Hoy en día la tendencia en la educación familiar es sobreproteger a los hijos, lo que finalmente causa el efecto contrario.
Los padres de familia tenemos que observar y no intervenir de inmediato, para darles la oportunidad de valerse por si mismos; prepararlos para el camino y acompañarlos en su proceso de autodescubrimiento.
Nadie nos enseña a ser padres pero tenemos lógica y paciencia. Los niños, de tu mano, poco a poco entienden que en el mundo existen diferentes tipos de emociones y su trabajo es aprender a gestionarlas fortaleciendo su autoestima.
Se trata de brindarles alternativas en lugar de negaciones y, por supuesto, exponerlos al juego libre, es la ciencia de la infancia, ayuda a la resiliencia, trabajo en equipo y tolerar la frustración.
Cualquier ser humano se forma a base de caerse y volver a levantarse.
Dales el beneficio de la duda y déjalos ser niños, que trepen árboles, que jueguen con la naturaleza que aprendan a través de su propia experiencia de qué está hecho el mundo… y tú siempre a su lado.