La violencia económica es toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima.
He visto como pasan por mi consulta casos en los que traen a hijos de padres separados o divorciados, con sentimientos de indefensión, tristeza, decepción o baja autoestima posterior a la separación de los padres, y en algunos casos por la pérdida de la convivencia con uno de los padres o incluso de ambos.
Tal vez esté de más comentar el trauma que una situación como esta le genera a los hijos, sin embargo, considero importante abordar el tema del tipo de violencia al que se someten nuestros hijos en el proceso de separación o divorcio con la problemática económica.
Algunas ocasiones nos concentramos en defender los bienes materiales y ver “quién se queda con qué”, sin considerar los daños colaterales a los que sometemos a nuestros hijos al estar discutiendo el tema económico. Llegamos a la muy lamentable decisión de manipular la situación “utilizando” como recurso a nuestros hijos en la convivencia con sus progenitores, o caso contrario, abstener del sustento económico que se supone es responsabilidad de ambos padres y no solo del padre que se queda con la custodia del hijo, y muchas veces no lo entendemos así, ni asumimos la responsabilidad que implica el haber procreado un hijo.
Tomemos conciencia que al separarse los padres de la relación de pareja no debe suponer también la separación de los hijos ya que ellos tienen el derecho de disfrutar de ambos padres para su sano desarrollo emocional, así como de ser proveídos de todo lo necesario para su sano desarrollo económico.
Nuestros hijos no son culpables de la decisión que tomamos los padres de separarnos, al contrario, en una situación así, lo primordial sería salvaguardar la integridad de nuestros hijos, siempre procurando su bienestar y así, verlos desarrollarse en el campo académico, deportivo, social, y familiar con éxito, con ello tendremos a futuro a seres humanos sanos, equilibrados y felices.