¿Cómo se supone que debería de leer una etiqueta de un producto comestible? Este es uno de los retos nuevos a los que se enfrentan los consumidores.
Cada día ingresan a los supermercados una gran cantidad de éstos, los cuales nos prometen devolvernos lo que realmente nos quitan: la salud.
Sin ser exagerada, pero sí realista, mucho de lo que comemos, que creemos que nos está alimentando, realmente nos está enfermando.
También nos está afectando la vorágine de información respecto a la comida. Más de 200 productos están etiquetados con la frase: “sin gluten” y “sin azúcar”, usándolas como ganchos publicitarios para consumidores zombis e irresponsables.
Contrario a lo que dicen están llenos de conservadores (para permanecer el mayor tiempo en el anaquel) y colorantes y edulcorantes artificiales (para darles vista y sabor), los que en algunos casos están prohibidos para el consumo humano, y en nuestro México eso no está regulado.
COMER POR INERCIA
Además nos mofamos: veganos, frutívoros, vegetarianos, paléos, en fin, hasta comer nos hace diferentes y marginadores en muchos de los casos, sin poner ojo en lo que pudiera estar de fondo en el alimento y lo que realmente es una razón de peso para tomar una decisión de seguir alguna corriente en particular.
Estamos comiendo por inercia o por repetir patrones sociales que alimentan nuestro ego y no nuestra alma.
Hace un par de años estuve en Tlaxcala, en la feria del maíz, conocí alrededor de veintitantas clases de maíz, los había grandes y pequeños y de muchos colores. Detrás de todos estos miradas llenas de esperanza y sonrisas orgullosas de sus familias productoras. La gran mayoría de lo que se ofrecía era vegano o vegetariano, aunque nadie hablaba de eso, sólo se reconocía el orgullo de nuestro maíz y las formas en que se ha venido ancestralmente comiendo. Me di cuenta de que sólo unos pocos están en la lucha por defender lo que realmente nos debería de importar a cada mexicano.
Hoy en día la gente piensa en México y lo identifica con comida deliciosa pero pecaminosa. Si nos remontamos a la historia la base del origen de su cocina es la milpa que se compone por: maíz, frijoles y chiles. Además: chirimoya, guayaba, mamey, aguacate, plátano, zapote, nopal, zapote, huauzontles, verdolagas, quelites, calabazas, maguey y cacao. Los reyes en nuestro pueblo. Entre los animales: pescados, mariscos, caracol de río, insectos, aves, conejos, perros, topos, monos, ranas, ratas de campo, iguanas y serpientes.
¿Qué de lo antes mencionado está en tus platos diarios? Hemos perdido el rumbo siguiendo la “practicidad” y las tendencias.
COMER, DERECHO CONSTITUCIONAL
¿Para qué se supone que comemos? Piénsalo. Comer, alimentarte, es un derecho de todo ser humano y mexicano, está en la Constitución. Pero ¿por qué hemos cedido
a unos cuantos la capacidad de decidir?
Nos está costando sangre, enfermedades, locuras y tristezas. Sigo sin entender, si a lo que venimos a este mundo es a gozar, ¿por qué dejamos que el goce nos los arrebaten y a su vez nos dicten el camino?
¿Cómo llegamos aquí? ¿Así como lo hicimos, podríamos volver? Se trata de reaccionar antes de que sea demasiado tarde para no perder nuestra bendita identidad, buscando preservar lo que la naturaleza, por años, nos ha venido ofreciendo y como especie hemos venido desechando. Adoptar estilos al comer no es malo, siempre y cuando el respeto hacia ti y hacia los demás converja en la congruencia.