Si Superman vuela y escapó de Kripton, es sólo una buena excusa para que niños y jóvenes se acerquen a la lectura.
El gusto por los superhéroes puede seguirse en las novelas gráficas y hacer que cada vez más gente se interese en los libros.
Roberto Murillo Medina habló sobre el “Fomento a la lectura a través de los cómics” ante un numeroso grupo de alumnos reunidos el 18 de mayo en el auditorio del Parque Cultural Reynosa, en un evento organizado por el Instituto Piaget.
Originario de Tlaxcala el conferencista narró la historia del cómic desde sus inicios hasta años recientes.
“Los cómics no surgen en sus inicios como superhéroes, no eran para niños; ni con algo de humor, sino con un chico que se llamaba Yellow Kid, se empezó a publicar en 1892 en periódicos de Nueva York”, explicó el promotor cultural.
Recordó que Mickey Mouse apareció en 1930 y un año después el detective Dick Tracy, luego en 1938 fue creado Superman, y fue hasta los años sesenta que tuvieron auge los personajes de Marvel como Spiderman y los X Men.
Señaló que fuera de la moda de los personajes como los Avengers, las nuevas novelas gráficas abordan temas históricos como el Holocausto con “Maus” de Art Spiegelman, o de suspenso en “La Metamorfosis” de Franz Kafka y “Los mitos de Cthulhu” por Alan Moore.
Murillo Medina expresó que las nuevas novelas gráficas son de gran interés para el público en general; interesados por las ilustraciones no pueden dejar de seguir sus textos.
“Yo dije, les voy a hablar de ciencia a través de los cómics, ¿cómo lo voy a hacer? Pues comentando de Superman quien no tenía poderes antes de salir de su planeta natal Kripton”, expresó.
Con una explicación de la gravedad aumentada mil veces, es posible que este personaje fuera superdotado al no haber nacido en la Tierra.
Hay otras novelas gráficas que recomendó como “Sensus” diseñada para invidentes, o clásicos como “Farenheit 451” de Ray Bradbury y “Pedro Páramo” del mexicano Juan Rulfo.
Después de responder las dudas de los asistentes, al final el conferencista recibió un reconocimiento por parte de Teresa Cantú, directora administrativa del Instituto Piaget.