Sencilla, humilde, madre cariñosa y apasionada de la cultura y el campo, así es Marcela Ronquillo de Hinojosa, una mujer orgullosa de ser “magnolia” y de la tierra que la vio nacer. Hija del matrimonio formado por Carlos Mario Ronquillo (†) y Alma Villarreal Chaverría, Dyhdia Marcela Ronquillo Villarreal nació el 13 de mayo de 1967 en Matamoros, Tamaulipas, donde disfrutó una infancia muy feliz en la colonia Jardín, muy cerca del río Bravo. Junto a sus hermanos Eli, Verónica y Mario, Marcela estuvo rodeada de niños de su misma edad con los que jugaba todas las tardes. Andar en bici y jugar al “bebeleche” o al “avioncito” eran tan sólo algunas de las actividades que realizaba para divertirse en grande; cualquiera que le permitiera estar al aire libre. “Mis hermanos y yo éramos muy unidos. Nuestra infancia fue muy bonita”, dijo. Desde pequeña le llamaron la atención los deportes. Cada vez que podía participaba en alguna rama, pues su padre se alegraba y a ella le encantaba verlo feliz. Siempre fue muy apegada a él y buscaba agradarlo. Era su mejor amigo y se identificaba con él. Heredó su gusto por el campo, los caballos y amaba que fuera torero. “Es por él que mis recuerdos de la infancia son muy bonitos”. Además de ser torero era el único y más importante clasificador de algodón en México. Cuando era niña la llevaba de visita a los campos y se emocionaba al mismo tiempo que mostraba interés. El atletismo formaba parte de sus actividades en la primaria, así como el basquetbol y natación, ramas en las que señala era muy buena. El mar es otra de sus pasiones desde niña. Un día su papá le regaló a su mamá una casita en la playa “Lauro Villar”, ahora “Costa Azul”, donde disfrutaban juntos los veranos. Desde los cinco años de edad Marcela gustaba de montar a caballo, lo que le facilitó participar como escaramuza en el lienzo charro “Los González” de Matamoros y en charrerías junto a sus hermanas
y primas. Como hermana mayor fue muy protectora de sus hermanos. Mario fue el ”pilón” de la familia y ella adoptó más el papel de madre que de hermana, ya que no le gustaba que algo le pasara. Actualmente son muy unidos y apegados a los valores que les inculcaron sus padres. A pesar del paso de los años y de que el destino los llevara por rumbos diferentes siguen unidos por lazos fraternos. “La familia es lo más importante; es la base de la sociedad. Quienes te apoyarán cuando lo necesites son ellos los que siempre estarán ahí”, agregó. Son precisamente sus hermanos quienes le han apoyado en cada etapa de su vida. Aún cuando ya han formado su propia familia nunca dejan sola a su hermana mayor. Cuando era niña Marcela pasó por varias etapas antes de decidir su futuro profesional cuando fuera grande: primero pensó en ser científica o astrónomo y aprovechaba las agendas que le regalaban a su papá en los bancos para hacerlas suyas. Por orden alfabético apuntaba el nombre de sus héroes. Esas personalidades que habían trascendido en la historia gracias a sus hallazgos. Su directorio era muy interesante. En la letra “G” podía encontrar a su amigo Galileo y algunos de sus descubrimientos. En la “M” a Marie Curie y así sucesivamente. En la secundaria se dejó influenciar por las Olimpiadas y entrenaba todo el tiempo para llegar a ser una gran atleta e ir a participar a estos juegos.
EL ARTE Y LA CULTURA
Conforme crecía sus intereses cambiaban. Hasta que se topó con Walt Disney, de pronto nació en ella el deseo de dibujar y pintar. Este fue el primer contacto con su faceta artística, como ella la llama. Se convirtió en admiradora de los pintores Salvador Dalí y Pablo Picasso cuando cursaba la secundaria. Su papá prestaba atención a esos detalles que la motivaban, ya que siempre la apoyó en todo lo que decidiera. “Me hubiera gustado ser rejoneadora y seguir el ejemplo de mi padre, pero enfoqué mi carrera en la versatilidad del arte y la cultura”, dijo. Finalmente estudió la carrera de licenciado en Mercadotecnia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Itesm) porque le ofreció áreas de desarrollo como la comunicación, en la que encontró su pasión por el cine, la edición, la grabación de spots, la fotografía y la cinematografía, a pesar de que la tecnología de aquel tiempo no era tan avanzada como la de ahora. Mientras estudiaba la carrera tuvo oportunidad de ser vicepresidenta y posteriormente presidenta de LEMS, asociación que agrupa a los estudiantes de la carrera de mercadotecnia. Durante su estancia trató de dejar huella con el desarrollo de una exposición de arte colectivo, idea que a nadie se le había ocurrido. Esta tuvo lugar en el edificio de la rectoría de la universidad en el área donde se encuentra el mural de González Camarena, uno de los pintores e inventores más influyentes de México. Por primera vez los alumnos de LEMS replicaron su iniciativa y los mejores acuarelistas mostraron su arte en dicha exposición contando con la presencia del rector. “Desde entonces me enfoqué a las artes y a apoyar el talento mexicano”, dijo. Para continuar aprendiendo ya casada estudió en la Ciudad de México un posgrado en el ITAM de Arte contemporáneo y en el Museo Carrillo Gil: Historia del Arte. Siendo esposa de Baltazar Hinojosa tuvo la oportunidad de dirigir el Brownsville Museum of Fine Art, donde realizó la primera exposición digitalizada de Frida Kahlo, además de ser difusora de obras de otros artistas mexicanos. Asimismo se convirtió en promotora de artistas mexicanos fuera del país, principalmente en la frontera.
UNA BELLA HISTORIA DE AMOR
Cursaba la preparatoria y contaba con apenas 16 años de edad cuando Marcela conoció a Baltazar Hinojosa en Matamoros. Durante ocho años fueron novios, tiempo en el que se trataron, se enamoraron y soñaron con una vida juntos. Mientras estudiaba la carrera en Monterrey, Baltazar, de 20, viajó a la Ciudad de México a trabajar. A esa edad se recibió de licenciado en Economía en el Itesm gracias a su empeño y dedicación, además del firme interés de convertir a Marcela en su esposa. “En aquel tiempo no había celulares, ni Internet. Los recibos telefónicos llegaban altísimos, pero aún así tuvimos un noviazgo muy bonito”, comentó. Su familia y amigos saben que a Baltazar le gusta la bohemia. Toca la guitarra y canta muy bien, armas que utilizó para enamorar a Marcela. Además de su romanticismo le parecía interesante que Baltazar fuera un joven muy inteligente, serio, profesional, con metas muy claras, valores bien cimentados y con ese don de tender la mano a quien lo necesita. “Era muy padre ser, además de su novia, su amiga; conocerlo y tratarlo”, agregó. Confiesa que se sintió atraída por su sencillez, la forma de ver la vida y su vocación de servicio, valor que desde pequeña le fue inculcado y encontrar a un hombre con el cual compartirlo fue muy especial. Mientras cursaban sus carreras en el Tec de Monterrey buscaban la manera de ayudar a estudiantes que no tenían la posibilidad de estudiar. Ver a un joven servicial y con la seguridad de lograr lo que se proponía, terminó de enamorarla. “Platico constantemente esta historia porque me llama la atención que cuando él estaba en la escuela decía que iba a tener tres hijas: lindura, hermosura y preciosura y que sería alcalde de Matamoros; se le cumplió”, dijo. Después de ocho años de noviazgo, un día de diciembre mientras Marcela se encontraba cansada de estudiar para los exámenes finales de su carrera, se fue a descansar cuando de pronto escuchó música de mariachi en la casa de asistencia donde vivía y pensó que era para alguna otra compañera. “No me esperaba que fuera él y al asomarme era Baltazar, quien en ese momento me pidió que fuera su esposa”, contó emocionada. Después supo que se había puesto de acuerdo con sus amigas y compañeros de clase para poder hacer realidad ese momento. El 22 de septiembre del año siguiente, después de terminar su carrera (condición impuesta por sus padres), Marcela se casó con su mejor amigo: Baltazar. Dos años después llegó Daniela, su primera hija. El matrimonio decidió esperar este tiempo pues Marcela y una amiga habían iniciado en Monterrey una empresa de mercadotecnia que estaba funcionando muy bien y decidieron expandirla a la Ciudad de México, a donde se mudó después de casarse. Después del nacimiento de su primogénita se mudaron a Saltillo, Coahuila. Un año y medio después nació Mariana, enseguida Alejandra. Las tres se llevan apenas poco más de un año.
LA ESPOSA DE BALTAZAR HINOJOSA
Baltazar Hinojosa se caracteriza por ser un hombre atento con su familia, respetuoso y noble, cualidades que le han permitido a Marcela disfrutar de la vida a su lado. Pese a que se han visto en la necesidad de mudarse en repetidas ocasiones debido a las oportunidades de trabajo que se le han presentado a él, sus hijas lo han sabido entender y aceptar. “Es un padre generoso muy apegado a sus hijas e involucrado en su educación. Me encanta que conviva con ellas y sea su amigo más que su papá”, indicó. La trayectoria de Baltazar Hinojosa ha representado retos a nivel profesional que ha sabido afrontar en familia. Por eso compaginar la vida familiar con su responsabilidad como alcalde de Matamoros no fue nada difícil. Como diputado federal promovió leyes relacionadas con la educación escolar y de ayuda a la mujer. En su gestión como presidente municipal potencializó al DIF como un verdadero desarrollo integral de la familia con acciones de apoyo al adulto mayor, niños y mujeres. “Para Baltazar la familia es lo más importante. Por eso en cada paso que da, vamos nosotras”, añadió. En cada etapa como servidor público sus hijas se han adaptado. Sólo han tenido una queja. Cuando nos mudamos de ciudad a los pocos meses Daniela fue abanderada cuando estudiaba la primaria. Sus compañeros se burlaban porque creían que estaba ahí por ser hija del secretario de Educación, Cultura y Deporte. Sin embargo se lo ganó a pulso por ser muy estudiosa e inteligente. No me gusta alardear, pero mis hijas siempre han sido muy brillantes. Ahora Dany se acaba de graduar como neurocientífica”, dijo. Daniela, Mariana y Alejandra se sienten muy orgullosas de su padre, a quien apoyan en las decisiones importantes y disfrutan formando parte de ese trabajo en equipo al involucrarse en el área de educación, desarrollo social y cultura. “Como padres tratamos de inculcarles los valores que nos dieron en casa a nosotros”, comentó.
MAGNOLIAS, UN MILAGRO
Marcela, al igual que su familia, cree en Dios y la Virgen de Guadalupe, inculcándole a sus hijas esta fe. Por tal motivo el movimiento de mujeres fundado en el verano del año pasado sin ningún fin político tiene como único propósito promover los valores, primero en cada una de ellas, sus familias y su entorno y, después, en la comunidad, significando para ella un verdadero regalo de Dios. Todo comenzó un día en el que un grupo pequeño de nobles mujeres, entre doctoras, enfermeras, abogadas y amas de casa, decidieron hacer el bien, transmitir valores universales como seres humanos y el amor al prójimo. Y decidieron llamarlo “Magnolias” por la película “Magnolias de acero”. Este grupo, que ahora son las fundadoras, han ido por todo Tamaulipas sembrando esta semilla. Es base a este objetivo, decidieron apoyar en su campaña a Jesús De la Garza en Matamoros, un hombre con arraigo familiar y ganas de trabajar. Debido al alcance que inicialmente tuvo “Magnolias” en Matamoros, Delia, la hermana de la doctora Kika Ochoa, fundadora de Magnolias, le llama a Marcela para proponerle si podrían iniciar el movimiento en Ciudad Victoria. La respuesta fue un “sí”. Recibió entonces la invitación para dar una plática a más de setenta mujeres sobre valores morales y el propósito del movimiento. A partir de entonces siguieron en Reynosa, Río Bravo, Tampico, Altamira y así hasta llegar a los 27 municipios. Marcela se sorprendió del alcance, de cómo creció siendo tan pequeño.
LA FAMILIA CON BALTAZAR
Meses después, Baltazar le anuncia a su familia sobre la posibilidad de ser el precandidato a la gubernatura de Tamaulipas, por lo que les pide permiso para poder participar. Es un detalle, recuerda Marcela, que platico con mucho fervor porque Daniela le dijo: “Ay, papá, el único que te dará permiso es Dios”, mientras que Mariana le contestó: “Si Dios le da la oportunidad, nosotras y todas las mujeres de Tamaulipas lo apoyaremos”. Su padre, sin embargo, les advirtió que tendrían que ser parte de su campaña e invertir tiempo y trabajo. Desde entonces, las mujeres de “Magnolia” se unieron para iniciar una precampaña y se encargaron de la organización de eventos. Ellas reciben capacitación pues están realmente comprometidas a hacer el bien, hasta hay un juramento en el que reafirman su misión de ayudar a los que menos tienen. El día que Baltazar obtuvo su registro, un numeroso grupo de mujeres, incluso que no forman parte del movimiento, portando una flor grande del lado del corazón, muy emocionadas se acercaron a saludar al ya candidato para expresarle su apoyo. Iniciaron con una pequeña gira por algunas ciudades del Estado sorprendiéndose Marcela y su esposo al encontrarse con mujeres portando la misma flor en la solapa. “Desde ese momento sentí algo muy bonito, pues fue como una señal de Dios, ya que semanas antes esa misma flor estaba en el altar de la Virgen de Guadalupe en la Iglesia de San Agustín”, recordó. Marcela confiesa que no tenía muy claro como era realmente la flor de la magnolia, hasta que un compañero durante el trayecto de Valle Hermoso a Ciudad Victoria le mencionó que se trataba de una flor blanca, grande y muy hermosa. Le dijo que se da en un árbol conocido como Magnolio en la Biósfera del Cielo, en Tamaulipas, y que es único en el mundo porque se nutre de los minerales de esas tierras. Por su parte, una compañera bióloga le aseguró que por sus propiedades curativas para el corazón es estudiada en el mundo por científicos. Ella, asombrada, consideró que era la razón por la que la lucían del lado del corazón. Marcela considera que la creación de este movimiento de mujeres con el deseo de crear un mundo mejor y el propósito de mover, tocar y sanar los corazones de las mujeres y sus familias, es un milagro. “Si hubiéramos querido crearlo como estrategia política, no se nos hubiera ocurrido”, comentó. Pero Baltazar Hinojosa está muy sorprendido por la respuesta que han tenido, ya que en sus recorridos se acercan a él las mujeres y le dicen: “Yo también soy magnolia”, reconociendo que son gente de bien, íntegras y con valores. “Su reacción lo ha hecho pensar que él mismo ya es magnolia también”, manifestó.
ORGULLOSAMENTE TAMAULIPECA
Marcela está orgullosa de haber nacido en Tamaulipas, en donde hay gente buena y con ganas de hacer, de crear un mundo mejor. Se puede presumir, asegura, de tener a la mujer más bella de México surgida del certamen “Nuestra Belleza”. Es un Estado en el que sobresalen las mujeres trabajadoras que luchan cada día por salir adelante y que siguen siendo la esencia de las familias. Para finalizar, envió un mensaje de unión y fortalecimiento familiar con la finalidad de crear un futuro mejor para nuestros hijos y brindarles una esperanza de vida a las siguientes generaciones.
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