El rol de las mujeres a través de los años ha ido cambiando. De amas de casa empiezan a ocupar puestos de primer nivel, donde los hombres comparten con ellas sus decisiones.
Actualmente, sin importarles los tacones, se suben al ring y dan su mejor pelea en una arena donde los caballeros siguen predominando convirtiéndose en sus rivales.
Otras más, desde la tribuna, demuestran su fortaleza y conocimientos para dar su veredicto final. Son tan importantes que de su voto depende la victoria y el fracaso de los que llevan los guantes puestos.
Este es el caso de la única mujer certificada como juez mundial en norteamérica, Mónica Acuña Uresti, quien desde muy pequeña se sentaba frente a la televisión a ver el box con su padre y al sonar la campana sabía que iniciaba el primer round.
Ella, a diferencia de la mayoría de las mujeres, no optó por ser doctora, contadora o maestra, aunque sí realizó sus estudios profesionales de licenciada en Comercio Internacional, especializándose en el Desarrollo de Estudios para Inversionistas Industriales en The University of Texas-Pan American.
Más aún, desde hace diez años es
juez internacional de boxeo, un deporte donde los hombres generalmente ocupan todavía las más de las butacas.
Sin embargo, en Texas calificó (puntuó) una pelea con una mujer. Tiene conocimiento de cinco más que se desarrollan en este ámbito, pero dos ya están retiradas, una más lo hace en Las Vegas y la otra está comenzando apenas la carrera, pero Mónica es la única hispana.
Viaja constantemente, lo ha hecho a todos lados, Japón, España, Marruecos, Canadá, Estados Unidos…, pero a diferencia de sus amigas que lo hacen por diversión, lo de Mónica es por trabajo y le gusta, lo disfruta y es tratada en algunos países como diplomática. En Moscú, por ejemplo, tuvo el honor de compartir una cena de gala con el ex presidente ruso Bladimir Putin.
Difícilmente tiene tiempo de asistir a una despedida de soltera o a un desfile de modas, pues su ag