El 18 de mayo el escenario de la State Farm Arena estaba listo para recibir a cientos de niños, atraídos por uno de los espectáculos que más disfrutan: el circo.
Con sus algodones, palomitas y caramelos se disponían a ocupar su butaca para disfrutar lo que les tenía deparado el Ringling Bros and Barnum & Bailey.
Previo al show principal, los pequeños pudieron convivir de cerca con los payasos, los magos, las bellas trapecistas y hasta ver muy de cerca a los elefantes.
De pronto las luces se apagaron y los niños aplaudieron la presencia de una linda chica con la bandera de Estados Unidos en la mano y montada en un elefante. Acto seguido, el infaltable payaso apareció dibujándoles una sonrisa tanto a chicos como grandes.
Continuaron los perros y después un acto que dejó a todos con la boca abierta. Sobre un cable colocado a varios metros del suelo hizo su recorrido en su motocicleta un audaz conductor. Pero aún había más, de la parte inferior del vehículo se agarraba un tubo que a su vez sostenía a dos acróbatas.
Por varios minutos el suspenso se apoderó de la gente, atónita no podía creer lo que estaba viendo.
Pasó el tiempo y las risas y los aplausos continuaron, divirtiendo y asombrando a un público que disfrutó esa magia que sólo el circo puede ofrecer.