físicas causadas por virus o bacterias que en el pasado no se conocían o las enfermedades psiquiátricas innatas, anteriormente se creía que el diablo y su séquito de demonios eran entidades externas que a consecuencia de embrujos, hechizos, pactos, o simplemente de las debilidades de la gente frente a las tentaciones mundanas, éstos “seres” se introducían en las personas para apoderarse de sus almas y los pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), solían ser una invitación para que el demonio entrara y se adueñara de las almas humanas, trastornando sus personalidades, sus temperamentos, su carácter, sus conductas, y destruyendo su paz y la armonía propia y la de quienes les rodean.

Hoy en día sabemos que cuando se trata de “erupciones” de temperamento, carácter, personalidad y/o conducta, no es porque el demonio se nos haya metido, sino más bien, es porque se nos sale, sin correa y sin mecate. Y, aunque eso a veces es tratable mediante Terapia Cognitiva Conductual (o sea, “¡Date cuenta y hazte consciente de lo que haces y dices, déjate de fregaderas y párale a tu cuento!”), la realidad es que este tipo de exabruptos, si bien resultan endemoniados, no los arregla un exorcista con un “hocus pocus”, crucifijos o agua bendita.

Y sin embargo, es natural que luego de la explosión y sus consecuencias, la gente se sienta muy mal, con culpas, rupturas, remordimientos, angustias, estrés y cruda moral… “poseídos” por el malestar, porque te emborrachaste, te drogaste, viste “rojo” y te violentaste, te cegaron los celos, la envidia, o la ambición, la rabia, etc. y los demonios se salieron por todos los poros. Eso se cura cuando asumimos total responsabilidad sobre nuestros actos: acciones y reacciones.

SUSANA VALDES LEVYEl autoconocimiento, la autorregulación o autocontrol, la prudencia, la sensatez, la templanza y, sobre todo, el respeto hacia uno mismo y los demás son cualidades con las que no siempre se nace, pero se pueden cultivar. Esas son las “riendas”  y el “bozal” que hay que ponerle a nuestros demonios que todos llevamos dentro, en mayor o menor grado, pero es a esos demonios a los que debemos someter y controlar, antes de que nos posean por completo y destruyan todo lo bueno que hay en nuestras vidas convirtiéndolas en un verdadero infierno.

Categoría: Columnas

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